Aicha nació en Barcelona pero antes de cumplir un año le practicaron una mutilación que la desangró y la llevó durante semanas al hospital. Una experiencia de la que se enteró a los veinticuatro años y que hoy, 31 años después, señala como una práctica machista que le ha quitado «toda» la vida. Sin embargo, este ingreso activó las alarmas sobre la familia, de origen gambiano, y no repitieron la práctica con sus hermanas.
«Sin saberlo, salvé la vida de mis hermanas», ha explicado a EFE la hoy empleada de banca de 31 años, en el día mundial contra la mutilación genital, que en Cataluña, con la mayor población de personas originarias de países en riesgo, aún se practica de forma clandestina o en viajes a África, si bien está mucho más controlada que en los años noventa.
Aicha creció sin tener recuerdos de lo ocurrido ni de que nadie le contase nada sobre su mutilación, de la que se enteró a los veinticuatro años.
«Una ginecóloga me dijo en la primera citología que me hice, que no fue hasta los veinticuatro años, que tenía una mutilación hecha y yo recuerdo que le pregunté: ¿y eso qué es?», relata Aicha.
Aicha entendió entonces el porqué de sus infecciones y reglas dolorosas y buscó en internet algún programa que la ayudase a la reconstrucción por recomendación de la facultativa. Fue así como encontró la Fundación del doctor Iván Mañero, cirujano que la acabaría operando.
«Decidieron por mí»
«Todo fue bien y tras el quirófano informé a mis padres de que me había reconstruido. Fue la primera y última vez que hablé de este tema con ellos. Bueno, mi padre no hizo ningún comentario. Mi madre solo me preguntó que si yo estaba bien», cuenta.
«Sí, nunca he hablado más del tema. Ni siquiera le he preguntado a mi madre si a ella también le pasó, aunque estoy convencida de que sí», añade.
Preguntada sobre cómo vive como treintañera nacida en España, criada con otras chicas de su edad de distinto origen, pero víctima de mutilación, señala que siente que no es que le hayan quitado «un trozo» de su vida, sino que le han quitado «toda» la vida.
«A mí nadie me preguntó antes de tomar una decisión sobre mi propio cuerpo. Decidieron por mí», se lamenta Aicha, quien confiesa que se ha preguntado muchas veces qué hubiera sido de ella si sus padres no hubieran emigrado a España y ella hubiera vivido toda su vida en Gambia.
«Yo no sé cómo es la sexualidad de las demás comparada con la mía. Yo no puedo comparar. Solo sé si para mí está bien», señala.
«El origen de esto es el machismo»
Recalca que las consecuencias de la «aberración» de la mutilación no tienen que ver solamente con la «intimidad» de la mujer, sino con su salud, pues afecta al ciclo menstrual, a las infecciones de la vagina, y puede llevar a partos complicados para madre y feto, entre otras.
«El origen de esto es el machismo, porque en África la mujer siempre tiene que estar por debajo. Si ellos disfrutan no quieren que ellas lo hagan. Lo camuflan de religión o de tradición o cultura. No. Eso no está escrito en ningún sitio. Solo es machismo. Las mujeres no tienen poder de decisión, son plantas», denuncia.
«¿Feminismo alguna vez en África? ¡Imposible!. Algo va mejorando en las grandes urbes, pero en los pueblos no llegará nunca», señala.
Con su trabajo y vida independiente, se siente «feliz» de lo conseguido hasta ahora y apunta que sus padres están también «orgullosos», aunque ellos son más «tradicionales» y echan en falta «otras cosas». «Mi madre me dice, yo a tu edad tenía ya cuatro hijos. Pues mira, yo no», dice entre risas.
Mutilación genital femenina en cifras
En España hay empadronadas 286.343 personas nacidas o con nacionalidad de países donde se practica la mutilación genital femenina, según los datos del Mapa de la mutilación genital femenina elaborado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
De estas, 80.282 son mujeres, un 16,2 % más que en 2016, y 18.836 son menores de 14 años, una cifra que ha aumentado en un 2,4 % en los últimos cinco años. Cataluña es, con diferencia, la comunidad autónoma que concentra un mayor número, seguida por Andalucía y Madrid.
En todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que actualmente más de 200 millones de mujeres y niñas han sido objeto de la mutilación, considerada una violación de los derechos humanos.
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