“…a nosotros Obis Prieto nos mandó”

(Denuncia) Funcionarios de Carbozulia pretendieron sabotear Encuentro por la Dignidad Indígena en Zulia

11 de octubre de 2006.- Un día antes de la fecha inicial para celebrar el II Encuentro Nacional por los Territorios, la Autonomía y la Dignidad Indígena en el Socuy, a través de recurrentes y extendidas llamadas que fingían interés por el evento, se le requería con precisión necia a los compañeros que coordinaban el evento el lugar exacto de la comunidad donde se celebraría el Encuentro, la fecha y hora. Las largas llamadas hechas desde celulares y sus repeticiones, abrieron de inmediato las dudas sobres las personas que llamaban solicitando la información. Además de que las solicitudes jamás intentaban abordar los contenidos ni las emociones del evento, el costo de las llamadas que realizaban era infrecuentemente ostentoso para un indígena, un ecologista o activista social de cualquier parte.

La mañana del sábado 7, primer día del encuentro, en el sector el Paraíso, punto final de destino del autobús de la ruta Cachirí, y punto de origen para subir hasta los poblados indígenas del Socuy, unos seis Jeeps y cuatro camionetas entre ellas un vehículo oficial de Corpozulia con su chofer y una camioneta blanca de placas 78I LAF con la antena típica de las camionetas carboneras, llegaron hasta la parada de las “chirrincheras” (camioncitos que suben a los indígenas hasta puntos cercanos a sus aldeas).

Un grupo pequeño de ecologistas ya estaba en el lugar esperando por los que venían detrás, cuando unos más de veinte mestizos, que no eran del pueblo, ni de cerca, comenzaron a bajarse de estos vehículos con viandas de sándwiches, Coca-Cola y almuerzos empacados. Una mujer y un hombre caminaron hasta un kiosco cercano y comenzaron a vociferar que venía un grupo de “indígenas” para impedir que cerraran las minas de carbón porque ese era el futuro de las comunidades y que unos dizques ecologistas, sólo querían espantarles el futuro.

La primera derrota

Con toda la contundencia de lo que son las verdades inmensas, los ancianos indígenas que estaban esperando para desollar unas reces como se acostumbra los fines de semana para montar el mercadito campesino del Paraíso, replicaron sin voltearse a mirarlos siquiera: “ ese carbón lo que viene es a contaminarlo todo y matar los ríos, aquí nadie va sacar carbón”.. Otro anciano en ese mismo modo del Wuayuu distante del desconocido pero resuelto al emplazo dijo: “ahííí.. ‘ta Guasare, acabaron to’íto el río y sacaron los paisanos…(pausa) y que ricos los indios, no sé qué ricos”. Los otros indígenas que esperaban con ellos asintieron con monosílabos y gestos.

Apenados, y sin argumentos, el plan inicial de buscabullar, buscando un encontronazo o tratando de hallar aliados entre los indígenas ancianos, se retiraron los dos mestizos.

Gran parte del desprecio que recibieron no sólo lo generó la típica condición del que lo mandan pagado, lo produjo la presencia de dos Guardias Nacionales, armados con sendos fales, que llegaron en los mismos Jepp. Para el Wuayuu de esta zona del Municipio Mara, y con convencimiento, para todo pueblo indígena y campesino en el país, la presencia de la Guardia Nacional (al igual del resto de los cuerpos represivos del Estado) representa una constante de abuso, de maltrato e injusticia, de impunidad imborrable, así lo viven a diario, en sus chozas, en las alcabalas o en la calles de los pueblos.

Tirando la emboscada

Los Jeeps enviados por Carbozulia, eran conducidos por unos Wuayuu fortachones y orientados por un campesino blanco que vive en los predios del caño la Argentina a unos 30 minutos del Socuy, emprendieron subida al Socuy pasada las 10 de la mañana y llegaron, sin cruzarlo, hasta el río Socuy, bajo engaño y con un emisario, avisaron al poblado de Wuayumana (tierra del Wuayuu) que había llegado la gente del encuentro, asunto que extrañó desde el inicio a los Wuayuu porque no había cruzado el río.

Un grupo de compañeros indígenas bajó al río y llegó hasta una parcela cercana donde estaban los vehículos, al ver la típica actitud del mestizo utilizado para este ardid que se repite cada vez que Carbozulia o Corpozulia se sienten disminuidos, los Wuayuu comienzan a interpelarlos pero con recelo porque dentro de los carro había gente y por la presencia de los dos Guardias Nacionales.

¿De dónde vienen ustedes? Preguntaron los indígenas del Socuy. Sin más ni medias tintas dijeron: “a nosotros nos manda Obis Prieto”.

De seguida advirtieron que iban a entrar porque ese era un evento de las comunidades indígenas y los Wuayyu les replicaron que ese era un encuentro para tratar los asuntos concernientes a la lucha por los territorios indígenas, su autonomía y la dignidad como pueblos y que ningún carbonero era bienvenido cuando la amenaza de perder sus tierras, sus bosques y sus ríos provenía justamente de tan vil actividad.

