Binóculo N° 322

“Soldados sin franela”

Salvo el asesinato de Román Delgado Chalbaud, para el que aún la historia no está clara pues algunos historiadores continúan diciendo que las narices de los adecos estuvieron metidas allí, en Venezuela no hay cultura magnicida. Tendríamos que contar el atentado contra Rómulo Betancourt, pero sabemos que fue una acción personal de Luis Cabrera Sifontes, quien recibió el financiamiento del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo Molina “Chapita”, enemigo jurado de Betancourt.

Cultura magnicida tiene Estados Unidos, en donde se han asesinado cinco presidentes en el ejercicio del poder. Cultura magnicida la hay en Colombia en donde han asesinado cuatro candidatos presidenciales en plena campaña. Es decir, que en estos países están acostumbrados a tomar este tipo de decisiones cuando las políticas no les funcionan.

En mi columna publicada el 18 de junio por el portal Aporrea y por el semanario Kikirikí, escribí: “Lo primero que debemos medir es que el imperio tiene una estrategia funcionando perfectamente hace tiempo, sobre la base del control de la región con el asentamiento de siete bases militares en ese país. La ofensiva de la oligarquía en la nación neogranadina, es de tal magnitud que se calcula han destruido el 42% del territorio en la más brutal agresión ecológica del mundo de la que se tiene noticias… Ahora viene la ofensiva contra líderes sociales, políticos, sindicales, los asesinatos serán en masa y las protestas y manifestaciones, que las habrá por montones, serán reprimidas sin contemplaciones. Más temprano de lo que se cree, la gente se arrepentirá de haber votado por el Uribismo… El regreso del Uribismo al poder en Colombia, necesariamente obliga a poner las bardas en remojo. Uribe, no Duque, tiene esa cuenta pendiente y la va a cobrar, con apoyo del imperio, además. De tal manera que antes de la violencia, viviremos una serie de actos de provocaciones por parte del Uribismo, en busca de una respuesta del parte del gobierno venezolano. Incluyendo la reactivación de las guarimbas, esta vez con niveles de violencia semejantes a los de Nicaragua, cuya oposición, como estamos viendo, no es política, sino asesina… Esta arremetida tendrá un ingrediente adicional, el apoyo incondicional de Estados Unidos que provoque una reacción militar contra Venezuela, o que avale la subversión de estamentos militares venezolanos para dar un golpe de Estado. Nuevamente se exportará la violencia desde ese país hacia Venezuela, con ingredientes que serán altamente preocupantes. Y eso es ya. El imperio necesita salir con urgencia de Maduro y del Chavismo”. Esto fue publicado por estos medios hace 46 días. Hace apenas dos días que acabamos de vivirlo.

Y está claro que el atentado contra Maduro no se origina en Venezuela. No hay capacidad, ni organizativa ni logística para poner a andar un plan como ese. Mucho menos cuando todos los dirigentes de la oposición se encuentran viviendo y conspirando fuera del país. Tampoco suena extraño que no más ocurrida la explosión, la inefable Patricia Poleo se tira un extra desde Miami para leer el comunicado de los “Soldados sin franela”. Por cierto, no había escuchado un nombre más estúpido para una organización armada. No hay ningún planteamiento importante en ese documento que leyó la periodista, salvo aquello que todos conocemos y que atañe directamente a la crisis.

Y por otra parte, cuando uno ve la cara de los fugitivos, no queda otra cosa que pensar que de dónde los sacaron, ¿Parecen conspiradores, parecen políticos, dirigentes de algo? Parecen más bien tarifados, gente a las que le pagaron unos reales para que cometieran el hecho. Allí queda claro que no hubo planificación de ningún tipo, y que eran totalmente inexpertos en estas lides. Con toda seguridad que, si se indaga más, se descubre que no tenían ni idea de la magnitud de lo que realmente estaban haciendo, ni el tamaño del problema en el que se estaban metiendo, y que además no son las cabezas pensantes, si es que pensaron.

Lo que sí es un hecho es que, en la toma de posesión de Duque, que está ocurriendo hoy mientras escribo esta columna, se destacará la arremetida contra Venezuela. Colombia encabezará el grupo de países que pedirán la salida de Maduro y la ofensiva internacional. Ya existe una Junta de Gobierno formada con gabinete y todo que funcionará en Miami y desde allí tomará las decisiones. Ya está listo un Tribunal Supremo de Justicia. Está prevista la destitución de gobernadores, alcaldes, concejales y diputados; y las primeras medidas que se refieren a la ayuda humanitaria, misma que debería comenzar por los miles de hambrientos y desasistidos en Colombia o los 40 millones de pobres en Estados Unidos, o los seis millones de harapientos en Chile, o el desastre nutricional en Argentina. En mi tierra tienen una expresión: “que desgracia de pueblo cuando el cura es loco”.

La desesperación por salir de Nicolás en algunos sectores de la oposición es tal, que, nomás ocurrir la explosión, se escucharon las más folclóricas cacerolas, como el caso de zonas donde mientras tocaban las tocaban en las licorerías, tomaban cerveza a mil doscientos la botella. En el caso de Valencia, sólo en la urbanización La Isabelica, un grupito se atrevió a quemar unos cauchos. Claro, les pegó fuego y se fueron a seguir bebiendo cocuy.

Queda claro que la ofensiva contra Venezuela viene desde afuera. No habrá oposición al menos por dos años. No olvidemos que vivimos en una Aldea Global y Venezuela es un país clave en esa realidad. Su ubicación geopolítica y poseer las mayores reservas de petróleo en el mundo, la convierten en la “amenaza inusual y extraordinaria” de la que hablara Obama. Siempre será tema en la agenda de cualquier encuentro importante del mundo, desde el Club Bilderberg, pasando por el Club de Roma hasta llegar a los iluminatis. El simple hecho de que no se alinée con el Big Brother, y sí con Rusia y China, lo convierten de hecho en un enemigo.

Aquella columna la titulé “Ahora sí, compren alpargatas que viene joropo”. También en otra columna hablé –mordazmente- de montar la fábrica de morcillas. Siempre digo que quiero equivocarme cuando digo estas cosas. Pero suelo escribir las cosas producto de los análisis que hago, con el uso de una herramienta que para mí es indispensable, la dialéctica y el materialismo histórico, convencido de que su uso no deja posibilidad de equívocos.

Ahora quiero equivocarme porque no quiero ver gente muerta. No quiero vivir otro Caracazo. Me niego a ver masacres, y rechazo, por sobre cualquier cosa, el enfrentamiento entre venezolanos, que estimulan otros venezolanos que viven en Miami y sólo vendrán a recoger el producto de la sangre derramada. E insisto nuevamente, Nicolás tiene que irse pa´la calle, reunirse con el poder popular, buscar a hombres y mujeres de las miles de comunidades organizadas que hay en el país, darles apoyo, quitarles de encima a los burócratas y a los militares matraqueros que no los dejan avanzar; y reinventar un partido, un vaina que dirija el proceso político y tenga conciencia de hacía dónde avanzar y cómo hacerlo, porque en realidad creo que el lobo está llegando.

Caminito de hormigas…

Me dicen que dos gobernadores y doce oficiales de alto rango están metidos en el complot contra Maduro. Imagino que ya los servicios de inteligencia lo saben.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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