"La corrupción existe, y yo soy el primero en ponerme al frente y llamar al país a batallar contra ella en todos los frentes"
Hugo Rafael Chávez Frías (Aló Presidente N. 248, 5 de marzo de 2006)
A propósito de los 201 años de la fundación del Correo del Orinoco, fecha escogida en Venezuela para celebrar el Día del Periodista, escuchamos con atención el discurso pronunciado por el padre y colega periodista Numa Molina en el Palacio de Miraflores, en ocasión de la entrega del Premio de Periodismo por el Presidente Nicolás Maduro Moros.
Las palabras del cura jesuita vienen como anillo al dedo en los actuales momentos, cuando la pérdida de valores y la guerra de odio que prevalece en el mundo también se hacen sentir en nuestro país, acosado por el imperialismo más corrupto de nuestro tiempo que instrumenta una guerra económica contra el pueblo venezolano.
En los últimos años hemos notado como de una manera planificada y descarada los imperios del mundo, invasores y agresores a través de la historia, han arreciado sus ataques y de manera descarada se han lanzado al despojo y saqueo de las materias primas de los países más débiles de la humanidad.
En una comparsa de cómplices y socios de la peor calaña (USA, Europa, Grupo de Lima), el imperialismo ha desatado una guerra que afecta la economía de Venezuela y pretende destruir todas las instituciones del Estado-Nación para arrebatar a lo Jalisco todas las riquezas del subsuelo, en especial las reserva petrolera.
Nuestras reservas certificadas superan los 300 mil millones de barriles de crudo y son las primeras del mundo, ubicadas en la Faja Petrolífera del Orinoco bautizada con el nombre del Comandante Hugo Chávez Frías.
No contentos con su afán depredador, que ya se siente en todo el mundo, también su efecto repercute en el mayor problema que hoy sufre el planeta como lo es el cambio climático.
Los creadores del nuevo orden económico mundial (Club Bilderberg) dueños de las mayores fortunas del mundo, ven con indiferencia como crecen millones de seres humanos en la pobreza y se incrementa la mortalidad infantil.
Ellos se ríen y se burlan de los derechos humanos y de la justicia de los pueblos (desconocen a la ONU), mientras esgrimen hipócritamente su prepotencia, para ocultar su afán explotador propio de un sistema capitalista.
El Papa Francisco se ha pronunciado abiertamente contra la corrupción y ha dicho: "La corrupción es un proceso de muerte, que nutre la cultura de la muerte…porque el afán de poder y de tener no conoce límites".
"La corrupción – sostiene el Pontífice – no se combate con el silencio, debemos hablar de ella y denunciar sus males…Debemos evitar que todo aquel que tenga un poder material, político o espiritual no se dejen dominar por la corrupción".
En el caso venezolano, donde se han desatado los demonios y las amenazas de muerte (muchas están en pleno desarrollo), se están violando todos los valores y se pisotea la ética que debe prevalecer en cualquier sociedad. La corrupción ha llegado a límites intolerables y debemos pararla a tiempo.
Ante la indiferencia y la impotencia de los venezolanos se ciernen las más crudas amenazas. Muchas nos vienen con veneno del Norte y de los poderosos de siempre, quienes se acostumbraron a vivir de la explotación, del saqueo y del robo de las riquezas y las materias primas de los demás países; sobre todo los más pobres, de los más humildes o subdesarrollados.
Desde la vecina Colombia, país hermano, sus gobernantes de turno adelantan los ataques más despiadados contra la Patria de Bolívar. En la nación neogranadina se han invertido los valores, se violan los derechos humanos y se asesinan los dirigentes sociales por orden de la oligarquía que controla su economía, la cual gira alrededor del mercado de la droga (Más de 700 asesinatos desde la firma del tratado de paz con las FARC y Juan Manuel Santos y 136 asesinados en el período de Iván Duque).
El país gobernado por Iván Duque, "El Uribito" - hijo putativo de Álvaro Uribe Vélez – quiere trasladar a Venezuela sus vicios y su corrupto sistema político, producto de una sociedad maltratada y dominada bajo la cultura de la muerte y la droga (Colombia produce el 70 por ciento de la coca del mundo).
En la sociedad venezolana se impone una cultura a través de la guerra económica. La misma nos ha generado una inflación inducida y sometida a la medida del dólar; una moneda que junto al peso ya han penetrado los mercados de nuestra sociedad y buscan aplastar al Bolívar, con la protección de manos paramilitares y de ladrones de la más variada especie.
