A 11 horas de la renuncia del Presidente Mesa y tras una breve calma matutina, La Paz volvió a ser conmocionada por el estruendo de dinamitas, petardos y miles de voces que entonaban consignas. A las organizaciones sociales que se manifestaron durante las pasadas semanas se sumaron miles de campesinos y mineros cooperativistas. Estos sectores arribaron a la sede de gobierno en las últimas horas y se concentraron en diversos extremos de la urbe.
También ingresaron a las protestas las juntas vecinales de La Paz. Dicha movilización amplió el área afectada a una gran parte de los barrios paceños. A media mañana la tendencia de las marchas hacía presumir una concentración semejante o mayor a la de la víspera. Ésta fue considerada como la mayor de las últimas décadas en la sede de gobierno.
Las manifestaciones demandan la nacionalización de los hidrocarburos, la sucesión presidencial hasta el presidente de la Suprema y garantías de para la realización efectiva de la Asamblea Constituyente.
Hacia el mediodía la presión volvió a apuntar a la asediada plaza Murillo. Sobre ésta se concentraron las iras de las protestas casi cada día desde hace 18 jornadas. En la rutina del conflicto los manifestantes ensayan continuas arremetidas en el intento de ingresar a los centros del poder. Luego las fuerzas policiales proceden a cada vez más amplios operativos de disuasión con agentes químico. Dicha reacción ha motivado en los últimos días que las protestas se desfoguen contra edificios del centro de La Paz. Allí se han registrado acciones de vandalismo.
Mientras la ciudad apenas se repuso de un grave corte del servicio de agua. Éste fue afectado la noche del lunes por grupos de comunarios que atentaron contra una represa. Paralelamente la falta de combustibles motivada por los bloqueos motivó la paralización del transporte, la suspensión de clases y una creciente escasez de alimentos.
