En el Natalicio del Libertador

Lo gallego de Simón Bolívar: sus otras raíces echadas al olvido

Pintura de Bolívar, del pintor gallego Secundino Rivera

Pintura de Bolívar, del pintor gallego Secundino Rivera

Al cumplirse 230 años del nacimiento del Padre de la Patria, El Libertador Simón Bolívar, son muchas las reflexiones que se hacen y es un momento propicio para la revisión y rememoración de nuestra historia. Es un día que junto a la participación o el seguimiento de las celebraciones, actos oficiales y declaraciones, cada año, se presta para revisar diversos aspectos de su semblanza y de su pensamiento, de la gesta independentista, pero también de sus orígenes, de cómo se formó y de dónde procedía, incluyendo el origen y datos biográficos de sus ancestros. Por ello la siguiente recopilación:

Cuando se habla de los antepasados de El Libertador, con frecuencia se hace referencia a los ancestros vascos, tomando en cuenta el primer apellido paterno. No suele hablarse de la procedencia de otros ancestros conectados con los segundos apellidos, como el apellido materno del padre, los ancestros gallegos. Resulta ser que los bisabuelos de Bolívar, los padres de su abuela María Petronila Ponte-Andrade y Marín de Narváez, de quienes procede el apellido Ponte-Andrade de su padre (más los apellidos de la línea femenina que van despareciendo con cada descendiente), eran coruñeses; es decir: gallegos. Uno era de Elviña (situada en las afueras de la actual ciudad de A Coruña) y otro de Boimorto, en la misma provincia, situada en Galicia, en el extremo nor-occidental de la Península Ibérica, donde remataba Finisterre, el cabo donde los antíguos romanos decían que era el fin del mundo.

 

 HÓRREOS DEL DESTRUIDO PAZO DE PENARREDONDA

La casa de los antepasados gallegos de Simón Bolívar, de la familia Ponte-Andrade, estaba situada en la aldea de Elviña, y el inmueble era conocido por el nombre de una gran peña, como la casa de “Penarredonda”. Hacia 1970, todavía quedaban restos ruinosos de la vivienda, que el Ayuntamiento local se había propuesto restaurar con una significativa inversión. En ese entonces, todavía era visitada, de vez en cuando, por destacadas figuras colombianas y venezolanas. En Venezuela, para esas fechas gobernaba el copeyano Rafael Caldera. Pero la restauración no llegó a hacerse y hoy en aquel lugar está una escuela. Apenas quedan algunas referencias en muy pocas memorias vivas y en algunos archivos. Sin embargo, no muy lejos de allí, a un costado –casi arrinconado- de la vía principal de acceso a A Coruña (La Coruña), justamente en la zona de Elviña, se levanta un monolito labrado, en honor al Libertador Simón Bolívar que, de vez en cuando, en fechas patrias venezolanas, recibe alguna ofrenda floral del consulado venezolano o quizás de algún movimiento gallego solidario con la revolución bolivariana.

 

Monumento a Bolívar en A Coruña

  OFRENDA FLORAL ANTE EL MONUMENTO A SIMÓM BOLÍVAR EN A CORUÑA (GALICIA), CON EL ESCULTOR CORUÑÉS MANUEL FERREIRO BADÍA (AL CENTRO, CON  BARBA BLANCA) Y EN PRESENCIA DE LA CÓNSUL DE VENEZUELA EN GALICIA, MÓNICA CHÁCÍN, EN EL AÑO 2010

Galicia, en los tiempos del imperio español, estaba dominada por la corona de Castilla, después de que los Reyes Católicos hubiesen decretado su “castración y doma” (ver págs.. 10-11 del texto de enlace), expulsando a muchos de los antiguos nobles gallegos hacia las colonias. La lengua gallega (galego), que ha sido considerada como la madre del portugués, era reprimida en su expresión por la imposición castellana, por lo que Galicia también era una nación privada de su soberanía y no una simple región de España. En eso compartía frustrados sentimientos independentistas con las colonias americanas.

