Me disculpan que hable en primera persona; lo hago en razón de más de cuatro años que tengo proponiendo medidas que se correspondan en tiempos de guerras y que den respuestas de acuerdo a esa realidad tan concreta que ha dañado el verdadero valor de cambio del bolívar, y afectado considerablemente el poder adquisitivo no solo de la población sino además de la posibilidad que las empresas y comerciantes igualmente por tanto y cuanto no puedan planificar porque la afectación no le es ajena.
Razones suficientes y de larga data nos demuestran la distorsión no solo de precios sino de la movilidad económica; a raíz del triunfo del Presidente Nicolás Maduro, la derecha venezolana ha mostrado su verdadero rostro en la mayoría de casos de manera flagrante y en oportunidades de forma grosera, la confrontación la han buscado cada vez que han tenido oportunidad a través de los medios de todo tipo y desbocado en las redes sociales, a veces no se sabe si son políticos defendiendo a los empresarios de mala espina, o empresarios conjugados con los políticos, inmersos en ataques diarios, lo podemos observar en las últimas semanas en apariciones básicamente en televisión, donde voceros de Fedecamaras, Conindustria y Consecomercio, por supuesto ignoran ex-profeso que existe una guerra económica atribuyendo al gobierno la culpabilidad, sindicando que el modelo socialista ha fracasado, semejante temeridad la plantean de manera cínica y genuflexa ante el gobierno de USA y aliados en Europa.
Por otra parte, y yendo al título del presente artículo, podemos visualizar que la atención debida al proceso de incrementos de precios, tienen dos razones o fundamentos; una que, se trata de un ataque a la economía con origen político y otra que, hay un aprovechamiento implícito de empresarios, comerciantes y distribuidores en busca de riqueza fácil, amén del contrabando, manejo del efectivo y los colaterales como el acaparamiento y ocultamiento de productos para producir escasez.
Nuestra propuesta ha tenido dos ejemplos de la pertinencia de su implementación, ignorando la no profundización de las mismas; por una parte, lo realizado en Enero con la revisión de precios, cuyos productos no se distribuyeron sino hasta mediados de diciembre y no obstante en este mes de enero aparecieron aumentados, obligando a colocar nuevos precios y el otro caso más relevante el de los acumuladores Duncan, que fueron rebajados coercitivamente en un porcentaje igual o mayor al 50%.
He allí que se demuestra la viabilidad de congelar precios en las actuales circunstancias, aunque no he visto propuesta alguna al respecto de funcionarios o analistas que están con la revolución, se alega consecuentemente que medida de ese tipo es perjudicial porque la tendencia como respuesta es la desaparición de los productos, mi pregunta acaso que cosa superior a lo que está pasando puede suceder.
Nuestra propuesta pasa por la sistematización de costos información que debe solicitarse de manera obligatoria y hacerle la auditoría en situ, lo otro es que debe hacerse por rubro para hacerlo más preciso y eventualmente con información actualizada, requiriendo además información sobre los incrementos y la debida justificación si la hubiere.
Con la mejor disposición se hace esta propuesta siempre con la mejor intención de buscar una salida institucional a la locura de los precios y por último es menester señalar la necesidad que sea incorporado el poder popular organizado y debidamente instruido, de tal manera que sea el pueblo hacedor de la justicia que se requiere.
