Excelente y duro el golpe al narcotráfico colombiano dado por las autoridades nacionales con la captura de Farid Feris Domínguez, en una lujosa quinta de La Lagunita, un sujeto ligado a reconocidas familias del departamento de Córdoba (Colombia), de donde es oriundo Mancuso y otros reconocidos capos de las mafias coqueras y paramilitares, además muy vinculado a las corrientes políticas uribistas paramilitares que respaldan el actual presidente de Colombia.
Venezuela, que ha sido últimamente escogido por las mafias colombianas y gringas como punto de tránsito del trasiego de narcóticos hacia el mercado norteamericano y europeo, está demostrando con estas capturas y las incautaciones de droga (43 toneladas en lo corrido del año), su clara determinación de combatir este flagelo que alimenta la podrida corrupción capitalista. No son necesarios convenios con la DEA ni fracasados planes Colombia para enfrentar este peligroso fenómeno criminal.
Lo cierto es que nuestra nación es victima de esta lacra social del mundo contemporáneo que tiene su foco en el compulsivo consumo de los países desarrollados y la incontrolada producción en territorio Colombiano, por parte de las poderosas elites paramafiosas incrustadas en los mecanismos gubernamentales de dominación violenta, gracias a la complicidad del gobierno del señor Uribe Vélez, autor de una terrible Ley de impunidad que les permite a los narcos seguir con su lucrativo negocio desde las lujosas y simuladas cárceles donde pagan unas exiguas penas, después de ser autores de crímenes de lesa humanidad y haber expropiado millones de hectáreas a mas de 4 millones de campesinos que hoy viven un penoso desplazamiento humano.
El golpe dado al narcotráfico con esta captura es también, hay que decirlo, un golpe a la conspiración escuálida dado que este tenebroso negocio es otro brazo del imperialismo y las clases ricas que se vale del mismo para seguir acumulando riqueza y poder político. Las mafias de la droga son por definición contrarrevolucionarias, ultraderechistas y fascistas. La prueba esta en Colombia, donde los principales carteles de la droga son las bandas paramilitares que dan un amplio soporte al actual gobierno de Uribe Vélez, con amplios y comprobados vínculos con el narcotráfico. Para no ir muy lejos baste saber que la actual Canciller, la señora Araujo, es cuota de Jorge 40, un connotado paramafioso del departamento del Cesar.
El Ministro J. Chacon ha anunciado que vendrán otras capturas de narcotraficantes colombianos camuflados acá en nuestras ciudades y territorios con fementidas identidades. Ojala esto ocurra rápido porque son amplios y profundos los tentáculos acá en Venezuela, de estos mafiosos recluidos en la lujosa prisión de la Ceja (Antioquia). Varios de ellos han instalado “oficinas” en exclusivos puntos de Caracas, Valencia, Barquisimeto y Maracaibo. Los testaferros de Mancuso, Macaco, Ernesto Báez, Ramón Isaza, El Alemán, Jabón y Diego Montoya, se mueven con mucha propiedad sobornando oficiales de la Guardia Nacional y otros altos funcionarios para que faciliten sus actos criminales.
Todo esto debe ser combatido con la mayor energía para extirpar de raiz este peligroso fenómeno y sus desestabilizadoras consecuencias.
San Cristóbal, 23 de septiembre de 2006.