Bolívar estuvo de paso en La Coruña en el año 1802, adonde fue a pasar sus primeros días de recién casado,  poco después de haber contraído matrimonio en Madrid, y luego embarcó en el puerto de la misma ciudad, junto con su esposa, Teresa, rumbo a Venezuela, a cuyas costas llegó tras un mes de travesía atlántica. En dicha ocasión, se sabe por los registros, que visitó la casa de sus bisabuelos.

No fue casual, este paso de Bolívar por A Coruña; tenía conocimiento de sus lazos. Anteriormente su padre Juan Vicente Bolívar y Ponte de Andrade, había residido por cierto tiempo en esa famosa ciudad de la Torre de Hércules (quizás el más antiguo faro romano que queda en pie). El motivo de esa estancia paterna fue que en 1775, interpuso un pleito ante la Real Audiencia contra uno de sus familiares, Jacinto Pardo Jaspe de Montenegro, en la disputa de los derechos de propiedad de aquella casa de Penarredonda.

 

La trama de la genealogía gallega en la línea paterna y materna de Simón Bolívar

El gallego-venezolano, residente en A Coruña, Xurxo Martínez Crespo, articulista de Aporrea.org, escribió un texto publicado en la Web de la CIG (Confederación Intersindical Gallega), con fecha del 20 de abril de 2004, titulado: “Simón Bolívar en Galiza” (Simón Bolívar en Galicia) y subtitulado: “A lúa de mel galega de Simón Bolívar” (La Luna de Miel Gallega de Simón Bolívar). En este texto hace referencia a varios trabajos dedicados al tema de los antepasados gallegos de Bolívar. Cita el de José Santiago Crespo Pozo O.M., autor del  libro 'Ascendencia gallega de Bolívar' (1953), editado en Bogotá. Toma fragmentos del trabajo de Xosé Sesto, miembro de la Academia Gallega de la Historia, a quien describe como “infatigable galleguista residenciado en Venezuela hasta su muerte”, quien aprovechando la resolución de la Hermandad Gallega de Venezuela, en 1982, de donar una estatua del Libertador para ser colocada en Elviña, redactó un libro con el título de 'O galego en Simón Bolívar' (Lo Gallego de Simón Bolívar). En ese entonces, la Hermandad Gallega estaba representada por un sector progresista y no por la derecha antichavista que actualmente la controla. Xosé Sesto (padre del varias veces Ministro de Chávez y ahora de Maduro, Farruco Sesto) explora y recopila información de diversos autores que se preocuparon por el tema; entre ellos Felipe Larrazábal (1816-1873), Andrés F. Ponte (Caracas, 1919), donde se llegan a citar no menos de sesenta apellidos de su genealogía.

Entre los datos del estudio de Vales Villamarín, citados por el artículo de Xurxo Martínez, se puede ver que el cuarto abuelo (segundo tatarabuelo) de Simón Bolívar: Marcos Jaspe de Bustamante, Receptor de la Real Audiencia de Galicia, vivía en el Pazo de Penarredonda (Peña Redonda), lugar localizado en la parroquia de Elviña, A Coruña. Marcos Jaspe de Bustamante falleció en 1640. Estaba casado con Inés López de Montenegro; entroncados ambos con las más  nobles famílias de Galiza y Castilla, y de este matrimónio nacieron, al menos siete hijos. El primogénito, Pedro Jaspe de Montenegro, fue batizado en Elviña el 27 de noviembre de 1617. Emigró a Venezuela donde fue alcalde de Caracas, así como Alguacil Mayor del Santo Ofício (Inquisición) y Proveedor General en la misma ciudad. Otra de las hijas de Marcos Jaspe de Bustamante e Inés López de Montenegro fue María Jaspe Montenegro, que se casó con Jacinto Ponte e Andrade. María y Jacinto son los primeros tatarabuelos del Libertador, éstos jamás salieron de Galicia. Pero el que sí  llegó hasta Caracas, donde fue Regidor Perpétuo, protegido por su tío Pedro Jaspe, un hijo de ambos, fue Pedro de Ponte e Andrade Jaspe. Él se casó con María de Narváez. Estos son los bisabuelos paternos de Simón Bolívar.

