Al fin se hizo justicia con una Ley de Costos y Precios Justos, este fue un clamor de muchos estudiosos de la Agronomía, que veíamos con preocupación que cuando se hacía referencia a la comercialización agropecuaria y se hablaba de mercados, centros de acopio, normas, clasificación, silos, almacenamiento diversos, conservación en frio y precios de venta al consumidor, se adolecía de una política de estado que protegiera no sólo a este como el eslabón final de la cadena, sino también al propio productor.
Con esta Ley se define una política de Estado para la comercialización, donde los propios productores tendrán ahora una ganancia real sobre la base de costos mínimos para la producción, con un porcentaje de ganancia moderada, una intermediación controlada y el establecimiento de un precio justo al consumidor final. Las mafias establecidas en los mercados mayoristas de Coche, Mercabar (Barquisimeto), Maracaibo y otros, siempre han estado en manos de mafias de la comercialización, allí existen los que llaman rey de acuerdo al rubro (Por ejemplo: El Rey de la Papa. El Rey de la Cebolla, etc.,.), son los que le ponen el precio al producto que se arrima al mercado, que a su vez definen el valor de la intermediación y los que establecen el precio que se le paga al productor.
Esto es lo que explica a manera de ejemplo que cuando un consumidor paga 15 Bs/kilogramo de Tomate, lo más seguro es que el productor sólo recibe 7 Bs/kilogramo de tomate producido. Esto no es ningún secreto y el mismo se corresponde con una comercialización de un sistema capitalista, donde el que puede pagar consume lo que desea y el que no puede hacerlo se queda con las ganas. En el caso específico del plátano, cuando en anteriores oportunidades se habló de cooperativas y de centros de acopio, como formas de comercialización para proteger incluso a los propios productores, las mismas fueron penetradas por los capitalistas del mercado que ofreciendo mejores precios, hacían que los propios socios traicionaran a su organización sucumbiendo ante los intermediarios que en muchos de los casos se encargaban de comprar la cosecha por adelantado, utilizando para ello la estrategia de facilitarle dinero para la adquisición de insumos para la producción, o para satisfacerle cualquier necesidad del hogar.
En esa misma historia del acaparamiento y la especulación se ha presentado igual situación con los intermediarios de la carne que se encargan de comprar los animales a puerta de corral para llevarlos al matadero, donde a su vez controlan los animales que llegan al mismo y a los distribuidores de carne con su precio prefijado para su venta a las carnicerías, teniendo estas la libertad de fijarles el precio que a ellos se les ocurra y que dependiendo del servicio adicional en la preparación de carnes, terminan por encarecer más el producto. Este es otro de los grandes negocios donde funciona la especulación y el alza descarada de los precios, amén de que en anteriores oportunidades cuando se han fijado precios de la carne los mismos son burlados por el detallista, publicando información falsa en contraste con el valor alcista que paga el consumidor a nivel de caja y donde muchas veces en el recibo no se especifica el peso y el tipo de carne que se vende. Todas estas cosas son marañas de la especulación y que a su vez son las causantes de la inflación, donde el propio consumidor muchas veces es corresponsable de ello, al no haber reglas claras en un comercio donde impera la ley del más fuerte para la compra y la venta.
Quienes dominan la comercialización en los mercados mayoristas, son los que determinan el precio a nivel del productor y del consumidor y son los mismos que se quedan con ganancias de hasta un cien por ciento. De tal modo que debemos mostrarnos solidarios con esta Ley de Costos y Precios Justos, la cual viene a tratar de poner las cosas en su lugar y a hacer justicia tanto para el productor que es el que hace el mayor sacrificio y tiene el mayor riesgo ante las inclemencias del tiempo, así como también para el consumidor que ve con preocupación el aumento progresivo de precios sin ninguna justificación. La respuesta que se le da al consumidor siempre es la misma: “ESTA SEMANA LA MERCANCIA VINO MAS CARA”, o la otra es: “EL PRODUCTO ESTA ESCASO”. Sin embargo se debe tener claro que la Ley por sí sola no basta, que se requiere instrumentar un mecanismo operativo que garantice el cumplimiento de la misma, así como establecer algunas estrategias con las comunidades organizadas para la vigilancia y control de precios y el debido proceso y atención inmediata de manera oficial de las denuncias correspondientes.
Hay que ponerle la mano dura a esos acaparadores que almacenan cantidades de leche en polvo y otros productos de la canasta básica que y luego lo sacan a una especie de mercado negro que funciona en los alrededores de algunos mercados principales, donde vendedores de la calle actuando inescrupulosamente se dan el lujo de ofrecerlo al doble de cómo está fijado su precio, por supuesto que detrás de esos vendedores que son gente humilde, están unos señores que les pagan una comisión, o bien le entregan la mercancía a consignación, pero en todo caso detrás de todo este sucio negocio hay un capitalista acaparador y especulador, que juega con los alimentos Todo esto lo conoce perfectamente Fedecamaras, porque muchos de sus miembros lo que hacen es acaparar y especular y es la razón por la cual se oponen a la Ley de Costos y Precios Justos. Vamos todos a defender esta Ley y a denunciar el acaparamiento y la especulación y en el caso de INDEPABIS que sus funcionarios sean más de la calle y menos de oficina, no sólo debe esperarse a que lleguen las denuncias, sino que se debe establecer una supervisión planificada y de forma constante, incluso en muchos casos contar con el apoyo de las comunidades organizadas y consejos comunales.
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