Millones de seres humanos, muchos de ellos en el albor de su juventud perecieron en el turbulento escenario de la segunda guerra mundial.
Peor suerte
corrieron los infortunados hebreos de entonces, que indefensos y
atrapados
en medio del conflicto bélico, de forma selectiva y sistemática fueron
exterminados por la bota nazi. Espeluznante drama sin precedente en
la historia humana personifica hasta el día de hoy, a la madre de
todos los horrores y dolores en la conciencia universal.
Sin duda
una huella imborrable, como imborrable es lo que acontece hoy después
de tantos años de aquel holocausto, ahí frente a nuestras propias
narices y hasta en los mares que conducen a la Franja de Gaza, donde
pernocta el gemido a cielo abierto de uno de los ghettos al estilo del
siglo XXI,
como es la abnegada y sitiada Palestina, que pareciera que el impío
destino le está cobrando los platos rotos de aquel sacrificio judío.
Da la
impresión
que un amasijo de odio y venganza se ensañase ante un pueblo en
desventaja,
que impotente tiene que aceptar el agravante accionar humillante y
vergonzoso
de una fortificada Israel, que tristemente hoy contrasta ante la
historia,
con respecto a las imágenes esqueléticas de hombres, mujeres y niños
en su mayoría judíos en los campos de exterminios de Auschwitz, que
a estas alturas aun permanecen ancladas en la mente racional, como
un negro pasaje que ensombrece la carta cabal y principio de toda la
humanidad. Tal vez todo el triste acontecer que de forma escalonada
se ha venido suscitando en la Franja de Gaza, de nuevo amenaza con
repetirse
con más niños, mujeres y ancianos cruelmente masacrados.
Israel
una gran nación y dentro de ella un pueblo unido y virtuoso de existir,
al igual que el pueblo de Palestina y como todos los pueblos de la
Tierra.
Pero en el reverso de la moneda, el otro Israel, un estado muy
afortunado,
catapultado por las cenizas color púrpura, que dieron origen al canto
de Victoria dentro de lo que fue una vez el epicentro de un conflicto
a escala mundial. Israel, un estado carente de toda magnanimidad con
mucho poder estratégico y defensivo, pero impúdico en lo hegemónico,
incapaz de rendirle humilde tributo a las cenizas de Auschwitz en su
Santo reposo y la serena quietud de su grito silencioso, de que jamás
hombre alguno o mujer de esta Tierra, en el umbral de un futuro tuvieran
que tragar el gas venenoso y sentir en carne viva, alma y espíritu
la ardiente fragua, como a ellos les tocó vivir tan cruel y semejante
desgracia.
Sin
embargo,
el otrora y errante pueblo hebreo que en una ocasión atravesó el
desierto
en busca de la tierra prometida, hoy conforma el estado de Israel;
negar su existencia sería una posición absurda y necia desde todo
punto de vista, pues ellos legitimaron ese derecho que también les
pertenecen, como el derecho de Palestina a refundarse sobre un estado
libre y soberano. La escabrosa encrucijada no radica en el estado de
Israel como tal, si no de que forma compartir un espacio hermanados
con el heroico pueblo de Palestina, esta complejidad coyuntural
determina
con o sin razón tan lamentables acontecimientos y esa anhelada paz
sería letra muerta en las borrosas líneas de una página, si ambos
bandos tomados de las manos y con la visión clara y moderna que les
depara el siglo XXI, no retomasen de nuevo algo parecido
como lo fue ayer en la senda de Camp David; no conozco
opción viable y razonable,
por supuesto, con la ayuda de todos nosotros si dejamos aún lado el
papel de simples espectadores y en vez de salir en cruzadas y presurosos
a demoler las relaciones diplomáticas con el estado y hermano pueblo
de Israel; pudiera ser mil veces más provechoso tenderle la mano amiga,
para demostrarle con hechos concretos cuan inmensa sería la suma de
voluntades, donde nuestro modesto aporte contribuya de alguna manera
a minimizar en gran medida la fricción de dos pueblos hermanos.
Recordemos
siempre, que ante la imponencia de la sólida montaña y el apacible
río, no se debe pasar por alto que este último placido fluye cuesta
abajo,
Si alguien
dijese que hay alguna ambigüedad o postura pro israelí en lo que aquí
expreso, de corazón se lo respeto y le diría lo siguiente: si mueren
israelíes lloro y si mueren palestinos también lloro y entonces que
hago?
Lamentablemente
con o sin causa, la guerra es la guerra y el zumbido de sus cañones
nos empequeñece como la más frágil de las partículas, tal
vez llegue el día en que el hombre alcance su más alto grado de
conciencia
y civilización y las armas que hoy cobran con sangre su indebido uso,
pasarán a ser un oxidado recuerdo en algún apartado y viejo museo.