Esta vez la trama de la peste zombi se desarrolla dentro de un avión, mientras en tierra ocurría un holocausto paralelo en el que los corruptos se habían organizado para terminar de asaltar la renta petrolera y la riqueza mineral de cierto país. El primero en manifestar síntomas es un alto funcionario de un gobierno quien viajaba de incógnito y estaba muy entretenido sacando unas cuentas en dólares relacionadas con tráfico ilegal de gasolina. El infeliz individuo de repente viró los ojos y gritó algo así como "¡Viva la guerra económica y dólar today!" y, acto seguido, se queda patitieso como si de repente hubiera emprendido su tránsito al más allá. Algo después estaría lanzando mordiscos a diestra y siniestra, convertidos ya, en una de las abominables criaturas que ya hemos visto en otras películas. Así comienza la pesadilla.
A duras penas logran contener al infectado y dolarizado zombi, el cual a pesar de estar tan muerto como AD parece tener insospechada fuerza. El pánico cunde dentro del avión y los pasajeros discuten entre ellos sin entender lo que ocurre. Por la agresividad de la criatura se oye una voz atribulada que asegura que se trata de uno de esos comerciantes sin escrúpulos que especula con los precios de los alimentos. Alguien sugiere que posiblemente se trata del comienzo de una escalada biológica de una superpotencia para exterminar unos cuantos pobres y además sacar jugosas ganancias con la vacuna.
Mientras los pasajeros conjeturan frenéticamente a consecuencia de tan infausto acontecer, el abominable sujeto comienza a echar espuma por la boca y balbucear como si regresara del inframundo. Sus palabras son muy imprecisas como las de casi todos los presidentes cuando tienen que dar las cifras de infectados de covit19. No sin esfuerzo aciertan a entenderle algunas frases sueltas como "vamos bien… ley antibloqueo", "… zonas económicas especiales". Todos en el avión se asustan, es natural que nadie comprenda que alguien que despierte de tal soponcio balbucee semejantes incoherencias. "Esto está en la biblia ¡Arrepiéntanse!, es un castigo por dejar de rezar y dar el diezmo a la iglesia", se oyó decir a un monseñor que también estaba en el avión, mientras se le podía apreciar una extraña mirada y maligna sonrisita, como si estuviera infectado igual que el comerciante especulador.
¡Llamen al Jefe de los pilotos! implora alguien presa de los nervios, y enseguida éste es requerido por los atribulados pasajeros quienes se muestran desconcertados por la situación. De inmediato se forma una cola sabrosa para hablar con el Jefe quien está encerrado en la cabina y parece que no quiere salir a tomar medidas acordes con la crisis. Todos lo increpan: unos gritan ¡Sacudón! ¡Sacudón! ; otros, ¡te quedan seis meses! … Una azafata insiste en llamar al jefe de los pilotos: ¡Nico ¡ ¡Nico! ¡Tienes que tomar medidas! ¡Es urgente! gime desesperada. Quien quiera que sea el Jefe de los pilotos se toma su tiempo y un pasajero en el paroxismo de los nervios grita fuera de control: ¡Mejor llamen a Donald Trump! …¡acaben con esta emergencia humanitaria! ¡Coño! Desde dentro de la cabina, una voz que no parece de este mundo responde en un tono tan pausado y hasta divertido, como si todo estuviera muy bien, que realmente parece que no se corresponde con la situación: "ya vamos pa’llá mija, paciencia, resolveremos más temprano que tarde, estoy esperando los resultados de las próximas elecciones… ja, ja, ja". Tan extraña respuesta hace pensar a los pasajeros que también el piloto se encuentra afectado igual que el comerciante inescrupuloso y se da la voz de alarma… ¡El piloto es uno de ellos! ¡Sálvese quien puedaaa! …
Este filme lleno de suspenso promete ser un éxito en materia de sano entretenimiento, estemos pendientes.