La criptomoneda venezolana: el Petro

Nadie puede negar que el gobierno de Nicolás Maduro tiene una imaginación fértil en ideas económicas originales para resolver los problemas económicos de la Venezuela bolivariana. Hace ya unos meses se propuso el Plan Conejo. Este Plan se proponía aprovechar la prolifidad de los conejos para poner carne en la mesa de los venezolanos. La administración del plan era simple: consistía en convertir a todos los hogares en criaderos de conejos. El principal problema no fue la general falta de experiencia en cómo alimentar, cuidar y matar o procesar conejos, que aunque sean prolíficos, son animalitos algo delicados, cuya salud desaconseja el contacto y la manipulación humanas. El asunto no progresó porque la gente se encariñaba con los conejos y los adoptaba y mimaba como mascotas.

La última idea original del gobierno, anunciada con bombos y platillos virtuales por el mismísimo Presidente Maduro es la creación de una criptomoneda o moneda virtual bolivariana, supuestamente respaldada por la riqueza potencial de Venezuela (reservas de petróleo y otros minerales, todas ellas aún bajo tierra) que circularía en los mercados de monedas virtuales con el nombre de Petros. Eso permitiría esquivar las sanciones financieras contra personajes y empresas del gobierno bolivariano, ordenadas por Mr. Trump.

Podemos pasar a analizar las posibilidades de que el Petro tenga demanda en la bolsa de las monedas virtuales, que según el Presidente Maduro será la mayor fuente de recursos financieros durante el siglo XXI, pero antes de analizar o especular sobre sus perspectivas como medio para solucionar los problemas financieros de Venezuela, sería bueno repasar algunos hechos básicos sobre el dinero, ya sea este real o virtual.

La principal función económica del dinero es facilitar la circulación de las riquezas entre productores y consumidores. Todos los intercambios que se realizan, tienen al dinero como intermediario; bien sea cuando bienes o propiedades cambian de dueño o como salario cuando se vende el trabajo. El dinero cumple esa función intermediaria entre las partes contratantes porque es algo que todos desean, porque con él cada uno consigue aquello de lo que tiene una necesidad inmediata. El dinero tiene también otras funciones: pues es el signo y medida de los demás valores. Como signo el dinero representa toda clase de riquezas, porque al cambiar de mano se trasmite un derecho a todos los otros valores. El dinero por sí mismo no es un bien. Al asalariado le es útil porque lo intercambia por alimento, por vestido, por habitación. El empresario industrial lo intercambia por insumos, materias primas y paga el trabajo que necesita para producir unos bienes, que luego el comerciante lo intercambiara por más dinero. Tampoco es el dinero lo que el banquero presta a los comerciantes, sino aquello que estos compraran enseguida; porque durante todo el tiempo que el dinero se guarde, no se le sacará alguna utilidad.

El dinero es el signo de los demás valores y es al mismo tiempo su medida. El dinero y el capital son dos cosas distintas. Desde que se supera la primitiva sociedad basada en la agricultura, ningún trabajo puede hacerse sin un capital, casi siempre representa su valor en dinero. Capital fijo son el valor de las maquinarias e inmuebles destinados a la producción industrial Capital circulante es el valor de los insumos necesarios para la producción y los salarios pagados para realizar su transformación. La penuria económica es causada por la falta de capital consumible y no por la falta de dinero; por eso muchas veces se han sufrido hambrunas a pesar de haber abundancia de dinero efectivo. Por esa relación productiva el obrero y el capitalista se necesitan mutuamente; sin capitales que transformar el obrero, no tendría empleo y sin obreros que transformen su capital circulante el capital circulante invertido este quedaría ocioso e improductivo y a su vez los salarios son la base de lo que llamamos mercado para los productos. El dinero guardado es estéril y no da frutos hasta que o se convierte en capital. La función del dinero como facilitador de intercambios, puede deberse al valor intrínseco de la moneda y su relación como referencia convertible en otro valor.

Es así como el dinero de los mayas y los aztecas eran semillas de cacao del que tenían un valor intrínseco por el amplio uso como ingrediente culinario y para brebajes medicinales. Las monedas de oro y plata son otras monedas aceptadas por su valor intrínseco como medida para efectuar intercambios y los billetes de banco fueron aceptados por la posibilidad de convertirlos en monedas de oro y plata.

