Además de las indiscutibles bondades que trae consigo esta modernísima moneda digital, ella tiene la interesante propiedad de representar un puñado de dólares respaldados realmente con petróleo, a razón de 1 barril/Petro.
Digamos que automáticamente las Reservas Internacionales (RI) en dólares se hallan repotenciadas con tantos dólares como valga un barril de petróleo durante todos y cada uno de los cientos de miles de días que por delante tiene este recuso energético y también como excelente y riquísima materia prima, es decir tantos dólares como cada Petro representa dentro de la dinámica del Comercio Internacional.
De manera que, luego de disponer de unas minimizadas RI, forzosamente deprimidas en la cantidad sujeta a nuestras exportaciones de semejante recurso industrial, y con una fuerte devaluación del Bs.F, según la fórmula cambiaria que tanto hemos explicado en entregas varias, luego de esas desventajas, decimos, ahora veremos dichas RI acrecentadas con cada oferta de Petros.
Así, basta con vender 1 Petro para que nuestras tras RI se incrementen en, por ejemplo, 60 o más dólares. El Presidente lanzó una primera criptomonetización = 100MM de Petros, digamos que, agotada esa primera emisión, habremos aumentado nuestras RI en unos 5 M millones de dólares, para un hipotético precio del barril = 50 $.
De resultas, ahora tenemos una moneda nacional representativa de 60 o más dólares por cada Petro. Digamos que sus tenedores tendrán tantos dólares como X Petros a 60 $ cada uno. Por supuesto, estos dólares serán los que finalmente tendrán el respaldo nada fiduciario como lo es el petróleo[1].
De resultas, Venezuela no sólo dispondrá de una mayor cantidad de RI, sino que sus dólares usados para comprar insumos varios en el exterior, cada una de esas divisas estará respaldada con 1 barril de petróleo, por ahora.
[1] Los excelentísimos y poderosísimos EE.UU pelaron ese boche.