Yo no pido que me den, póngame donde haiga pa' raspar la olla: La gerencia revolucionaria y los testaferros

“Quien no vive como piensa, termina pensando como vive”

Anónimo

Esta famosa frase (adeca) que titula esta reflexión, y que caracterizó parte de la cultura oral de la IV Republica, continua vigente hoy en día en el proceso revolucionario, y quienes la ponen más en práctica son algunos gerentes que ocupan cargos importantes en la administración del Estado. Estos personajes, como aves de rapiñas, llegan a los cargos sin el más mínimo desparpajo a merodear y desvalijar la hacienda pública.

Estos directivos empiezan a posar sus garras sobre proveedores, contratistas, pólizas de seguros, etcétera. Luego de posesionarse de todo el dinero que les es posible, se les presenta un “gran problema”: dónde colocar lo robado, sin que sea público y notorio el desfalco a la patria. Es entonces cuando aparece una figura emblemática de la corrupción, conocido como el testaferro (testa di ferro el que da la cara o cara de hierro), este célebre personaje hijo de la lengua portuguesa (aunque en el italiano fue que logro su internacionalización plena con la mafia) se mueve de una manera increíble, más bien parece el hombre invisible pues nadie lo ve, nadie lo puede identificar, pero está en todos los sitios de la administración. Sentimos su presencia, pero no tiene un rostro definido.

Ahora bien, ¿cuál es su función? Indudablemente, legalizar o limpiar el dinero que colocan bajo su cuidado aquéllos que no pueden justificar cómo es que lo tienen, dedicándose por ejemplo a comprar bienes y raíces. Mientras tanto, en la declaración a la contraloría, consta que el “gerente revolucionario” de vaina tenía dónde caerse muerto cuando asumió el cargo, pero al retirarse (o que lo retiren) de sus funciones, este personaje cuenta con un peculio abundante, que no es justificable ni aún con los elevados sueldos y gastos de representación que le son asignados, debido a su “alta investidura”.

¿Cómo trabaja un testaferro? Sólo uno de estos bajos seres invisibles puede saber de las cosas que es realmente capaz alguien de su calaña, pero hay indicios de sus actividades, que permiten orientarnos hacia las actividades comerciales de este cómplice necesario de todo ladrón del erario público: 1- compran fincas o haciendas en territorio donde gobiernan la política de alcahuetería o “de la vista gorda” con estos procederes; 2- adquieren hoteles o posadas en zonas turísticas en donde las inversiones “raras” y el lavado de dinero no se investigan; 3- consiguen posesionarse de caballos de carreras y de pasos; 4- invierten en restaurantes y discotecas en zonas privilegiadas y donde todo el mundo se hace el loco ; 5- logran obtener vehículos de ultima generación y hasta avionetas; 6- se convierten en accionistas y propietarios de diversos ramos como el deporte, la cultura, el espectáculo, es decir se cambian en agentes de todo tipo; 7- invierten en la adquisición de propiedades horizontales (pent house y apartamentos) que cuestan millardos. Este listado se queda corto con las interminables formas de colocar dinero y lograr su lavado, pero todas ellas necesitan de la complicidad activa de criminales sin escrúpulos y de la complicidad pasiva de los que (aún sabiendo la verdad) callan o no actúan para detener o al menos enfrentar a estas fuerzas. Obviamente, tiene un precio: El gerente no se enriquece solo. Deberá aportar cuantiosas sumas, propiedades y relaciones a su hombre de confianza, el testaferro, pues tiene que tener comprada esa lealtad, aunque ello implique seguir desfalcando al Estado sin ningún remordimiento.

Ahora bien, nos preguntamos: ¿Qué están haciendo la Contraloría, Fiscalía y el Ministerio de Interior y Justicia, entre otros organismos para vigilar, detectar, prevenir y sancionar estos procedimientos mafiosos en el manejo de la cosa pública? ¿Cuantos detenidos hay? ¿A cuál gerente revolucionario se le ha abierto una averiguación? ¿Es que acaso vivimos en un país de ciencia-ficción, donde la corrupción de estos pillos pasa inadvertida? ¿Por qué las notarías y registros no dan la información oportuna al CICPC de las transacciones jugosas de estos testaferros? ¿Qué espera SUDEBAN para notificar a los organismos de sus cuentas millonarias en los bancos?

Estas preguntas parecen tener una única respuesta. Sencillamente, se dice que tales cosas son producto de “retaliaciones políticas”, “envidias” y “órdenes del imperio” por lo que, al no estar ocurriendo realmente, son puras invenciones y malediciencias, no es necesario hacer nada. Pero lo que se percibe en el pueblo llano es otra cosa: Una impunidad galopante y el silencio cómplice de estas instituciones, lo permite que la práctica de estas acciones fraudulentas, sea algo “normal” dentro de lo que es el desempeño esperado de los “gerentes de la revolución”. Es decir, ser escogido para un cargo de medio o alto nivel dentro del aparato del Estado, parece ser entendido por algunos como el mecanismo seguro “pa’ salir de abajo”. Es más, el sistema de administración de justicia parece que los ampara, pues es casi seguro que jamás su actividad criminal será denunciada e investigada por algún ente competente y si alguien lo denuncia, no hay problema, se le puede seguir achacando la culpa al “Imperio” y la derecha endógena lo apoyará.

Es una de las tareas urgentes de los que estamos con este proceso, la de desenmascarar a estos testaferros y a sus amos, si no, seguiremos presos de estas lacras que como hongos se reproducen luego de la lluvia. Finalmente, los revolucionarios de corazón seguimos esperando por las tres R de revisión, rectificación y reimpulso en el aparato del Estado para expulsar a los enemigos de la revolución.


PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE… ¡VENCEREMOS!




pedro_garciaa@yahoo.es


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Pedro García Avendaño


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