En negocios como panaderías, farmacias, ferreterías, fruterías, concesionarios de vehículos, redes de supermercados y abastos - por ejemplo - el patrón es el dólar y un marcador por encima de nuestra moneda soberana.
Los medios de comunicación quienes ahora inundan las sociedades con sus falke news (noticias falsas), se empeñan en mostrarnos un esquema de valores invertidos: "el mundo al revés" como afirmó Jorge Galeano.
En Venezuela existe una Ley Anticorrupción la cual se ha quedado en letra muerta y hasta sirve de burla por parte de los ladrones y hampones de poca monta, quienes deambulan por doquier gracias a la impunidad.
Actualmente avanza en la Asamblea Nacional Constituyente un Proyecto de Reforma de la Ley Anticorrupción, presentado por el Presidente Nicolás Maduro y esperamos su pronta aprobación.
Desde la llegada del Comandante Hugo Chávez al poder, las quejas y denuncias contra la impunidad, han repicado insistentemente hasta el cansancio mientras un pueblo luchador y defensor de los postulados de la Revolución Bolivariana, reclama en alta voz justicia contra los disfrazados de rojo rojito (gorgojos que carcomen la Revolución).
Si bien es cierto se han detectado casos de corrupción a nivel de empresas emblemáticas del Estado como Pdvsa, por ejemplo. Los detenidos, quienes son clasificados como presos de primera y de segunda, en el Hotel de El Helicoide, ahora se han convertido en pranes.
La corrupción ha bajado a todos los estratos sociales y es el arma que utiliza el imperialismo para lograr que nosotros, el pueblo llano, nos destruyamos unos a otros y acabemos con las barreras de la ética y la moral, las cuales son las bases de cualquier sociedad o país civilizado.
En nuestro país los mercaderes y comerciantes, de todos los ramos, nos atracan sin sacar la pistola y nos venden productos a precio del dólar e incluso, más caros que en los propios Estados Unidos.
El Fiscal General de la República Tarek William Saab, quien se ha convertido en un paladín de la justicia en su lucha contra la corrupción, ya asoma cansancio e impotencia ante esta cultura negativa que destruye los valores y amenaza a la propia Revolución Bolivariana.
En el mundo de los honestos, que sabemos son la mayoría en nuestra sociedad, la permeabilidad se ha convertido en un gran riesgo y al igual que en Colombia, se busca a la muerte como protagonista de lo cotidiano y es ignorada a adrede, por los medios de comunicación.
Hoy este mal nos amenaza con su contagio y busca además con su mal ejemplo, destruir nuestra sociedad y sus instituciones; en otras palabras, quiere la colombianización de Venezuela.
El mayor reto que tiene la Revolución Bolivariana, a pesar de la dura lucha contra la guerra económica que adelanta el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro, es hoy el combate contra la corrupción; cosa que reclama el propio pueblo, quien además pide al Gobierno revolucionario sea el primero en dar el ejemplo.
La cruzada contra la corrupción debe ser algo más que una bandera la cual debemos enarbolar y levantar con fuerza en Venezuela, mucho antes de que el "Titanic" se hunda, porque ya no valdrán los lamentos ni los arpegios y acordes de una Orquesta.
El cáncer de la corrupción debe ser cortado de raíz y a tiempo, mucho antes de que haga metástasis. La cultura de la muerte es su más genuina heredera y para muestra basta un botón, como es el caso de Colombia que ya la tenemos asechando a nuestro suelo patrio.
Recordemos de nuevo el Día del Periodista, donde el Presidente Nicolás Maduro lanzó un clamoroso llamado para evitar que la indiferencia, la pérdida de valores y la capacidad de asombro nos arrope y nos hunda en el lodo de la corrupción.
El combate contra este flagelo es tarea de todos, porque llegó la hora de la verdad.
Eliminemos el caldo de cultivo que aunado a los ataques con misiles del imperio y de la podrida oligarquía colombiana, nos quiere impedir que todos vivamos en paz
Debemos reactivar con todas las fuerzas el combate inmediato contra la invasión silenciosa de la corrupción, la cual rompe todos los valores y la ética, mientras se adelanta la amenaza de penetrar hasta los tuétanos nuestra sociedad venezolana.
¡Amanecerá y veremos!