Al conmemorarse el 30° aniversario del martirio y resurrección, del Monseñor Oscar Arnulfo Romero, su Pastoral comprometida se yergue, triunfante sobre sus asesinos. La palabra de Monseñor Romero en la tierra como en el cielo, se ha trasformado en carne y hueso de todos los pueblos del mundo que luchan contra la injusticia. El evangelio y la opción por los pobres, continúa abriéndose camino, contra la explotación capitalista; la palabra de monseñor Romero, está viva y contundente, en la sociedad Salvadoreña. No basta con la petición de perdón del presidente de El Salvador, Mauricio Funes, exigimos justicia y reparación. La semilla que plantó Oscar Arnulfo Romero, en la República del Salvador ha cosechado, y sus frutos, hoy resplandecen en los procesos de cambio social que se desarrollan por toda Latinoamérica.
La luz de San Romero de América, ha roto el velo de impunidad, que la oligarquía Salvadoreña, con la anuencia del Departamento de Estado Norteamericano, había colocado sobre el caso de los asesinatos, no solo de monseñor Romero (bajo la triste ley de amnistía hoy vigente), sino también de los padres Jesuitas de la Universidad Católica de San Salvador, y de cuatro las monjas norteamericanas (Ita Catherine Ford, Maura Clarke, Dorothy Kasel y Jean Donovan, de la Congregación Religiosa “MARYKNOL”; quienes fueron secuestradas, violadas y asesinadas, por los militares salvadoreños, el 02/12/1980). Las confirmaciones de la comisión de la verdad, han resplandecido pese a los intereses de los grupos de poder y los militares, involucrados en los hechos de represión contra el pueblo Salvadoreño. La verdad se devela por diversas vías, hasta los propios participantes de tan abominables hechos, confiesan sus terribles culpas, la justicia de los hombres esta en mora con la justicia de Dios.
A la luz de estos acontecimientos, se plantea impostergable que el Estado de la República Bolivariana de Venezuela, aclare ante el mundo, la participación del Estado venezolano, en el genocidio y represión contra el pueblo Salvadoreño, en la década de los ochenta, durante el Gobierno del Demócrata Cristiano Luis Herrera Campins (hoy ya fallecido), y de su inefable cónsul, el seudo-periodista Leopoldo Castillo, esté que desde hace diez años ejerce el terrorismo mediático, en el canal Globovision, contra el pueblo venezolano y su gobierno legitimo.
La participación de los Estados Unidos de Norteamérica y del estado venezolano, en estos hechos tan abominable, quedó evidenciada en la investigación realizada por la comisión de la verdad, que pese al bloqueo oficial y las presiones contra la misma, determinó la responsabilidad de factores internos de la derecha Salvadoreña en la persona del coronel Roberto D`Abuisson- también fallecido-, y otros elementos externos como la tenebrosa Escuela de las Américas, el antiguo representante del gobierno de Bush, para América latina del departamento de Estado, John Negroponte conocido por su crueldad y ensañamiento contra los movimiento populares y cristianos Centroamericanos.
Hoy todos los fieles y creyentes del mundo honramos el sacrifico y ministerio pastoral de Monseñor Romero comprometido con los pobres de la tierra, así mismo solicitamos al Estado de la República Bolivariana de Venezuela, la apertura de una investigación sobre la participación del gobierno copeyano de Luís Herrera Campins en este crimen de lesa humanidad, que se desclasifiquen los documentos de la cancillería y se establezcan las responsabilidades a que haya lugar, haciendo especial énfasis en la participación del ciudadano Leopoldo Castillo. Esta afrenta a la dignidad del pueblo venezolano y la humanidad entera, debe ser saldada para que el alma de nuestro pastor Arnulfo Romero descanse en paz y todos los fieles y creyentes no solo de Venezuela sino del mundo reivindiquemos la justicia de Dios en la tierra.
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