10 abril 2014 - El asedio comenzó el 12 de febrero. La basura que la Alcaldía de San Cristóbal, estado Táchira, dejó acumular por meses, empezó a ser quemada en las vías. Marianela Vivas, de 57 años de edad, es parte del colectivo socialista La Castra, vive en el apartamento de su mamá en la comunidad homónima de ese municipio y fue frente a su urbanismo, diagonal a la sede del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime), donde los guarimberos establecieron uno de sus centros de operaciones.
Sus dos hijos: Richard Eduardo y Ronald Enrique, de 33 y 31 años de edad, respectivamente, tienen retardo mental severo. El menor fue operado del pulmón.
Vivas no llegó a imaginar que tendría que dejar su hogar y trasladarse a Caracas debido al amedrentamiento al que fue sometida durante varios días.
Sitiados por la violencia
“Cuando empezaron a hacer esa quemazón, el niño de una vez empezó a presentar problemas”, comentó Vivas, quien relató lo sucedido a Ciudad CCS.
Al día siguiente arreció la quema de basura. A eso se sumaban pimpinas de combustible, escondidas en el mismo edificio donde hay gente que trafica con gasolina, y gaveras de bombas molotov.
A la 1:00 am tuvo que ir al CDI de la localidad porque el humo afectó a su hijo menor. “Estaba viendo cómo podíamos salir y llorando porque veía que se me estaba casi muriendo”, recordó.
Otro día vio cómo mujeres, con niños en los brazos, se sumaron a las guarimbas tirando bombas y echando gasolina. “Fue un colapso, una ola de locura, una cosa es uno contarlo y otro ver cómo bajaban de los apartamentos como si fueran a una rumba”, agregó.
Y algunas de esas personas que bajaban eran sus mismos vecinos con quienes había compartido durante varios años. Después se sumarían personas de otros sectores y varios encapuchados que ayudaron a levantar las barricadas. En ese grupo de guarimberos, estima que habían unas 100 personas.
Precisó que al regresar les pidió que tuvieran consideración con su hijo. La respuesta, además de groserías, fue “¡cállate, chavista!”, amenazas de muerte y descalificaciones para sus hijos.
Los días transcurrían y la violencia arreciaba. A Vivas la tienen identificada en el urbanismo porque debido a la condición de sus hijos, los integrantes del colectivo se reúnen en su apartamento y desde ahí se arma la logística cuando hay elecciones en la Escuela Bolivariana Villafañe.
“Te vamos a matar”, “así como quemamos el Saime te vamos a quemar” fueron otros de los gritos que recibió. “Cuando subían a los apartamentos se bajaban los pantalones y me enseñaban a mí toda broma”, recordó.
Colchones nuevos, cocinas viejas y árboles que tumbaron sirvieron de instrumentos para armar las guarimbas. Hasta llegaron a tumbar una reja del mismo urbanismo para ponerla en la barricada, en las que también usaron las vallas que quedaron de la recuperación de varios bloques.
El preescolar también se vio afectado cuando colocaron 10 ratas muertas colgando en la entrada para impedir que dieran clases.
La gota que derramó el vaso fue cuando lanzaron una piedra al ventanal de vidrio del balcón de su apartamento. “Lo partieron y empezaron a gritar: te vamos a quemar. No sé sinceramente si había droga, tenía que haber droga y alcohol, porque era una locura total”, rememoró.
La comida se le estaba acabando y no podía salir a comprar. Tenía que mantener a Ronald prácticamente dopado porque se ponía nervioso.
“No sé qué les decían a ellos, cuál era el programa que tenían, pero yo digo que si a mí me veían afuera me mataban”, manifestó, e indicó que la guerra psicológica a la que los sometieron fue brutal, pues se iban al frente de donde ellos viven a tocar cacerolas.
A las 6:00 pm tenía que darle comida a los muchachos, apagar las luces y meterse en un cuarto. Estaba desesperada y cada día era peor.
Veía, además, a hombres en moto y buenas camionetas que llegaban en la tarde al sitio a entregarle algo a los guarimberos. No sabe con exactitud si era dinero o droga, pero tiene claro que no era comida. Cuando ellos se marchaban la violencia arreciaba y subían los encapuchados.
Escape a Caracas
Fue el 27 de febrero, a las 4:00 am, cuando tuvo que salir con sus dos hijos rumbo a Caracas. Richard, quien tiene problemas neurológicos, estaba convulsionando.
“Habían guayas, y yo no podía, menos mal que una de las vecinas nos ayudó. Tuve que agachar al niño para poder pasar porque eso eran piedras y árboles, no podíamos”, contó Vivas.
Un taxista los esperó unas cuadras más adelante. Tuvieron que caminar con las maletas y, de la desesperación, hasta una bolsa de basura se trajo.
“Nunca esperé que pasara eso, porque siempre esa gente se ha manifestado en contra del Gobierno, pero nunca se habían metido con nosotros. Yo digo que si llegara a pasar otra vez, creo que ya no vienen a quemar sino a matar a los chavistas o a cualquiera. Si me hubiese quedado me hubiese pasado algo, había mucha agresividad, mucha presión psicológica”, dijo.
Mencionó que el rostro y la actuación de los guarimberos era de querer exterminar a la gente. Todavía piensa cómo será cuando regrese este domingo a La Castra.
“De verdad siento dolor y tristeza porque son personas de toda una vida, no sé qué reacción voy a tener. La vida desde esa situación cambió totalmente para mí, la convivencia en ese bloque no va a ser igual”, sostuvo.
Resaltó que esas acciones fueron terrorismo e invitó a la oposición a hacer lo que hizo el Comandante Chávez: recorrer pueblo por pueblo presentando un proyecto de país. “Si nos ponemos a ver, esta gente no presenta nada. Destrucción para el país es lo que ellos quieren”, afirmó.
Estos grupos se encargaron de colocar en diversas zonas de la entidad carteles que decían República Independiente del Táchira. Vivas llegó a verlos por la zona y en la red social Facebook.
Sus compañeros del colectivo le avisaron que la situación ha mejorado con el trabajo que ha hecho el ministro para Interiores, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres.
Ante el odio, el amor
Ante esta situación, Vivas hizo un llamado al presidente de la República para resolver el problema de vivienda que tiene.
Destacó que la respuesta de los revolucionarios ante esta arremetida de la derecha es más trabajo y mucha organización. “Como decía el Comandante Chávez: ante el odio el amor”, expresó.