No hay dudas que el camino a las elecciones parlamentarias seguirá caracterizado por los escollos de la generación de malestar en nuestra población. El más sentido y que hasta ahora, indudablemente sigue haciendo sus efectos negativos, es el económico. Las colas y su trasfondo, con la caracterización que cada quien quiera darle, constituye en los últimos tiempos el factor más incidente en la estabilidad del país.
El problema no es que se siga diciendo que efectivamente los productos se consiguen porque al final quien se mete en esos maratones lo logra. No, el problema es el malestar que sigue sintiendo la población. Que lo afecta y que sirven para lograr el objetivo de los sectores desestabilizadores.
Se retrasmite la opinión negativa que choca con las cifras reales que emiten los voceros del Ministerio de la Alimentación que efectivamente el gobierno ha incrementado de manera considerable la importación de de determinados rubros y que el consumo de algunos de estos productos se multiplica considerablemente en relación a los años anteriores.
En efecto, el dato resaltante no es que hayamos crecido poblacionalmente, como indudablemente ha ocurrido. Ni siquiera que ahora tenemos mayor poder adquisitivo.
Más allá, del esmero y la eficacia que puedan demostrar los organismos oficiales en relación a la supervisión en la producción y distribución de la diversidad de productos, es responsable afirmar que de la llamada guerra económica hay un ingrediente sumamente efectivo, como es el sicosocial, que hasta ahora asume la dirección que se han propuesto los laboratorios enemigos de la Revolución Bolivariana.
De parte nuestra está seguir confrontando y vencer todo este efecto que se traduce en maldad. Si en algún momento pretendieron crear angustia, malestar y reacciones en contra de este proceso revolucionario, es irresponsable negar que lo vienen logrando, a pesar de todo el esfuerzo que hace el gobierno al implementar operativos para satisfacer, sobre todo, respuestas alimentarias.
Hasta hace poco, en una esquina diagonal al cuartel de Cumaná, leíamos una emotiva pinta que decía: “Para bachaco, chivo. Y para adeco, Chávez”. Nada que ver con este novedoso bachaqueo que “extrañamente” se nos metió hasta en el patio de la casa.
La pinta se refería a la fuerza, el coraje, la inteligencia, la capacidad organizativa, victoriosa y comunicacional que debe prevalecer en cada venezolano para saber que estamos viviendo momentos cruciales y determinantes.
El discurso, la organización y el contacto diario con el pueblo del Presidente Maduro y toda la dirigencia revolucionaria son factores decisivos en esta guerra que nos han declarado. Así, replicamos...”necesario es vencer”.