Buenos Aires, 1 Nov. ABN.- Las políticas del presidente estadounidense, George W. Bush, y su anunciada presencia en la IV Cumbre de las Américas activan masivas protestas en todo el continente.

A juzgar por las movilizaciones regionales previstas, el llamado señor de la guerra encontrará un terreno minado, donde parece imposible afincar los cimientos del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y la militarización.

En Argentina, la oleada "anti Bush" pegó carteles de repudio en los principales puntos de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Salta, Mendoza y La Plata.

Organizaciones no gubernamentales, sociales y sindicales de Chile y Uruguay ya están en camino para participar en la III Cumbre de los Pueblos o denominada contra cumbre de las Américas, que se inauguró este martes en Mar del Plata.

Protestas pacíficas se anunciaron desde "Canadá hasta Ushuaia", en la Patagonia, porque -según argumentaron sus coordinadores- resulta "una afrenta" que Bush sea recibido en Argentina con "honores de jefe de Estado".

Figuras de renombre como el futbolista Diego Maradona, los cubanos Javier Sotomayor y Silvio Rodríguez, y el director bosnio Emir Kusturica, ya anunciaron su adhesión a un acto multitudinario en el Polideportivo del estadio Mundialista, de Mar del Plata.

Una gigantesca operación de seguridad por tierra, aire y mar, convertirá a esa urbe en una verdadera "ciudad blindada".

Encabezados por el argentino Adolfo Pérez Esquivel, premio Nóbel de la Paz, los organizadores de la cita de los Pueblos aseguraron que se intenta estigmatizar las protestas, pero éstas no pretenden crear disturbios ni violencia.

Los brasileños también alistan todo un arsenal para rechazar la visita crucial de Bush después de terminar el foro en la ciudad balneario de la costa oeste argentina.

Con la IV Cumbre de las Américas, Washington anunció la promesa de una vasta zona de libre comercio en el hemisferio, tema que permanece varado por fuertes discusiones con Brasilia.

Estados Unidos se niega a abrir sus mercados agrícolas y recortar subsidios, pero le exige al gigante sudamericano que retire las restricciones a los bienes y servicios extranjeros.

Según expertos, tales discrepancias interfieren mucho en los diálogos sobre el ALCA, que ya pasaron a un segundo plano en la Organización Mundial de Comercio.

Algunos medios periodísticos aluden al temor de la potencia norteña por la proliferación de movimientos de izquierda en la región y consideran a Brasil como el único con suficiente peso político y económico para contenerlos.

Pero en Sao Paulo, la mayor ciudad brasileña, la Coordinación de Movimientos Sociales y la Campaña de Lucha contra el ALCA preparan un acto para el próximo sábado, con una caminata entre dos símbolos del hegemonismo norteamericano: el Bank of Boston y McDonalds.

Las manifestaciones bajo el lema Fuera Bush comenzarán el viernes, víspera de su llegada, en Brasilia, Río de Janeiro, Salvador Belem y en el estado de Mato Grosso do Sul, fronterizo con Paraguay, donde Estados Unidos proyecta instalar una base militar.

Desde Panamá, la otra escala oficial del presidente norteamericano, se pronostican fuertes mítines para declarar no grata su llegada el domingo venidero.

La Asociación de Profesores de la Universidad de Panamá y el Comité Panameño por la Paz y contra la Guerra convocaron un "foro patriótico" y una concentración en la capitalina Plaza Porras.

Si en Brasil, le será repudiada además su política intervencionista en Afganistán e Irak, los istmeños, entre otros temas, recordarán la invasión de Estados Unidos a Panamá, el 20 de diciembre de 1989, ordenada por George Bush (padre).

El docente universitario Luis Posso argumentó que su gobierno debería presentar reclamos formales y exigir a Washington el pago de indemnizaciones a favor de las viudas y huérfanos de la invasión.

Comentaristas políticos sostienen que los pueblos tienen algo que reclamarle a Bush. La III Cumbre de los Pueblos emerge como oportunidad perfecta para reafirmar que Latinoamérica no lo quiere en sus territorios.