“…el socialismo es joven y tiene errores. Los revolucionarios carecemos, muchas veces, de los conocimientos y la audacia intelectual necesarias para encarar la tarea del desarrollo de un hombre nuevo por métodos distintos a los convencionales y los métodos convencionales sufren de la influencia de la sociedad que los creó…” “…nos forjaremos en la acción cotidiana creando un hombre nuevo con una nueva técnica…”
ERNESTO CHE GUEVARA.
Son verdaderamente sorprendentes los cambios que experimentan algunos “gerentes revolucionarios” en cuanto a su estilo de vida, muy parecido con aquellos jóvenes que nunca trabajaron ni estudiaron de la cuarta república y de la noche a la mañana aparecían con carros de lujo de última generación y majestuosas viviendas. Uno se preguntaba en aquella época, qué sentido tenía estudiar o trabajar dignamente, cuando de otra forma menos meritoria (a través de drogas y otros negocios ilícitos o robos) se podían conseguir esos bienes con relativa rapidez. También recuerdo los comentarios que hacían los viejos de esa época, cuando decían que hay tres cosas que no se podían ocultar: la tos, estar enamorado y el dinero mal habido. Estos nuevos gerentes llegan a la administración pública en un carrito destartalado o a pie y en menos de lo que canta un gallo se montan en una camioneta de 200 millones o en una moto de alta cilindrada. Así, los que antes vivían en una populosa parroquia, ahora lo hacen en una lujosa residencia, con servicio doméstico incluido, contribuyendo al aumento del trabajo precarizado que desde siempre ha fomentado la oligarquía. Lo que a uno le cuesta toda una vida de estudio, trabajo y sacrificio y que por cierto nunca logra llegar a esos grandes privilegios, ellos por arte de “magia” lo logran como producto de su vinculación con un personaje importante dentro de lo que es el aparato burocrático estadal: el padrino.
En el presente, el ascenso de los mal llamados “gerentes revolucionarios”, en contraste con lo mencionado antes, no está condicionado a las drogas, robos u otro tipo de negocios ilícitos, sino a la posibilidad de contar con la ayuda de ese personaje que decidimos llamar, a falta de una mejor palabra, padrino. Este individuo debe formar parte de una amplia mafia cuyos tentáculos lleguen a todos los niveles de la administración pública; pues él y sus colegas mafiosos son los encargados de decidir quién es el “mejor candidato” para un cargo, postulando desde una secretaria cuya mejor credencial puede haber sido resultar electa reina de belleza en una determinada localidad, hasta ministros y presidentes de institutos que, en algunos casos, no poseen credenciales académicas y/o profesionales que les permitan calificar idóneamente, pasándole por encima a cualquier proceso de selección que pueda calificarse de serio.
Esta incipiente clase política, sin menor asomo de pudor o vergüenza con quienes forman parte de las comunidades y permanecen en contacto permanente con ésta (los verdaderos dirigentes de base), de una manera muy astuta y sin ningún conocimiento, logran posesionarse de espacios que los catapultan hacia cargos medios en juntas parroquiales, jefaturas civiles, directores de línea, etcétera. Su ambición no conoce límites y no conformes con esto, continúan escalando y llegan a dirigir fundaciones, institutos. Inclusive, algunos logran establecer redes de relaciones tan poderosas que consiguen ser alcaldes, concejales o diputados. Quizá incluso, si la suerte les sonríes, pueden llegar a ser nuevos padrinos. Esa privilegiadísima posición les permitiría colocar a familiares, amigos y “acreedores de favores” en algún cargo, tal y como un día su padrino lo hizo con ellos. De esta manera, lo único que hace falta es pertenecer a la familia. Es de tercera o cuarta relevancia considerar el grado de compromiso revolucionario necesario para asumir una responsabilidad de tan alto calibre, pues lo importante es que logró llegar auspiciado por el padrino y eso debería ser suficiente para todo el mundo. ¡Al carajo la experiencia, el conocimiento y el proceso!
PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE…. ¡VENCEREMOS!
pedro_garciaa@yahoo.es