Carlos Lanz, camarada, Venezuela
tiene que rescatarte de la muerte,
viviste en pensamiento, lo llenaste
de fuego azul, de luz, de la materia
que fabrica universos, te metiste
en los bosques profundos explorando
rumbos de libertad para tu pueblo,
nunca pudieron apresarte, el alma
volaba lejos y alto e intocable,
los calabozos como mares bíblicos
se abrían para tus huestes interiores,
los libros del saber entraban limpios
y eras el ideador y el combatiente,
una medida de excelencia humana,
un solo ser de amor para las gentes,
uno que se hizo alumno de la historia,
un hombre, en fin, un revolucionario.
¿Puede lo atroz vencer a alguien como ése?
Los socavones de la infamia guardan
tsunamis de maldad, perversidades
sin fondo ni linderos, abyecciones
que a molochs y satanes palidecen,
lo maldito e indigno, lo canalla,
protervias y vilezas y crueldades,
todo cuanto es opuesto al bien y todo
signo de lo inhumano irremediable.
Pero los pueblos, las y los mejores
vivientes de conciencia invulnerable
jamás dejan morir a ellos y ellas,
a seres como Carlos y sus pares…
¡No los dejan morir
y no los dejan
morir
y no los dejan!
Patria y matria de Carlos, Venezuela
de nuestro amor y nuestras esperanzas,
creadora de Bolívar y sus sueños,
india, negra, mestiza y medio blanca,
fuerte y bella, guerrera e indomable
y amante de la paz y la justicia,
no lo dejes morir… Y
¡Viva Carlos!*
Caracas, julio de 2022
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*Asesinado de la manera
más vil, abyecta y cruel