El valor de las monedas nacionales y su intercambio, desde la Edad Media fue originalmente fijado de acuerdo al patrón de su contenido en oro y plata. El oro era considerado de mayor valor, por ser un metal más raro y o más escaso que la plata. Tradicionalmente las monedas deben tener un valor intrínseco, como el cacao para los aztecas o las monedas de oro y plata para todos los pueblos desde la Antigüedad. Desde el siglo XVIII, se comenzaron a emitir billetes sin algún otro valor que la posibilidad de convertirse en su equivalente en monedas reales de oro o plata. Ese equivalente paso a llamarse el patrón de la moneda. Una garantía que variaba según la convertibilidad a la que se comprometían los países.

Fue así como en Bretton Woods(1948) se acordó aceptar el Dólar norteamericano como la moneda de referencia para los intercambios internacionales, con la condición de que el dólar fuese convertible en oro a una tasa de 35 dólares por onza de oro. Ese compromiso fue abandonado en 1971y el Dólar norteamericano se mantuvo como referencia porque los países productores de petróleo acordaron que solo venderían petróleo a quien se lo pagara en dólares.

Con esa decisión al hacerse ser convertible en petróleo el dólar pasó de hecho a tener un respaldo en petróleo. Algo así pudiera hacer Venezuela al emitir su criptomoneda bolivariana: el Petro. Venezuela debe hacerlo convertible en petróleo a una tasa fija: digamos 65 Petros el barril de petróleo. Como parece que Irán y Rusia están pensando también en emitir criptomonedas, también para esquivar las sanciones impuestas por Estados Unidos y para alejar sus economías del sistema del Dólar. Venezuela podría coordinar con ellos la emisión de la suya, para darle un precio equivalente al barril de petróleo. Un problema es convencer a las empresas que tradicionalmente compran el crudo venezolano de que lo paguen en Petros. Es que el petróleo venezolano tiene algunas características por el cual es procesable sólo en refinerías especializadas en tratar ese tipo de crudo y muchas están ubicadas en el Golfo de México cerca del territorio norteamericano donde venden en dólares casi todos los productos de la refinación. La misma CITGO, la distribuidora de PDVESA para el mercado norteamericano sólo puede vender en dólares sus productos. La idea de adoptar una criptomoneda es buena, pero hay que estudiar el modo de hacerla convertible, para que tenga demanda y sea utilizada.

Como detalle anecdótico quiero señalar que la idea de monedas virtuales que ayuden los intercambios sin tener una expresión tangible no es tan moderna como parece.

Sismondi cuenta en sus Nuevos Principios de Economía Política que en el siglo XVIII, los exploradores descubrieron que en Guinea los mandingas comerciaban entre ellos con una moneda virtual llamada Macute, que era inmaterial e intangible, pero que servía como referencia de valor. Por ejemplo se acordaba que una cabra valía 10 Macutes y una vaca podía valer 40 Macutes. Eso permitía cambiar una vaca por 4 cabras.

Las criptomonedas han tenido algún éxito porque para salvar a los banqueros de la quiebra los bancos centrales emitieron dinero sin respaldo, que regalaron a los bancos y que terminó devaluando su poder adquisitivo, como sucede todas las veces que se emite dinero inorgánico (no producido por la economía). Ese fenómeno unido a los intereses nulos o negativos, hizo que el público experimentara con las criptomonedas, aunque no tengan algún respaldo. Es una tendencia a tener un ahorro virtual con fines especulativos, puede que cambie ahora que China y Rusia han vuelto el yuan (renmimbi) y el rublo convertibles en oro.

Si no se estudia con seriedad el lanzamiento del Petro, puede convertirse en una oportunidad pérdida.

Hay que evitar que el caso del Petro termine como un personaje de la novela La Izquierda Exquisita de Tom Wolfe, uno que cuando al fin se decidía a abrazar una nueva moda era justo cuando esta perdía actualidad.



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Umberto Mazzei

Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Florencia (Italia ) y Profesor Emérito de Relaciones Económicas Internacionales del Instituto Sismondi de Ginebra (Suiza)

 umbertomazzei2@mail.com

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