La violencia en la derecha no es mera casualidad

«La violencia es el miedo a los ideales de los demás.» - Mahatma Gandhi

Desde la llegada de la Revolución Bolivariana En Venezuela se ha visto en varias oportunidades el uso de la violencia por parte de la oposición como método para dominar a la población, cuya receta ha sido ideada desde el extranjero por razones económicas, políticas y geográficas.

Palabras como “Legítima protesta, el que se cansa pierde, que no calle la calle, calle sin retorno” tienen un propósito persuasivo para matizar el ejercicio de la violencia por parte de la derecha.

Por otro lado las acciones violentas desde naciones como EEUU hacia el país se diseñan para crear un estado de conmoción, debido a que la Revolución Bolivariana ha roto varios esquemas y dogmas conservadores del capitalismo, para instalar un nuevo modelo de gobierno que va desde el rescate de la identidad del venezolano hasta la transformación de las relaciones sociales, políticas, económicas, académicas, entre otras.

Para poder entender esto citaremos los conceptos de la violencia según el sociólogo Johan Galton y los aterrizaremos en el contexto de nuestro país.

Para Galton la violencia se ejerce de tres triángulos, formas o tipos: la violencia directa, la violencia estructural y la violencia cultural. Estos triángulos de violencia son una simbiosis que permite o faculta a sus autores ejercerla con la omisión o salvoconducto de algunos actores dentro de la sociedad.

La violencia directa no es más que la que se ejecuta entre individuos y está palpable pudiendo esta ser de naturaleza física o psicológica; siendo esta la aplicada actualmente sobre aquellos que difieren de la oposición extremista y apoyan al actual presidente Nicolás Maduro.

La violencia de tipo estructural que es la que se ejecuta a través de órganos asociaciones e instituciones y de la que haremos una explicación detallada para poder contextualizar la campaña que en los últimos días los afectos de la oposición extremista encabezada por la señora María Corina Machado se han difundido a través de las redes sociales.
 

Cabe mencionar que en nuestro país fenómenos como el apartheid, leyes de segregación racial o identataria, disposiciones legales para el sometimiento de la población, en forma de condiciones sociales injustas, acceso desigual a la educación, entre otros.

En ese orden vale entender que la violencia estructural estuvo instalada en nuestro país desde hace varios años donde un estado democrático puntofijista era vendido al mundo como referente pero dentro de su marco legal veíamos violencia institucionalizada como una ley de vagos y maleantes que pretenden ahora imponer los extremistas a través de un plan de gobierno llamado Venezuela Tierra de Gracia.

Para ello la meritocracia jugó un papel determinante para dar o no las garantías individuales a la ciudadanía como el acceso a la educación universitaria, las reivindicaciones laborales, y otras políticas que solo englobaban a un grupo, elite o casta impuesto por la misma meritocracia.

Ante un escenario de violencia estructural, nace la Revolución Bolivariana producto de un espasmo social, donde la indignación dio voces a los invisibles y que con la llegada de Hugo Chávez tuvieron nombre apellido, identidad, educación gratuita, acceso a la salud y un conjunto de reivindicaciones sobre las cuales la derecha aun ejerce su violencia.

Desde la Revolución Bolivariana es que se ha venido desmontando este apartheid para universalizar los derechos individuales.

En contra parte tenemos a los sectores del extremismo opositor, que aun cuando la historia los deja en evidencia, defienden a capa y espada su modelo de violencia estructural ya que de él se desprendían grandes intereses para pequeños grupos familiares o como lo hemos llamado algunos “los apellidos”.

En medio de esa pugna interna del país; la oposición tuvo que reconfigurar su modelo de violencia estructural para pasar a una diseñar una nueva estructura de agresión de carácter transnacional; como los fallidos intentos del gobierno interino, el tribunal supremo en el exilio, la asamblea nacional en el exilio que cuyo único fin ha sido despojar a Venezuela de sus activos para un presunto salvaguardo que ha enriquecido a quienes impulsaron esta estrategia.

Un claro ejemplo es el robo de CITGO, la congelación de dinero que le pertenece al país y el robo de oro en bancos de Inglaterra, todos estos hechos aplaudidos por el extremismo y amparados en instrumentos legales que directamente violan los principios de soberanía y la carta de las naciones unidas en la que se contempla la autodeterminación de cada pueblo de darse el sistema de gobierno que considere pertinente.

En este escenario es como vemos que la violencia estructural mutó para que conjuntamente con la comunidad internacional a la que tantos llamados en el pasado le hizo la señora María Corina Machado actuara en detrimento del estado venezolano con el mediocre argumento de que dichas acciones eran en beneficio de la "Venezuela Decente".

Esta última afirmación me hace recordar mucho cuando el máximo exponente de la derecha conservadora (Carlos Andrés Pérez) elimino las garantías constitucionales mandando a las Fuerzas Armadas a matar a los civiles para luego decir en televisión que esas medidas las había hecho en beneficio de los venezolanos.

En un artículo anterior explicaba como el sofismo y el uso de la retórica eran los paradigmas que estaban utilizando los extremistas de derecha para persuadir a la población y llevarla al engaño. En ese escenario vemos que los últimos mensajes de odio son parte una campaña auspiciada por María Corina Machado cuya finalidad es llevar a Edmundo González Urrutia al poder.

En medio de esta violencia estructural que hemos delineado abordaremos ahora la última forma de violencia descrita por Galtung que es la violencia cultural se ha evidenciado en los últimos días donde se sataniza, hostiga, vilipendia y asesina moralmente a una o varias personas por sus principios y creencias; por ello no es ajeno y tampoco una casualidad que cada mensaje de odio, cada declaración y cada ejercicio de violencia psicológica sea dirigido hacia el chavismo o quienes comulgan con la ideología de izquierda.

Calificativos como vagos, colectivos, círculos del terror, hordas chavistas, pata en el suelo, monos, simios, prepagos, entre otros son los utilizados para descalificar a quienes con argumentación no transitan la vía del neoliberalismo y en medio de esos métodos de violencia la oposición busca crear condiciones para que el día de las elecciones y posterior se den escenarios de confrontación en el país.

Para el momento en que se escribía este artículo un vocero de la oposición declaraba reconocer los resultados del CNE única y exclusivamente si estos estaban adecuados al conteo que ellos consideraran tener a través de su organización.

En ese orden de ideas si manejan tres ideas implícitas; la primera es desconocer la determinación del sistema electoral venezolano, que es algo que por años la oposición ha hecho; la segunda es imponerle una condición al poder electoral como maniobra desafiante; y la tercera es aperturar espacios para que haya un estado de conmoción, pues al engranar esta declaración con el llamado de María Corina a cobrar el 28 y mantenerse en la calle, el mensaje subliminal queda más claro.

 


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Johan Pérez


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