Es obvio que ninguna enfermedad puede curarse con éxito sin un diagnóstico apropiado de su origen. En sus frenéticos esfuerzos por remediar la plaga de la deuda nacional y del déficit, sin embargo, los responsables políticos de EE.UU. tienden a rehuir las causas de la raíz del problema y concentrarse, en su lugar, en chivos expiatorios.
¿Cuáles son las
causas en la raíz de la deuda nacional y del déficit? Son, antes que
nada, los paquetes de rescate de multi-billones [millones de millones]
de dólares que fueron se otorgaron a Wall Street a fin de rescatar a los
jugadores financieros, la constante escalada de los costes de la guerra
y el militarismo, los inmensos regalos tributarios a los acaudalados y
el vertiginoso aumento de los costes de la atención sanitaria,
incrementados sistemáticamente por las compañías aseguradoras y
farmacéuticas.
¿Cuáles son los chivos expiatorios? Son los
derechos de la red social (seguridad social, Medicare y Medicaid) y los
gastos discrecionales no militares: salud, educación, vivienda,
transporte, el medio ambiente, el desarrollo comunitario, ciencia y
energía, servicios humanos, etc. Los califico de chivos expiatorios
porque no constituyen las fuentes de la continua escalada de deuda y
déficit.
Tomemos, por ejemplo, la Seguridad Social. Ante todo, es
un programa de seguro que se autofinancia, financiado por impuestos
sobre la renta, no una dádiva o cortesía del Tío Sam. Segundo, aunque ya
no tiene un excedente como solía tener, tiene todavía, sin embargo, un
excedente considerable. Por cierto, sin el excedente de la Seguridad
Social, la deuda federal sería mayor de lo que es. Tercero, en la medida
en que el fondo fiduciario pueda enfrentar una insuficiencia en el
futuro, puede remediarse fácilmente, por ejemplo, aumentando el nivel
máximo de impuesto gravable (para propósitos de renta) de los actuales
106.800 dólares a un nivel ligeramente superior.
Como la
Seguridad Social, Medicare es un programa de seguro financiado por el
impuesto sobre la renta. (Del 15,4% del impuesto a la renta, el 12,5% va
para financiar la Seguridad Social y el 2,9% restante para financiar
Medicare). Hace poco que los gastos de Medicare se han aproximado a
sobrepasar sus ingresos. Esto también se puede remediar fácilmente si el
máximo ingreso imponible para financiamiento de la renta se aumenta por
encima de los actuales 106.800 dólares.
La presión financiera
sobe el programa Medicare (como sobre el programa Medicaid) no se debe
tanto a los ingresos del programa como al aspecto de los costes, de los
cuales hay que culpar a las compañías farmacéuticas y aseguradoras
médicas, no al propio programa. Por cierto, el programa en sí ha sido un
caso muy exitoso de programas de seguros de la salud de un solo
pagador. Hay sospechas razonables de que éste es el motivo por el cual
poderosos grupos de intereses apuntan a la destrucción de Medicare ya
que lo ven como un “mal” ejemplo de un programa de seguro de salud de
coste eficiente y exitoso.
Así como los derechos a la seguridad
social no son las fuentes de los problemas del déficit, tampoco lo son
los gastos discrecionales no militares como la sanidad, la educación y
otros gastos sociales y de infraestructura.
Para empezar esos
gastos (o para ser más precisos, inversiones en el mantenimiento o
edificación del capital físico y humano de la sociedad) constituyen solo
una pequeña parte (15%) del presupuesto federal total. Además, su parte
en el aumento en los desembolsos federales ha sido bastante ínfima en
los últimos años, solo 14 centavos por cada dólar en la última década,
difícilmente suficiente para culparlo del astronómico aumento de la
deuda y los déficit federales durante este período (Instituto de
Política Económica, Memorando de Política Nº º187, 13 de julio de 2011).
Es obvio, por lo tanto, que los negociadores presupuestarios,
que se agitan y gritan por el techo de la deuda, mienten
desvergonzadamente al pueblo estadounidense, cuando culpan los derechos a
la seguridad social y los gastos públicos no militares como fuentes de
la deuda y el déficit federales. Un enfoque honesto de los problemas de
deuda y déficit consideraría, en su lugar, las verdaderas causas de esos
problemas: rescates de Wall Street, guerra y gastos militares, regalos
tributarios a los ricos y costes fuera de control de la atención
sanitaria.
La cleptocracia gobernante y los medios corporativos
han creado un inmenso error de percepción respecto al rescate de los
jugadores de Wall Street: que el gobierno pagó solo 780.000 millones de
dólares de dinero público (con el TARP, Programa de Alivio para Activos
en Problemas) para rescatar a los especuladores en bancarrota o próximos
a la bancarrota, y que una vez que esos especuladores financieros
volvieran a la rentabilidad, devolverían todo lo que debían a los
contribuyentes – ¡y punto final!
En realidad, el dinero del TARP
fue solo una pequeña fracción del regalo de dinero público del gobierno a
Wall Street. Otras formas de apoyos gubernamentales, no conocidas por
el público, incluyeron billones de dólares en subsidios, apoyos
financieros, préstamos, compras de activos tóxicos sin valor a sus altos
precios previos a la recesión, y una serie de desconcertantes tipos de
saqueo.
El senador Bernie Sanders (de Vermont) lo describe como
sigue: “la primera auditoría de arriba abajo de la Reserva Federal sacó a
la luz impresionantes nuevos detalles sobre cómo EE.UU. suministró
colosales 16 billones de dólares en préstamos secretos para rescatar
bancos y negocios estadounidenses y extranjeros durante la peor crisis
desde la Gran Depresión”.
