Este 2 de agosto, hace 14 años, que Lydda Franco Farías se nos fue, dejando a Maracaibo, a su mujeres y a la poesía un poquito más solas, sin embargo, su ausencia no ha sido olvido. No ha habido día, mes o año que no sea recordada, bien sea con una edición de alguna antología, conversatorios formales e informales, la creación de concursos literarios, a nivel regional y nacional, e instituciones que llevan su nombre, como por ejemplo la Sala de Lectura de la Biblioteca Pública del Zulia. Alguna vez apoyamos el proyecto de que la biblioteca del municipio San Francisco llevará su nombre. No sabemos en qué quedó esa idea.
Durante estos 14 años, se han creado innumerables blog, facebooks, espacios virtuales, se han escrito tesis, artículos académico y periodísticos, tanto en Venezuela como en el exterior, con el fin de divulgar su poesía, su hermosa poesía. Así, una búsqueda en Google, este 1 de agosto de 20020, nos habla de 8460 resultados que referencian su vida, sus libros. Está presente en Wikipedia, en cientos de blogs, en tuiter (@Lydda FrancoF), hay una Bienal de literatura que lleva su nombre, entre otros homenajes que se le han hecho. Durante años, varios de sus amigos pedimos y solicitamos en diversas oportunidades que la Feria del libro en Maracaibo, en alguna de sus ediciones, llevara su nombre de forma póstuma, no fue posible. También se hicieron diligencias a nivel central para que le dieran el Premio Nacional de Literatura, también en forma póstuma. Tampoco fue posible. Sin embargo, esto no ha sido óbice para que su obra no se conozca aquí y en el exterior, para que no la recordemos con frecuencia, para que no la leamos, y sepamos las mujeres que en ella encontramos una de nuestras mejores interpretes y aliada.
Lydda nació un 3 de enero de 1943, en la sierra de San Luis, en el estado Falcón. Murió a los 61 años, en Maracaibo, la ciudad donde vivió desde 1963, donde es recordada y admirada como un símbolo zuliano, maracucho. Se casó con José Zabala con quien procreó tres hijos: Emilio, Mirna y Milton.
A los 22 años publica su primer libro Poemas circunstanciales, el cual obtuvo el primer lugar en el concurso literario del Ateneo de Coro. Luego salieron a la luz, siete textos más: Las armas blancas (1969), Summarius y UNA (1985) y reeditado en 1998, A Leve (1991), Recordar a los dormidos, Bolero a media luz, Descalabro en obertura mientras ejercito mi coartada y Estantes (1994), Aracné (2000) y reeditado en el 2014, y una Antología poética (2002). En el año 2005, Monte Ávila Editores publica una Antología Poética que luego será reeditada por El Perro y la rana en el 2007.
Escribió otros textos que se han extraviado y no ha sido posible acceder a ellos, como son Estar en el envés (1991) y Edad de los grandes ataúdes (1997) este ultimo en colaboración con Ricardo Ruíz Caldera. De igual modo, se habla de 5 libros inéditos que dejó editados en su computadora y que se han extraviado. A comienzo de año, 13 años después, creí haberlos encontrado, luego de una ardua búsqueda casi que kafkiana por localizar a la persona que había hecho un respaldo del disco duro de Lydda, luego de su muerte, pero el material nunca apareció. Nadie más da cuenta de los mismos, a pesar de haber preguntado a diferentes personas que solían frecuentar a Lydda, en su casa, allá en la urbanización San Jacinto de Maracaibo. Ojalá que alguna vez, alguien los encuentre y los salve para la posteridad
Cierro este pequeño recuerdo entonces con un pedazo de su famoso poema UNA, que es casi como el himno de muchas mujeres en este país, que se reconocen en esos versos, en ese humor, en esa denuncia y que, en sus últimos años, cada vez que lo leía en un encuentro público, la gente lo recitaba, se lo sabía de memoria (para su alegría y felicidad) y lo terminaba coreando con ella. Gracias Lydda.
UNA tiene el deber de ser bella
porque entre otras cosas para eso está UNA
y para comprar lo que nos vendan
y para sufrir por la muchacha de la
telenovela
que es tan desgraciada (la muchacha y la telenovela)