La Liberación de la mujer parte fundamental del movimiento del Poder Popular hacia el socialismo

Podríamos decir que la denominada prehistoria de la humanidad de las que nos alertaron Marx y Engels, además de partir de una sociedad enajenada, fuera de sí misma y de sus potencialidades creativas, esclavizada a un régimen de explotación del trabajo, amenazada por las guerras imperialistas y sometida a la miseria, ha sido sobre todo una época hostil a las mujeres.

Hoy en día, aproximadamente la mitad de la humanidad es de sexo femenino, sin embargo, el 70% de las personas que viven en pobreza son mujeres, dos terceras partes de los(as) analfabetas en el mundo son mujeres, más del 60% de los trabajadores(as) en las maquilas son mujeres, podríamos concluir que el gran peso de la opresión del sistema capitalista lo cargan sobre sus hombros las mujeres.

Tales datos nos muestran una clara y evidente tendencia machista en la actual sociedad de clases que yace oculta y banalizada por la cultura del capital y su reproducción a través de industrias culturales.

La opresión que sufren las mujeres nace con la aparición de la propiedad privada, es esta una relación social de dominación y de explotación que permanece inmutable y con suma naturalidad desde que surge el primer antagonismo de clases, que según F. Engels coincide con las contradicciones entre el hombre y la mujer en la monogamia, situación en que las mujeres fueron desplazadas de la producción y se le condena por la fuerza, por las ideas y por las creencias al trabajo doméstico.

Allí en la oscuridad del trabajo doméstico, justamente en la bóveda de la familia patriarcal se concentra la base cultural de la opresión a la mujer, los roles asignados la colocan en situación de inferioridad y tales son formados y practicados sólidamente, desde la familia, la religión, los medios de difusión y la educación.

El capital afianza esta relación a pesar de su discurso liberal de “libertad a las mujeres”, disfraza de modernidad y de aperturas la triple explotación de las que son víctimas, a saber: la explotación en el trabajo por el capital, en el trabajo doméstico y como símbolo sexual y estereotipos en las que se basa la publicidad actual, base de sustentación de la sociedad de consumo.

De caras a la construcción del socialismo debemos afirmar, que el avance de la revolución está determinado por el grado de libertad que produzcan y gocen las mujeres, o en palabras de Fourier “el grado de emancipación de la mujer en una sociedad es el barómetro general por el que se mide la emancipación general".

Las y los revolucionarios no podemos plantear una construcción social liberadora sin transformar esta relación de opresión a la mujer, pues es parte del bloque de relaciones del capital, por ello, debemos deshacernos de viejas culturas, de las timideces propias de una clase aún explotada y trazarnos la acción histórica de un modo completo: Luchar contra el machismo como parte del bloque histórico de relaciones del capitalismo.

En palabras de Gramsci: “El proceso revolucionario debe ocurrir subterráneamente en la oscuridad de la conciencia de las inmensas multitudes que el capitalismo somete a sus leyes (...) el proceso revolucionario se realiza allí donde las relaciones son de opresor a oprimidos, de explotador a explotado, donde no hay libertad para los y las trabajadores, donde no existe democracia; el proceso revolucionario se realiza allí donde los obreros y las obreras no son nadie y quieren convertirse en todo, allí donde el poder del propietario es limitado, poder de vida o muerte sobre el obrero y la obrera, sobre la mujer, sobre los hijos de los obreros y las obreras”.

La Revolución Bolivariana ha logrado una base jurídica de equidad entre los géneros, ha logrado una moderna ley de la mujer para una vida digna y sin violencia, y les ha reconocido el protagonismo alcanzado en el conjunto de sus políticas, pero aún falta mucho para su igualdad práctica, consideramos que la misma debe venir de la lucha del poder popular, de las comunas donde se deben producir nuevas relaciones sociales.

Consideramos necesario tomar las propuestas hechas por Vladimir Lenin y Alejandra Kollontai para la revolución de los bolcheviques de 1917 acerca de la creación de una red de instituciones como casas-cuna y guarderías, restaurantes y lavanderías comunales, que liberaran a las mujeres de las tareas del cuidado de los niños y de la casa.

Desde luego se debe abrir con astucia y sin chantajes el debate sobre el drama de los abortos ilegales, por el que miles de mujeres mueren en nuestro continente, proponiendo o alineando medidas legales para su trato medico con mayor seguridad, esto acompañado de una sólida educación e información pertinente sobre la seguridad sexual.

Comprometidos estamos por la completa construcción del socialismo con equidad de géneros.


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Ricardo Adrián

Comunicador Social, Marxista, Militante revolucionario por la causa de los proletarios, activista por el Poder Popular.

 construccionsocialista@gmail.com      @rradrian

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