Muy apreciado Julio:
El día lunes 28 de septiembre, apenas hace tres días, estuve en comunicación con familiares muy cercanos del Mayor General Miguel Rodríguez Torres, quienes me informaron que él fue recluido desde el 13 de marzo de 2018 hasta el 9 de mayo de 2019 en la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), con sede en Boleíta Sur y luego, desde el 9 de mayo de 2019 hasta el presente, en la sede de la DGCIM ubicada en la 35º Brigada de Policía Militar (Fuerte Tiuna).
En su información agregan que desde el punto de vista jurídico en la audiencia de presentación, de fecha 13 de marzo de 2018, se le imputaron los siguientes delitos:
1) Espionaje
2) De otros Delitos contra la Seguridad de las Fuerzas Armadas
3) Conspiración para el Motín
4) Instigación a la Rebelión.
La Fiscalía Militar presentó la acusación el 27 de abril de 2018, pero sólo lo hizo por el delito de Instigación a la Rebelión. Sin embargo, para los delitos de: 1) Espionaje, 2) De otros Delitos contras las Fuerzas Armadas y 3) Conspiración para el Motín, la Fiscalía Militar pidió el SOBRESEIMIENTO y no se presentó el Acto Conclusivo por el delito de Traición a la Patria que, en fecha 29 de mayo de 2018, se le imputó.
Por todo ello, a dos años y medio de injusto encarcelamiento y violaciones al debido proceso, es que hoy solicitan el decaimiento de la medida de Privación Judicial Preventiva de Libertad.
Por otra parte, me plantearon lo relacionado con las graves condiciones de reclusión del prisionero, esperando que me hiciese eco de tan alarmante situación y, con gusto, sin tener mucha claridad acerca de lo que esperaban de mí, me he dispuesto a aceptar la responsabilidad de molestarte y, por tu intermedio a otros viejos camaradas y amigos que estoy seguro van a comprender, con el objeto de lograr una elevación de conciencia respecto de este caso por parte de las autoridades, y que se produzca un cambio sustantivo en las condiciones en las cuales se encuentra Rodríguez Torres, tanto jurídico-procesales como de salud que, sin exageración, están poniendo en grave riesgo su vida.
Tu nombre vino a mi mente porque de repente, en este intercambio con los familiares de Rodríguez Torres, evoqué unas imágenes tuyas cuando, supongo por allá en el año 1963 (si la memoria no me engaña), junto al reloj de nuestra UCV (La casa que vencía las sombras), diste un discurso muy emotivo en el cual anunciabas que te unirías a las guerrillas desde ese mismo momento para decir, casi al final: "la vida del revolucionario es así". Fui testigo presencial y no puedo olvidarlo, como te habrás dado cuenta, porque, aunque apenas yo tenía unos trece años y tu no eras muchísimo mayor que yo, fuiste en ese momento para mí un ejemplo de compromiso de vida.
Y ahora, reflexionando sobre la vida y las vueltas que ella da y sobre los compromisos que vamos adquiriendo en este trayecto, estoy convencido de que esas palabras tuyas significaban y significan una promesa ética y revolucionaria con la vida, con los principios, con el humanismo, con la justicia, con la revolución de nuestros sueños que, estoy seguro, no vas a dejar de lado y ese compromiso significa, por ejemplo, que al prisionero se le respeta, no se le tortura ni se le maltrata en ningún sentido, se le garantiza su bienestar físico y mental, así como, muy importante, un juicio justo y oportuno. De esa forma de comportamiento nos enseñó el Libertador con Antonio José de Sucre y la regularización de la Guerra acordada con Pablo Morillo y también Hugo Chávez nos dio ejemplo en tiempos mucho más recientes.
Es el caso que Rodríguez Torres se encuentra muy afectado de salud, sin recibir la atención médica adecuada que merece y requiere como ser humano, pero, además, ha estado sometido a incomunicación por muy extensos períodos incluyendo la relación con su familia y sus abogados, lo cual constituye universalmente una aberración en lo humano y en lo jurídico.
En tiempos pasados, durante los gobiernos de Betancourt, Leoni, Caldera, Pérez, participábamos desde muchos frentes cívicos de batalla como universidades, liceos, sindicatos, y en los barrios (es imposible llevar la cuenta), y esa participación representó un elevado precio que tuvimos que pagar, que tuvo que pagar el pueblo, con muertos, heridos, desaparecidos, atropellos a la Constitución y a la Justicia (incluso a aquella Constitución y aquella justicia) y una constante en tales batallas era el reclamo por los detenidos sin juicio e incluso que permanecían detenidos, "por orden superior" a pesar de tener boleta de excarcelación dictada por los tribunales, por las torturas y maltratos a los detenidos, por la negación en definitiva del acceso a la justicia (tal como, en no pocas oportunidades, fue denunciado públicamente por José Vicente Rangel), es decir, cosas que un revolucionario no puede aceptar que se produzcan y mucho menos a nombre de la revolución, justamente por el compromiso ético. Y esas son de las cosas que esta familia Rodríguez Torres está planteando y que gente como nosotros no puede dejar de atender. Estamos ya al final de un camino que ha sido largo y difícil; ya con el sol a nuestras espaldas ¿Cuál será el recuerdo que quedará de nosotros como individuos o como generación? ¿Seremos cómplices en la desaparición de los principios de la revolución a nombre de la revolución?
Acudo a ti, Julio y a muchos otros revolucionarios que estoy seguro comparten esta preocupación, estos puntos de vista, para que intercedan ante las autoridades y se resuelva favorablemente este caso y, obviamente, para impedir que otros del mismo tipo se continúen produciendo o se produzcan en el futuro. La libertad plena del General Rodríguez Torres debe darse de inmediato porque no se han cumplido los extremos de Ley para que él continúe procesado.
Un abrazo Julio y éxito en esta tarea ética que te estoy pasando.
Héctor Navarro D., Caracas 01 de octubre de 2020.