Estudios comparativos del delito en el mundo han mostrado que países con represivos y equivalentes sistemas policiales muestran diferentes resultados en el índice de criminalidad. Así es el caso de los Estados Unidos y Singapur, en donde el primero, posee un promedio de asesinatos 4 veces mayor que en los países de la Europa occidental mientras Singapur posee uno de los menores índices de este fenómeno en el mundo. Si se pregunta a cualquier persona acerca de las principales causas de la criminalidad probablemente una de las primeras respuestas será: la falta de un sistema policial represivo y eficiente. Más que causa, esto es más bien una consecuencia, elemento castigador más no preventivo. Es necesario entender que numerosos factores contribuyen a afectar el índice de criminalidad y se debe profundizar y determinar verdaderas causas antes de pretender resolver el problema con más policías y más cárceles. Un reciente reporte del Departamento de Justicia en Estados Unidos dio a conocer que este país tiene el más alto numero de presos per cápita en el mundo, actualmente alrededor de 5.6 millones de presos. Esto es, 1 de cada 37 adultos que viven en los Estados Unidos está en la cárcel. La interrogante es, ¿ha disminuido esta fiebre carcelaria el fenómeno de la criminalidad en los Estados Unidos en los últimos años? El constante aumento de presos demuestra lo contrario. El problema de la criminalidad aumenta en este país pero se encubre con más presos y cárceles. El crimen persiste y se agudiza porque las diferencias sociales se comportan de igual manera. No ha habido por ejemplo una respuesta del sistema a las dramáticas injusticias sociales que perjudican a las minorías negras e hispanas, gran mayoría en las cárceles norteamericanas. Este rico país no atiende sino más bien fomenta elementos y valores que incitan a delinquir como la delirante carrera por la riqueza económica, exacerbado materialismo, egoísmo e individualismo extremo, racismo, etc. Pero los gringos son prácticos y obtusos, acuden directamente al castigo sin escatimar en la prevención del delito o rehabilitación del delincuente, trabajo mucho más engorroso que tendría que empezar por alterar las actuales bases de un sistema que genera delincuencia pero también y de manera proporcional mucha riqueza, lo cual es primordial para ellos.
En Venezuela se ha comenzado a atacar el problema en una de sus importantes causas mediante la atención a las clases desfavorecidas, a través de planes para aminorar la brutal separación clasista asentada por largos años, educación para toda la población, incorporación de todos los ciudadanos al sistema de producción y economía nacional, en fin, esta naciendo una nueva conciencia de participación de todos los venezolanos sin distinciones en el desarrollo de nuestra sociedad, lo cual ayudará sin duda a aminorar los problemas de criminalidad en las próximas dos o tres generaciones. La grave situación de delincuencia y criminalidad que experimentamos actualmente tiene causas muy claras: el abandono en la miseria por más de cuatro décadas de miles de familias venezolanas levantadas en condiciones infrahumanas o de supervivencia y aplastadas por un injusto sistema que prefirió siempre ocultarlos y aislarlos antes que salvarlos; la complacencia por más de cuarenta años de la autoridad ante los delincuentes de cuello blanco, quienes probablemente superan en número a aquellos de la calle y quienes han generado los graves niveles de corrupción conocidos hoy en nuestra sociedad, y en tercer lugar, parte importante de la formación de nuestro pueblo venezolano, también por décadas, en manos de medios de comunicación privados y su degenerada programación, veneno de nuestros valores, atracadores de nuestro pensamiento y en grandes proporciones incitadores del delito. Personalmente dejé de ver estos canales hace más de 20 años cuando sentarse en familia un domingo en la tarde a ver la televisión era como abrir la ventana a un oscuro submundo en permanente estado de guerra e insólita violencia. Esto coincidía con la clausura definitiva de uno o dos programas culturales formativos que nos pichirreaba uno de estos canales, como Clásicos Dominicales. Era esta una conducta irresponsable y deliberada de los medios, con la siempre mediocre excusa de darle al pueblo lo que al pueblo le gusta y quitarle lo que a este no le gusta, de generar las mayores ganancias con programación de fácil consumo, aprovechándose de la debilidad e inocencia del pueblo que observaba embelesado toda aquella porquería que cuatro indecentes dueños de un canal habían decidido por “gusto” del pueblo. Así, semana tras semana día tras día nuestra gente consumía y sigue aún consumiendo sin cuestionar, toda aquella programación contentiva de un grado tal de perversión capaz de dejar a más de uno con una o dos noches de insomnio. -Nuestra función no es educar, es entretener- también argumentan; pero el entretenimiento también tiene sus límites y colores; el entretenimiento mal utilizado puede convertirse en entrenamiento nefasto con resultados impredecibles; es perverso entretener con violencia; ¿pero qué puede esperarse luego? ¿Estoy exagerando? Para