Aquellas 46 horas que duró el gobierno de Carmona Estanga sirvieron para
mostrarle al pueblo venezolano como actúa la derecha, con los que
considera sus enemigos, cuando se hace del poder.
Reprimieron brutalmente al pueblo, desconocieron los derechos humanos,
violaron la inmunidad parlamentaria, escamotearon el derecho a informar y
a ser informados y como si fuera poco abolieron la democracia y
desconocieron sus instituciones.
El pueblo salvó la patria, rescató al Presidente y restituyó la
democracia, pero los responsables de los delitos nunca pagaron por ellos…
el Presidente los perdonó.
¿Cuál fue la reacción de aquellos que habían saboteado Pdvsa, contratado
francotiradores para generar las muertes que necesitaban, cerrado los
negocios para sabotear la economía y usado el espacio radioeléctrico para
generar odio y violencia?
Todos conocemos la respuesta: se lanzaron contra los que llamaron los
pistoleros de Llaguno para culpar a los chavistas de sus propios crímenes;
asesinaron a Danilo para impedir las investigaciones e intentar intimidar
a los fiscales; intensificaron su campaña mediática de odio y
manipulación, y comenzaron a planificar un nuevo intento.
Poco menos de ocho meses después se lanzaron al ataque. Convocaron a un
paro patronal y sabotearon la industria petrolera generando muerte y
pérdidas mil millonarias al país.
Fracasaron en ese segundo intento por hacerse del poder, pero igualmente
sus delitos quedaron impunes.
¿Dónde están los líderes de la CTV y Fedecámaras? ¿Dónde los dueños de
los medios de comunicación? ¿Dónde los políticos que promovieron los
delitos?
También sabemos las respuestas a estas interrogantes… gozando de la vida
y planificando nuevas acciones.
Ahora a esa impunidad se le suma un nuevo perdón presidencial.
¿Pensará Chávez que una amnistía, como la decretada, puede inducir un
cambio de actitud en miserables que no han dudado en ordenar asesinatos,
en sabotear la industria más importante del país, en esconder la leche
que necesitan los infantes, en agredir a un chavista cuando lo consiguen
en un restaurante o un centro comercial?
Si es así, se equivoca el Presidente. Esos infelices ni se mostrarán
agradecidos por la amnistía, ni dejarán de actuar como hasta ahora lo han
hecho. Por el contrario, interpretarán el gesto como una señal de
debilidad, ante la derrota del pasado 2D y se lanzarán con sus medios a
minimizarlo y a exigir la libertad de criminales como Forero, Vivas,
Simonovis y Nixon a quienes definen como presos o perseguidos políticos.
Nos negamos a creer que el Presidente sea tan ingenuo. Él es hábil en la
política y lo ha demostrado en reiteradas oportunidades. Allí está el
caso del manejo de las relaciones con un Uribe envidioso, quien por
añadidura lo odia a muerte.
Chávez siempre supo que Uribe es más falso que una romana de palo, pero
era necesario desenmascararlo ante Latinoamérica.
Pasó varias veces hasta por ingenuo, pero allí está el colombiano
desenmascarado en toda su miseria.
Ese Chávez no puede estar pensando que va a motivar un cambio en la
oposición con una amnistía. Nos inclinamos a pensar que intenta dejar sin
argumentos a una oposición que internacionalmente lo acusa de dictador.
El aceptar una derrota electoral por estrecho margen y pocos días después
decretar una amnistía destruye el principal argumento de la oposición.
Confiemos en el líder, respaldemos al líder pero tengamos en claro que
la jugada involucra altos riesgos, pues un buen sector de ese chavismo
duro, tan necesario, ha interpretado el gesto presidencial como una
pendejada y eso en un pueblo que no se ha sobrepuesto de la derrota del
2D y que se siente molesto por la ineficiencia de Mercal, la falta de
suministros en Barrio Adentro, el aumento de los precios, la escasez de
alimentos, la corrupción y la violencia en las calles; representa un
riesgo de singular magnitud.