Bolivia: protestas sociales sacuden a La Paz




La Paz se pareció otra vez a sí misma. Desde la mañana de ayer, fría y nublada, marchas y contramarchas subían y bajaban por las avenidas y las enredadas calles laterales. Por primera vez, Evo Morales vio este nuevo “carnaval de protestas” desde el Palacio Quemado, aunque sigue con un pie en los sindicatos campesinos: anteayer fue reelegido secretario ejecutivo de la Federación (cocalera) del Trópico de Cochabamba, cargo en el que lleva 18 años consecutivos y fue el trampolín del que saltó a la política nacional. Por la noche, el gremio de choferes suspendió la huelga y acordó con el gobierno empezar negociaciones.

Choferes sindicalizados, maestros urbanos y trabajadores de la Caja Nacional de Salud coincidieron en un paro de 48 horas, con ruidosas movilizaciones callejeras, para hacer oír sus demandas. Los maestros piden la renuncia del ministro de Educación, Félix Patzi, la realización de un nuevo congreso educativo y la satisfacción de un pliego de demandas gremiales. Los transportistas rechazan los montos de las multas de tránsito, la escasez de combustible y los requisitos para obtener la “tercera placa” (un sticker con código de barra con los datos del vehículo). Y el sindicato de la Caja reclama por el despido de dirigentes sindicales acusados de corrupción, en el marco de la intervención de esa entidad.

El paro de transporte, que como siempre incluyó algunas pinchaduras de llantas, “chicotazos” y bloqueos de calles, no fue del ciento por ciento pero tuvo contundencia y ayudó a aumentar el impacto del paro de maestros, ya que algunos establecimientos suspendieron sus actividades.

La Federación de Padres de Familia de El Alto bajó masivamente a La Paz contra la huelga de los educadores y su contraprotesta derivó en tensión cuando la dirigente del magisterio Vilma Plata denunció que los padres intentaban tomar la sede sindical de los maestros. También los transeúntes participaron del conflicto gritándoles “flojos” a los transportistas, cuyo sindicato no adhiere al Movimiento al Socialismo (MAS).

“El problema con los transportistas es que siempre tuvieron una actitud prebendaria. Están acostumbrados a recibir plata de los gobiernos y cargos para sus familiares, y eso hoy se cortó con el MAS. El sindicato está controlado por los dueños de minibuses (combies) y micros, no por los trabajadores; para ingresar al sindicato hay que pagar unos cinco mil dólares”, explica una fuente que conoce bien el funcionamiento de estos gremios en Cochabamba. “En el caso del paro del magisterio se da un fenómeno extraño: se ha juntado la postura recalcitrante de los dirigentes trotskistas con las demandas de la Iglesia Católica contra la educación laica, pararon más los colegios de convenio (privados) que los públicos”, evaluó el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana. “Son los últimos residuos del conservadurismo gremial”, acusó el vicepresidente Alvaro García Linera.

En la tarde se despejó algo el panorama, cuando el viceministerio de Transportes anunció la firma de un acta de entendimiento para evitar que el paro continúe hoy. En la madrugada, en gobierno había logrado desactivar otro de los puntos de conflicto: la policía abrió las válvulas del gas que van a Argentina, cerradas en la víspera por los bagayeros, quienes no se dieron por vencidos y anunciaron bloqueos de rutas.

Mientras tanto, desde Sucre llegaban noticias sobre la impasse de la Asamblea Constituyente. El cuello de botella de la convención es el mismo de las últimas semanas: el oficialismo quiere aprobar todos los artículos de la nueva Carta Magna por mayoría absoluta y sólo el texto final por dos tercios, mientras que la oposición defiende los dos tercios para cualquierdecisión. Consideran que, de lo contrario, se le daría al MAS –que con sus propios representantes llega sin problemas a la mitad más uno de las bancas– una mayoría automática.

El domingo el MAS había acordado con los bloques chicos declarar la Asamblea Constituyente “originaria y plenipotenciaria”, pero el lunes estos bloques se echaron atrás para presionar al oficialismo. Temen que, una vez que voten el reglamento, el oficialismo los abandone a la marginalidad. Por eso ayer los operadores del MAS trabajaban a contrarreloj para retomar estos acuerdos, asegurándoles espacios de decisión a los “chicos”, aislar a la derecha dura y habilitar la varias veces postergada reunión plenaria convocada para hoy a la mañana.


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