aquellos ya acostumbrados, convencidos de como debe ser una “programación normal” de cualquier canal comercial del siglo 21, tal vez piensen que exagero. Nosotros tenemos la potestad de apagar el televisor, es cierto, pero es cierto también que esta es la triste manera de como nuestros hoy “tan preocupados” medios han contribuido durante tantos años a desatar mentes deformadas en nuestra sociedad. Aquéllos quiénes se han arrogado el derecho de invadir y contaminar los hogares de miles de familias venezolanas con tanta basura demuestran ahora pública indignación por tanta inseguridad en el país. Los canales privados de televisión en Venezuela, en manos de unos desgraciados hipócritas de toda una vida, tienen una gran responsabilidad en la formación de conductas desviadas y en la incitación a delinquir, y su responsabilidad en tanto daño causado a nuestra sociedad no puede quedar impune. Mentes proclives al delito en este país, sólo han tenido que observar estos canales por unos meses para obtener su maestría y dar el paso definitivo a la realidad del crimen. ¿Cuántos secuestros, crímenes, asesinatos, violaciones, extorsiones, actos terroristas etc. transmiten Radio Caracas, Venevisión, Televen y Globovisión a la semana? No puede un padre delincuente pedirles a sus hijos que no lo sean. No puede andar esta gente exigiendo paz social, son demasiado inmorales!!! Ha sido su propio noble pueblo el blanco de su basura, víctima de su malsana y perversa orientación y generador de sus mal habidas ganancias; con el pueblo venezolano han jugado!!!
El crimen y la delincuencia en Venezuela, ¿soluciones? Si hay soluciones. En primer lugar el aporte del presidente Chávez, quien ha iniciado una profunda reestructuración de nuestra sociedad al tratarla, por primera vez en muchos años de historia, como una sociedad humana e inclusiva en donde todos tenemos derecho a una vida digna, salud, educación, trabajo y salario, es invalorable y es definitivamente el primer gran paso. En segundo lugar, se debe estimular el desarrollo permanente de una conciencia “social” y de “solidaridad humana” en los niños y las familias a través de planes educativos así como también la constante búsqueda y reafirmación de nuevos valores humanos en contraposición a los materiales. Es de suma importancia entonces el apoyo absoluto a todas las actividades formativas y de sano entretenimiento, ya sean estas audiovisuales a través de los medios o de participación directa, que involucren gran número de jóvenes y niños, especialmente actividades relacionadas con el arte las cuales desarrollan a plenitud la autoestima, sentimientos filantrópicos y profundidad de valores universales. Esto producirá sin duda extraordinarios resultados. En tercer lugar, es necesario establecer responsabilidades y dar con los delincuentes, pero no sólo en la calle, también con los delincuentes de oficina; y una vez hallados, será imperante ser creativo: ¿qué hacer con ellos? ¿es la cárcel y la brutalidad policial la única vía para la solución del problema? Diferentes aproximaciones a estos problemas sociales pueden dar diferentes resultados. En algunas sociedades como en Nueva Zelanda, se ha desarrollado un proyecto en donde la víctima, el victimario y representantes de la comunidad alcanzan acuerdos y fijan términos para que el victimario pueda resarcir en condiciones ejemplarizantes ante la sociedad, el daño causado. Es así como, se me ocurre por ejemplo, condenar a los cuatro canales privados de televisión en Venezuela a transmitir programación cultural y educativa al país por el mismo tiempo del daño causado, es decir por los próximos 20 o 30 años. A los gerentes, empresarios y productores dueños de estos canales, obligarlos a asistir a un centro de rehabilitación en donde puedan superar su enfermedad de perversores sociales y exigirles mensualmente la presentación de proyectos, estrategias y diseños de una nueva era de medios difusores de buena formación y preventivos del delito. En conclusión, iniciar ya la búsqueda de nuevas alternativas para crear condiciones que prevengan del delito y crear nuevas formas de castigo público que de alguna manera sirvan de catarsis moral a las víctimas y a la sociedad.
La delincuencia y el crimen son fenómenos universales y fluctúan de acuerdo a las características especiales de cada núcleo social. Su naturaleza cambiante obedece al diseño o estructura social en un momento histórico. Es así como la característica actual del delito en Venezuela con su particular gravedad obedece a una fase culminante de graves distorsiones sociales imperantes en nuestro país por varias décadas. Aprovechemos esta encrucijada de trascendentales cambios en nuestro país para aportar hoy todos, porque es responsabilidad de todos, los cambios necesarios en nuestra sociedad para que esta no continúe siendo el caldo de cultivo de delincuentes y criminales del mañana. Tener una mejor sociedad, más humana, está en nuestras manos pero necesitamos de creatividad, acciones ejemplarizantes y mucha paciencia, pues para apreciar los resultados de los cambios que emprendamos hoy, para revertir todo el camino torcido, se requiere al menos el mismo tiempo perdido.