Pedro de Ponte y Josefa M. Narváez, además de algunos otros, tuvieron una hija, llamada María Petronila de Ponte y Narváez, que se casará con Don Juan Bolívar y Villegas, Alcalde también de la ciudad de Caracas. Son los abuelos del Libertador. El  joven Pedro Ponte Andrade y Jaspe López de Montenegro dejó la casa de Penarredonda, en Elviña (A Coruña), para irse a vivir con sus tíos a Caracas, donde completó sus estudios y se dedicó a los negocios. Al  morir su tío, hereda todos sus bienes y propiedades, lo que consolidó su condición de hombre influyente en la sociedad caraqueña. La casa natal de Bolívar era de su propiedad y de él heredó también buena parte de la gran fortuna que invirtió en la guerra de la independencia.  

También había gallegos por la línea materna de Bolívar, procedentes de la provincia gallega de Orense, aunque las referencias suelen destacar a un ala familiar oriunda de Burgos, Castilla.  Los cuartos abuelos de El Libertador fueron Lorenzo Fernández Araujo y Mariana de Cobarrubias y Losada. Ambos miembros del matrimonio, provenían de Orense (Galicia), de familias nobles de la región, donde nacieron todos sus hijos. Uno de ellos, fue el Capitán del ejército Diego Fernández de Araujo, quien viajó a Venezuela y fue nombrado Alcalde Ordinario de la capital. En Caracas se casó con Juana de Rivilla y Puertas, también de noble familia caraqueña, nacida en 1632 y fallecida en 1677. De este casamiento, nació en 1653 Josefa Fernández Rivilla y Araujo quien se casó con el Capitán Mateo Blanco Infante y uno de sus hijos, Mateo Blanco y Fernández de Araujo, que sería Maestre de Campo, se casó con Isabel Clara de Herrera y Liendo, de cuya unión nació Francisca Blanco de Herrera, casada con Feliciano Palacios y Gil de Arratia (de Burgos, en Castilla y León),  quienes fueron los abuelos de Simón, porque de este matrimonio nació Doña María de la Concepción Palacios y Blanco, la madre de El Libertador.

 

El gallego Pedro Ponte-Andrade y la “negrita” Petronila Marín de Narváez (la tesis del mestizaje de Bolívar)

Algo realmente llamativo, que ha dado lugar a muchas especulaciones e hipótesis, está conectado con la trayectoria de los ascendientes del Libertador Simón Bolívar que llegaron a Venezuela. Lo citaremos aquí.

El asunto es recogido en un artículo publicado en Aporrea.org por Manuel Taibo, quien hace referencia a lo contado por Luís Alberto Sucre de que:  “A mediados del siglo XVIII vivía en Caracas un hombre muy rico, a quien llamaban Don Paco (Francisco Marín de Narváez, gallego de origen). Además de soltero era un auténtico asceta. Por eso, hermanos y sobrinos pegaron el grito al cielo cuando, a la muerte de Don Paco, quedaron enterados de que, no sólo tenía una hija natural, sino que la hacía heredera de su inmensa fortuna. El hecho de ser tan oscura la piel de la heredera, que revelaba a gritos su raza, dio pie a que los frustrados herederos de Don Paco, llevaran el pleito a los tribunales. Nuestro hermano no puede hacernos esto, impugnaremos ese testamento. El juez: les dice. Silencio, señores, o los meto presos. Aquí queda muy claro, y con testigos, que la heredera de la fortuna de Don Paco será su hija Pepita, quien desde ahora llevará su apellido. De la misma forma se nombra, de acuerdo a la voluntad del difunto, apoderados de todos sus bienes a Don Pedro Jaspe de Montenegro. Sus hermanos los señores de Ponte, son designados custodios de su menor hija. Los hermanos de Don Paco movieron cielo y tierra para recuperar la fortuna perdida. Como el color de la niña no ofrecía dudas sobre su ascendencia negra se dieron a difundir que la niña era hija de una esclava llamada Josefa, a quien Don Pedro Jaspe compró para redondear su trama. Una acusación semejante en una sociedad ultra racista como aquella sería todo un drama para la niña que por su ubicación iba a convertirse en persona importante en la vida colonial. Trágica fue la vida de Pepita, quien además de sufrir toda clase de humillaciones por parte de sus iguales era objeto del peor trato por parte de Don Pedro Jaspe, su tutor y de los esposos Ponte cuñados de Jaspe, sus guardas y custodios".

