Veo el pase por televisión de algún funcionario público, ministro, gobernador o un militar de alto rango rodeado de toneladas de leche, harina, aceite, café u otro producto decomisado ya es rutina televisiva.
El noticiero nos habla de gandolas, camiones y camionetas repletas de productos de primera, segunda o tercera necesidad que son trasladados sin la documentación legal. Igual nos informan que de inmediato serán vendidos a precios justos y que los responsables de la acción delictiva serán puestos a la orden de la Fiscalía.
En algunas entidades, gobernaciones y municipalidades se han emitido decretos contra la venta callejera de rubros de primera necesidad. Pero resulta que el puesto de venta informal, que multiplica por mil y dos mil los precios, es bien vigilado por funcionarios de seguridad, ya sean policías estadales o municipales. O sea que ni siquiera simulan el jueguito del gato y el ratón.
Ocurre también que se forma todo un acto mediático para informar que en un centro comercial hay acaparamiento, sobreprecio y todo tipo de violación a la Ley de Precios Justos. Pero sucede que apenas las autoridades han salido del negocio y caminado menos de una cuadra, todo vuelve a la realidad. Allí sencillamente no ha pasado nada. Los precios previsita y postvisita, con su carga especulativa y violatoria, siguen siendo los mismos.
De manera que estamos en presencia de un sector comercial que no solamente acapara y especula con el cuento de los dólares o por los abusos de la cadena de intermediarios, sino que se ha convertido en un empedernido y vicioso infractor de cuanta ley se le presente por delante, en perjuicio de un consumidor caracterizado por la pasividad, la ausencia de iniciativas organizativas y el desamparo legal.
Todo indica que estamos en presencia de un panorama socieconómico en el que predomina la viveza, la ausencia de solidaridad, la burla y la complicidad de algunas autoridades, al extremo de hacerse la vista gorda ante el excesivo abuso de quienes juegan con la paciencia del pueblo.
Todo indica, también, que la acción de gobierno debe revisarse. Pasan los meses y todo lo que se viene haciendo pareciera no torcer el rumbo de una guerra económica sádica y antipopular. Mercal y Pdval resuelven, pero no tanto. Pareciera que otras medidas son urgentes para evitar que las voces de la invasión y el golpe sigan haciendo de las suyas.