2017: Paz en Colombia (¡!) Guerra en Venezuela (¿?)

La situación, dificultad, problemática o crisis en materia económica, según definan los interesados o responsables de ella, que vive Venezuela, tiene, como se vocifera por doquier, criterios controvertidos entre sí en cuanto a las causas u orígenes de la misma. Igualmente se desprende una gran y lamentable coincidencia: los más afectados en cuanto a perjuicios resultamos ser los consumidores finales de bienes y servicios que circulan en Venezuela, mientras, por otro lado, los grandes beneficiados son los que manejan la producción, distribución, importación y venta aprovechando, o justificándose, en el intercambio de esos bienes y servicios que tienen como referencia al dólar.

Ahora, en el contexto histórico y político devenido a la muerte física del Comandante Chávez con toda su inesperada repercusión, al Presidente Nicolás Maduro desde la presidencia, le ha tocado asumir la materia económica encontrando en el camino varios obstáculos bien serios, de los cuales me hago algunas interrogaciones referenciales: fueron acertadas las prioridades o devinieron improvisaciones erróneas a la hora de definir y/o aplicar las “medidas económicas”; las evaluaciones a la carrera del costo lo que significó estratégicamente, políticamente hablando, al tener en el mismo tiempo un precio del barril de petróleo a 100 dólares promedio y una alta desigualdad social heredada; por otra lado, dada la situación de conflictividad y conspiración política abierta adelantada por los derechistas y la necesidad de contrarrestarlos; pudo haberse presentado falta de capacidad o hubo exceso de confianza en la escogencia de los ejecutores de las medidas tomadas por gobierno del Comandante Chávez; al sacar dinero a la calle para que le llegara de distintas maneras y modalidades, a una buena proporción de la población que venía siendo excluida y aprovechando esa bonanza petrolera lograda de los precios petroleros justos por barril, fue un acierto? Habría que reevaluar.

Ahora, tomando el contexto actual y la presidencia de Nicolás Maduro, me referiré a una situación altamente volátil donde se involucran diferentes elementos de presión. Se destaca la presencia de intereses de índole internacional donde no debemos subestimar el papel que han jugado desde siempre, la oligarquía colombiana y sus gobiernos cipayos contra Venezuela, siendo este histórico antivenezolanismo propio y en plena sintonía, con los intereses de la geopolítica y las orientaciones gringas, implementándolas con más ahínco en la era del chavismo como gobierno. Tampoco debe rechazarse el realce de la referencia de soberanías nacionales que sigue marcando la revolución bolivariana y chavista, a pesar de la asunción de gobiernos derechistas, para los pueblos latinoamericanos y más allá, lo que viene a significar la justificación principalísima del hostigamiento contra la patria bolivariana de parte de quienes han propugnado intereses contrapuestos y hegemónicos en la región.

Así, la llegada de Uribe a la presidencia de Colombia, éste no se apartó de las intenciones y siempre se mantuvo a la espera de las oportunidades con el objetivo de contraponerse al Comandante Chávez. Se experimentó cualquier cantidad de ataques belicistas y señalamientos infundados provenientes desde Colombia con marcados aires provocadores, sin embargo, gracias entre otras razones, a la definición como popular y pacífica de nuestra revolución, las acciones uribistas no hicieron mayor mella; entonces, cabe una interrogante, qué ha venido pasando con Juan Manuel Santos como presidente de Colombia frente los marcados intereses gringos y de la oligarquía neogranadina a la que este pertenece, en su relación con Venezuela; sin duda seríamos bien pendejos si creyéramos que el tipo ahora es pacífico y buen vecino, tal como se ha querido mostrar desde un comienzo como presidente. Por el contrario, ante esta nueva situación difícil que atravesamos los venezolanos sin ser chauvinistas, estamos obligados a pensar y sobre saber actuar en consecuencia, porque todo lo que se piensa, planifica e implementa en Colombia y sus gobiernos relacionados con la cuna de Simón Bolívar, están en plena sintonía con la política oligárquica e imperialista, ahora con más precisión contra el bolivarianismo que significan Chávez y la continuidad indiscutible de Maduro.

El dólar today y la paz con las FARC-EP
Mientras en la frontera hacia Colombia hacen de nuestra moneda un papel casi insignificante en ocasión de los perversos efectos que se producen, con la manipulación combinada del dólar y el peso en perjuicio de nuestro bolívar, aceptada y aprovechada lucrosamente por muchos de los de allá y oportunistamente por bastante de los acá, se permite un enriquecimiento de facto, en tal razón, no debemos descartar que los dos factores intervinientes, los de allá y los de acá, buscan indefectiblemente repercutir, respecto a la especulación monetaria desde Colombia, en el sentir material y espiritual del venezolano en general en el día a día, siendo parte de los objetivos políticos que persigue la oligarquía colombiana y todos los estamentos de poder, en su pretensión estratégica de debilitar y derrotar al gobierno de Nicolás Maduro como referencia continuada para toda la región latinoamericana.

Es por esto que el presidente J M Santos, fiel representante oligárquico y de la política expansionista colombina, como parte de su nueva careta ha venido blindándose para contrarrestar cualquier señalamiento desde el gobierno y demás sectores venezolanos, ante los permitidos e ilegales ataques colombianos que persisten contra nuestra moneda y pueblo. Santos se hace el loco mientras falsamente se vanagloria mediáticamente de ser un hombre genuino y profundo amante de la paz; se erige y proyectan como el líder que ha sido capaz llevar adelante y ante los ojos de todo el mundo, hacer cierto el anhelo más preciado por la gran mayoría de los colombianos de bien, un acuerdo de paz con la guerrilla más fuerte y antigua del continente, las FARC-EP. permitiéndose poner fin a la guerra interna, más allá de la disuasiva caricatura de Uribe al decir No al acuerdo de la Habana; esta nueva táctica de camuflajeada imagen desde Colombia, después de ser el siniestro y uribista ministro de guerra colombiano, José Manuel S. se presenta ante la oligarquía venezolana y el mundo, con dos personalidades a la vez, utilizando en ellos la vieja usanza del policía con apariencia de bonachón y la del policía malo con cara de coño e ‘madre, actuando en ambos casos con el mismo objetivo, quebrar la resistencia del interrogado.

Como parte de todo un perverso plan, unas veces encubierto y otras no tanto, se han venido implementado todas las acciones emprendidas y auspiciadas desde las más altas esferas del gobierno de Colombia y sus instituciones, Santos, sabiendo que la derecha no tiene cabida institucional en Venezuela, en sintonía con ello, permite impunidad para los inescrupulosos negociantes y asesinos de nuestro bolívar, por eso lo lleva desafiante a que tenga el mismo valor de un peso, por supuesto, sin ninguna otra pretensión que crear las condiciones para que se profundice una conflictividad tal en Venezuela, para generar, según sus diabólicos cálculos, una inevitable y dolorosa guerra entre nosotros, mientras allá, del otro lado de la frontera, él florece montado en el mismo Nobel de Obama, mostrando una paz como un sacrificio necesario para que el imperio gringo recupere su patio trasero.


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Gustavo C Vásquez


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