Continuando el relato, Taibo reseña que, "cuando la niña Pepita cumplió los diecisiete años, se fijaron los esponsales de Pedro Ponte Andrade, (un gallego rubicundo como un ángel, que se casó con la negrita por los churupos) sobrino de los esposos Ponte, con la misteriosa negrita, hija de Don Paco. De aquel forzado matrimonio nació una niña a quien Pepita bautizó Petronila. Al igual que su madre, quien murió en edad temprana, Petronila creció triste y asediada por las murmuraciones. Pedriño su padre, a la muerte de Pepita se metió a fraile, pero antes mandó a edificar el templo de La Santísima Trinidad, o lo que es hoy el Panteón Nacional. Petronila vivía en una casa muy hermosa frente al convento de San Jacinto. Allí se enamoró y casó (1711) con un mantuano, a pesar de las burlas racistas de los aristócratas".

"¡Muéranse, agárrense y prívense con la noticia que les traigo! (dice una sifrina de la época): Juan de Bolívar y Villegas se casa con la Marín de Narváez". Así lo transmite Taibo, de manera casi novelada, con un toque actualizado de humor, tomando los modismos contemporáneos de la Venezuela de hoy.

Y sigue: "De aquel matrimonio nació un niño a quien pusieron por nombre Juan Vicente Bolívar y Ponte, el padre de Simón Bolívar el Libertador. A pesar de parecer un cuento, es una historia silenciada que la puede encontrar en el estudio genealógico que sobre el Libertador hizo Luís Alberto Sucre. (Esto, para que se enteren los racistas y fascistas de la oposición, que se creen arios o vikingos, por tener una gota de sangre de blanco)”.

De aquí se derivan hipótesis sobre el presunto mestizaje de Bolívar.

 

Galicia debe recuperar su condición de referencia bolivariana frente al olvido

La vinculación del Libertador con Galicia, por sus antepasados, es evidente. Incluso hay quien reseña que el escudo de armas de los Bolívar emigrados a Venezuela contiene el emblema de los Andrade. Sin embargo, esa vínculación gallega de Bolívar ha sido dejada casi en la oscuridad. El hecho de que la casa ancestral de  Penarredonda fuese carcomida con el tiempo sin que se hubiese concretado su recuperación  y el traslado del monolito de Bolívar a un sitio poco perceptible, señalan hacia responsabilidades compartidas por las autoridades gallegas y por los gobiernos venezolanos. Los movimientos solidarios con la revolución bolivariana en Galicia, en gran medida conectados con el nacionalismo gallego, pueden ser un punto de apoyo para el rescate necesario, cuando en los tiempos que corren, como lo fue y lo sigue siendo Bolívar, la revolución liderada por Chávez y la Venezuela bolivariana, vuelven a ser un faro que ilumina y un ejemplo que inspira a otros pueblos que luchan. Por eso la importancia de resaltar los puntos de contacto entre esos otros pueblos y el suelo patrio de El Libertador.

@GonzaloAporrea 

 

 


 



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