Esto explica por qué la deuda federal
ha aumentado de 9,2 billones de dólares en 2007 a 14,2 billones en 2011,
un aumento de casi 55%.
Ahora es de dominio público que un
importante contribuyente al crecimiento de la deuda y del déficit es el
aumento en los gastos de la guerra y el militarismo, que casi se duplicó
en la última década (de 295.000 millones de dólares en 2000 a los
actuales 560.000 millones). Aunque el presupuesto oficial del Pentágono
para el año fiscal 2011 es de 560.000 millones de dólares, la cifra real
es casi el doble de la oficial.
El motivo de esta subestimación
es que el presupuesto oficial del Departamento de Defensa excluye no
solo los costes de las guerras en Iraq y Afganistán, sino también una
serie de importantes ítems. Estos ítems de costes disfrazados incluyen:
presupuestos para los Guardacostas, el Departamento de Seguridad
Interior, armas nucleares, programas de veteranos, la mayoría de los
pagos a militares retirados, pagos de intereses sobre dinero prestado
para financiar programas militares en los últimos años y otros más.
Una
vez que estos gastos desubicados o disfrazados se agregan al
presupuesto oficial del Pentágono, los ítems presupuestarios
relacionados con la “seguridad” y los militares, ascenderían a algo más
de 1,1 billones de dólares, lo que absorbe aproximadamente un tercio de
todo el presupuesto federal de 3,4 billones de dólares de 2011.
Otro
importante contribuyente a la creciente deuda y déficit han sido los
inmensos alivios tributarios otorgados a gigantescas corporaciones y a
las capas muy acaudaladas de la sociedad. Por ejemplo, según Ciudadanos
por la Justicia Tributaria (CTJ, por sus siglas en inglés), conocidos
por sus informes exactos sobre tributación, el monto combinado de
impuestos pagados por las siguientes 12 corporaciones para el período
2008-2010 fue cero, no, ¡fue menos de cero! Colectivamente, recibieron
2.500 millones de dólares en reembolsos.
Las 12 corporaciones
fueron: Exxon Mobile, Wells Fargo, DuPont, American Electric Power,
Boeing, FedEx, IBM, General Electric, Honeywell International, United
Technologies, Verizon Communications y Yahoo. CTJ informa que “desde
2008 hasta 2010, esas 12 compañías informaron sobre 171.000 millones de
dólares en beneficios en EE.UU. antes de impuestos. Pero como grupo, sus
impuestos sobre ingresos federales fueron negativos: –2.500 millones de
dólares.” (Hay que señalar que aunque los impuestos por el ingreso
federal total para el grupo de 12 en su conjunto fueron negativos,
cuatro de las 12 pagaron un cierto impuesto federal, pero los pocos
impuestos que esas cuatro pagaron fue más que compensado por las otras
siete compañías que no pagaron nada.)
Es una indicación de cómo
las grandes corporaciones de EE.UU. pagan –o evitan pagar– sus
obligaciones tributarias. Los extremadamente ricos y poderosos grupos de
intereses han utilizado (desde finales de los años setenta y comienzos
de los ochenta) deliberadamente una combinación del aumento de los
gastos militares y de reducción de sus obligaciones tributarias para
redistribuir los recursos nacionales desde abajo. Como esta combinación
conduce a aumentos en deuda y déficit, luego obliga a recortes en los
gastos públicos no militares.
Esto representa una estrategia
cínicamente astuta por parte de la plutocracia gobernante que se
beneficia con la guerra, el militarismo, la deuda y el déficit: en lugar
de financiar sus guerras y aventuras militares pagando impuesto en
proporción a sus ingresos, se otorgan alivios tributarios, financian sus
guerras predilectas mediante préstamos y luego se dan vuelta y prestan
dinero (impuestos no pagados) al gobierno y ganan intereses. Así los
ricos han convertido exitosamente sus obligaciones tributarias en
derechos de crédito, es decir, prestan en lugar de pagar impuestos, lo
que es en esencia una forma disfrazada de robo.
De este breve
análisis se desprende obviamente que los perros políticos de Washington
que ladran ante los gastos públicos no militares como fuente del aumento
de la deuda nacional y del déficit llaman a la puerta equivocada.
Mientras los gastos fuera de control para la guerra y el militarismo no
se frenen, las multimillonarias dádivas para el bienestar corporativo
(en la forma de regalos tributarios y costosos paquetes de
rescate/insolvencia) no sean reducidas, y los costes de atención
sanitaria en vertiginoso aumento no se restrinjan, la deuda nacional y
el déficit van a continuar su tendencia ascendiente.
También es
obvio que se miente al pueblo estadounidense cuando se le dice que todo
el litigio que tiene lugar en Washington por el techo de la deuda es
para reducir la deuda nacional. En realidad, la deuda nacional seguirá
aumentando incluso si el gobierno de las corporaciones extrae unos pocos
billones de dólares reduciendo aún más los gastos públicos no
militares, es decir, reduciendo aún más el nivel de vida de la gente.
(*) Ismael Hossein-Zadeh, autor de The Political Economy of U.S. Militarism (Palgrave-Macmillan 2007), y de Soviet Non-capitalist Development: The Case of Nasser’s Egypt (PraegerPublishers 1989), es profesor emérito de economía en la Universidad Drake, Des Moines, Iowa.
(Copyright 2011 Ismael Hossein-Zadeh.)
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Global_Economy/MH03Dj03.html