El Comandante Chávez el 04 de Octubre de 2012, planteó como un reto fundamental para el nuevo período de Gobierno asumir la eficiencia en la gestión pública como una tarea pendiente de la Revolución Bolivariana, reconociendo claro está haber avanzado por un difícil camino en el que se asume el socialismo como signo fundamental para el devenir de la historia. Se hereda la pesada carga de un Estado Burocrático montado bajo los andamios de una sociedad dependiente de la renta petrolera; la diferencia plausible en la nueva República ha sido el Control Estatal de la Industria del Petróleo para mayor inversión social, sin embargo muchos de los problemas se mantienen intactos: burocratismo, ineficiencia y corrupción están presentes en el contexto social venezolano. Es por ello que es necesario asumir el asunto de la gestión pública a partir de la transformación del Estado, no desde el simple marco de las estructuras, tampoco desde las simples composiciones tecnocráticas – la historia demuestra que ello tampoco ha servido – sino desde un nuevo marco de relaciones sociales a partir de la democracia participativa y protagónica del pueblo, para que pase de su carácter incipiente a incidente en el desarrollo de las grandes políticas nacionales.
En esta dirección es necesario hablar sobre los esfuerzos sustantivos que ha venido realizando el ejecutivo nacional por desarrollar todo un proceso de inversión en infraestructura (vialidad, servicios, educación, deporte, salud, vivienda) a escala nacional, que solo a través de la justa distribución de la riqueza petrolera, bien sea por concepto de los ingresos petroleros o por la vía de los impuestos – esta última hoy porcentualmente de proporción mayor – se aprueban recursos para grandes obras de Ministerios, o distribuidas para romper con los desequilibrios territoriales a través del Fondo de Compensación Interterritorial (FCI) a Gobernaciones, Alcaldías y al Poder Popular, este último como una novedosísima esperanza de desarrollar procesos autogestionarios que permitan transferir directamente al pueblo la posibilidad de acelerar la solución directa de sus problemas.
Toda esta voluntad política esperanzadora, construida a través de la Gestión de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro ha tenido siempre el reto de romper con el aparato ineficiente del Estado y del propio sistema capitalista, dos grandes enemigos resumidos en el Estado Corporativo – producto de la larga noche neoliberal – que aun hace mella en espacios de la gestión pública.
En principio destacando que la asignación de recursos a través del FCI – con la que se realizan los planes de inversión de Gobernaciones, Alcaldías y Poder Popular – están destinados fundamentalmente a obras de infraestructura especialmente vialidad, a la par que el Gobierno Nacional desarrolla sin detenimiento la Gran Misión Vivienda Venezuela y grandes obras viales sean estas principales o agrícolas para el apoyo de la producción, no es menos cierto que a pesar de contar con los recursos – que soberanamente son posibles por el control Estatal de la riqueza nacional – los ritmos de ejecución de los mismos se han visto adicionalmente mermados por la altísima demanda de Cemento y Cabilla principalmente que no ha podido ser satisfecha, en principio porque los ritmos de aceleración de inversión se han incrementado, por el desarrollo habitacional que contribuye como factor, y porque las Empresas Cementeras han disminuido considerablemente su capacidad productiva, esto es urgente corregirlo.
Es fundamental identificar el tema del Cemento como un nudo crítico de gestión pública nacional, inventariar la necesidad actual (Gobierno Nacional, Regional, Municipal y Poder Popular) y proyectada considerando las demandas particulares requeridas, con el fin de aprovechar la coyuntura en los términos de la transformación del Estado y de la posibilidad de generar nuevas relaciones sociales de producción.
Pudieran tales circunstancias ser un espacio para: 1) articular la comunidad organizada en el marco de procesos de contraloría social y procesos cogestionarios, 2) convocar a la comunidad científica y a los ingenieros patriotas para que aporten soluciones técnicas en el marco de mejoras en la productividad, 3) concentrar desde el Estado Nacional esfuerzos que destraben este nudo crítico y visualizar un mayor impacto en la gestión pública, 4) convertir el cemento como punto de partida para un círculo que permita un nuevo tejido de relaciones sociales de producción que rompan con los monopolios y oligopolios empresariales que se hacen en muchas oportunidades de las obras del Estado, y para crear nuevas experiencias productivas surgidas del pueblo como por ejemplo de bloqueras para la Gran Misión Vivienda Venezuela, y 5) la oportunidad para ingeniarse procesos de industrialización acorde con la dinámica de inversión pública y productiva del país. Todo esto con el objetivo estratégico de romper con la lógica del capital, no se trata solo de producir más simplemente sino de desarrollar procesos sociales, culturales, políticos y educativos alrededor de estas experiencias, también que permita romper con la visión de Estado Capitalista en el marco de Empleador y Empleado, sino que por el contrario la dinámica sirva para apalancar instrumentos y herramientas para la liberación, alejarnos de ese mar capitalista del que nos habló Chávez en el Golpe de Timón.