De nuevo derrotados

Mientras los Wuayuu se defendían del saboteo orquestado desde Carbozulia, una periodista de Panorama que venía en los jeeps y otras personas tomaban fotos y graban los rostros de los indígenas que les hacían la resistencia, como resulta habitual dentro de las comunidades indígenas, al no solicitar el permiso para consentir las fotografías los indígenas se molestaron por el abuso que había comenzado ya con la invasión a sus espacio. La indígena wuayuu le quitó la cámara a una mujer que no paraba de hacerle tomas, la mujer se le fue encima y le mordió el brazo hasta hacerla sangrar. En pocas horas la infección se notaba en la herida.

La sorpresa y la retirada de estas personas y de estas filiales arrodilladas al capital trasnacional fue cuando los indígenas, Wayúu, en compañía de sus hermanos Yucpa y Barí, que estaban desde el viernes en Wuayumana, sacaron los cámaras de video, fotografías y grabadores y se aseguraban de forma definitiva que la prensa comparada por las extensas paginas de publicidad que pagan a diarios las trasnacionales del carbón y sus filiales regionales, les cambiara los papeles a la historia de sus luchas. Al verse firmados, fotografiados y grabados, emprendieron retirada. Entre ellas Senaida Fernandez, profesora de la UBV quien al parecer colabora en estas tareas. Los argumentos de los indígenas que partían desde la traición descubierta de seguro aun les resuenan en la conciencia. Dentro de los jeeps aun permanecían escondidos otros saboteadores entre ellos un campesino blando llamado Rincón que vive en los predios del Socuy. A fuerza de piedras fue obligado a salir del vehículo para que rindiera cuenta de la traición. Tembloroso, sólo decía: “estos a mí sólo me dieron la cola, yo no sabía nada”.

Los Guardias Nacionales, se defendían del emplazo que los indígenas le hacían. “Nosotros no venimos a defender a ningún carbonero, sólo venimos a cuidar los vehículos. Nosotros no tenemos que ver si explotan o no ese carbón.”

Los saboteadores del evento emprendieron su retorno sin nada más que contar a sus jefes que su fracaso. ¡Agua, tierra y libertad! Les gritaban los indígenas de Wuayumana mientras desaparecían los jepps.

En los últimos tres días, Corpozulia y Carbozulia, la violencia que no pudieron establecer en el Socuy la drenan a través de los medios de comunicación y periodistas, también a través de rumores que sus operarios de bajo perfil diluyen entre las comunidades indígenas, campesinas y el la ciudad.

Al bajar, del Encuentro en el Socuy, no les bastó con haber repartido previo un panfleto sin firma ni autoria, señalando que los ecologistas son enemigos de los indígenas y que reciben financiamiento desde Francia. Descalifican y restan ignorantemente el valor, la fortaleza y el apoyo que las comunidades indígenas encuentran en los movimientos ecologistas y sociales., y de la forma más burda y marginal llaman al desprecio la presencia de activistas ambientales de otros estados y países.

Esta es la única forma de la que pueden actuar los cobardes directores de Corpozulia y Carbozulia, las dos manos que movieron con sus hilos invisibles el proceso de demarcación indígena iniciado en el Zulia contra el pueblo Barí.

A través de miembros de Asocbariven, han querido tapar la verdad de lo ocurrido con la demarcación del territorio del pueblo Barí, el típico método con el que entaparan sus marramucias y desvió de dinero de obras en los pueblos indígenas y campesinos. Millones de Millones de bolívares perdidos, y muy bien maquillados con sus fichas indígenas que solo utilizan para sus eventos protocolares. 

Les dolió ver su trampa descubierta, entregaran este 11 de octubre sus títulos chimbos, ganados a través del engaño del pueblo Barí y la vulgar y denigrante astucia de la Comisión de Demarcación de Tierras, en la que en las confesiones más intimas de algunos de sus miembros emponzoñados por la burocracia y mantener el carguito, logramos escuchar confesiones como: sí, esta vaina es una mierda, una mentira, pero qué vamos ha hacer, si no lo hacemos nosotros igual lo harán otros”.

Lo más reprochable resulta que los días previos a la entrega de estos falsos títulos, en los que al pueblo Barí no se les pudo entregar su territorio porque el gobierno no tenia dinero para pagarle a los hacendados las bienhechurías que levantaron sobre las tierras de estos indígenas, en uno de los más inadmisibles actos compadrazgo y compinchería, a los dueños de la hacienda expropiada la Marqueseña, se les paga hoy 10 MIL MILLONES de Bolívares por una parte de esa hacienda de la que todo el mundo conoce su dolosa historia. Pero para devolverle tierras a los Barí, el gobierno se negó a dar un sólo centavo, y por eso seguirán sobreviviendo entre los potreros de la hacendados que unos años no muy atrás acabaron a punta de fuego y electrificación a sus abuelos y padres.

Este 11 de Octubre, mientras algunos Barí engañados con que habrá una segunda demarcación futura, reciben de manos de sus sepultureros unos títulos que los hacen dueños de la nada, de su miseria perpetuada, otros brindarán porque por fin las minas de carbón que les encomendaron las trasnacionales estarán seguras y listas para el saqueo y la depredación.



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