Podría ser ésta, una pregunta ingenua para quienes con frecuencia asisten a ese centro de distribucion de alimentos después de la medianoche, y para quienes desde las comunidades escuchan con pasmoso asombro las diversas crónicas que relatan los bodegueros sobre el submundo donde se sumergen cuando bucan abastecerse. De esa gama de comentarios sustraigo aquellas de bodegueros afanosos, serios, que con su trabajador minimizan los entuertos para que la comida llegue a quien tiene que llegar. Sus afirmaciones nos aproximan a conocer lo que allì pasa: "Ahì hay de todo. Eso es como una subasta...aumentan los precios de los productos en la medida que se van acabando, el que llega má temprno compra a menor precio, y qué vamos a hacer...El paquete de arroz de 24 kilos puede costar 24, 26 bolìvares o màs...¿En cuànto se los vendemos a ustedes? Y mañana no sabemos en qué precio los tendrán", "Gente pesá´ maneja ese negocio...","El ejercito debe intervenir a la guardia nacional que està allì".
"Cuando el río suena, piedras trae", dice el sabio refràn. Aunque ese río sea estruendoso para algunos, de lo que se trata es de lanzar un alerta más que contribuya a seguir señalando las causas de esta crisis alimentaria que pareciera incontrolable. Lo cierto es que el mayorista es la casa de los grandes bachaqueros de Valencia, cuya función original de surtir a los bodegueros, tienderos, choceros, la han transformado en centro donde se legitima la usura y el robo al pueblo, en un centro de transbordo de alimentos desde donde salen carros cargados de alimentos a destinos incógnitos para luego ser distribuidos entre los re-re-re-vendedores que les engordan sus arcas.Y esta allí, expuesto para el escrutinio de todos: de la gente común, de las autoridades civiles, militares y de aquellos de ese entorno que se vistieron de “comuna y se convirtieron en “nada” al no actuar como voceros autènticos que luchan por los derechos de quienes los eligieron. ¡Cuànto pudieran lograr en abono al desmontaje del malestar de este pueblo!
Esto nos dice que la espina dorsal del abastecimiento es la cadena de distribuciòn, por lo cual debe diseñarse un mecanismo que revierta el actual sistema de distribuciòn, que debe suspender, en el marco del decreto de la emegencia económica, la actividad de los mercados mayoristas, y a su vez reconceptualizar los centros de acopio y distribución, cuyas estructuras funcionales incluyan a los CLAP, que priorice y garantice el abastecimiento seguro casa a casa asi como tambièn de modo permanente, a los bodegueros, de allì en adelante a otras comercializadoras de alimentos.
La buena intenciòn que engendran los CLAP debe potenciarse de ese manera, hay que articularlos en toda la cadena de distribuciòn, so pena de pasar a la historia como otra buena intenciòn gubernamental.
Es la hora de intervenir el Mercado de Mayoristas de Valenca, el MERCAMARA de Maracaibo y todas esas estructuras diseminadas a lo largo del país con funcionamientos perversos, gérmenes de la cultura capitalista que la revoluciòn ha demandado desplazar. Aùn hay tiempo.