Aprendizaje para un gobierno

El 26 de mayo de 2015, la República Islámica de Irán eliminó los beneficios que otorgaba para la compra de gasolina y estableció un precio único para todos los consumidores, en lo que constituyó uno de los pasos más significativos dados por el Gobierno para desmontar el multimillonario sistema de subsidios públicos del país.

A pesar de ser el cuarto productor mundial de crudo, Irán se vio obligado a importar una décima parte de los 70 millones de litros diarios que utiliza, más del 60% de la gasolina para cubrir la excesiva demanda interna, por falta de capacidad propia de refinación. Según datos oficiales, los subsidios superaban los 80.000 millones de dólares, una sexta parte del Producto Interno Bruto. Con la progresiva liberalización de los combustibles, el Gobierno redujo el gasto y el contrabando hacia los países vecinos.

Pero no fue de la noche a la mañana, debemos remontarnos unos años atrás, en diciembre de 2010, cuando el entonces presidente Mahmud Ahmadinejad (2005-2013) se dirigió a su país para anunciar el inicio del "mayor plan de reformas económicas en los últimos 50 años", con la idea central de acabar, en un plazo de cinco años, con la mayoría de los subsidios que tenía ese país y que generaban un gran sacrificio fiscal. Un poco de contexto Al estar regulado el precio del combustible con referencia al costo de producción, el incremento del precio internacional disparó sus costos.

En segundo lugar, la alta inflación fue alejando el valor real del combustible del precio que pagaban los consumidores. Luego, la creciente demanda (aupada por los bajos precios) incrementaba el consumo, hasta el punto de rebasar las capacidades de refinación local, teniendo que importar el combustible para "regalarlo" en el mercado interno. Esto sin contar con los efectos sobre el medio ambiente, la salud de los ciudadanos y el incesante crecimiento del tráfico en las ciudades.

De esta forma, los precios baratos llevaron a un rápido aumento en el consumo interno de energía, hasta el punto de convertir a Irán en una de las economías que más energía consumía en el mundo, desgastando la capacidad de expansión de la industria petrolera nacional y poniendo en duda los planes para incrementar la declinante producción, a causa de la disminución en su flujo de caja para inversión. Para el año 2010, el subsidio a los combustibles en Irán estaba por encima de los 40.000 millones de dólares y al incluir los subsidios al gas y la electricidad, este monto superó los 80.000 millones de dólares, según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).

Durante el incremento de precios que caracterizó el período 2002-2008 y en especial cuando el petróleo logró precios cercanos a 150 dólares por barril, pocas personas podrían cuestionar la necesidad de reformar los precios internos de la energía de Irán. Por ejemplo, mientras el precio local de la gasolina era de 0,10 dólares por litro, se pagaba por ella 2 dólares para importarla, situación que era insostenible e injustificable. El desperdicio de combustible y el contrabando a los países vecinos se habían convertido en prácticas rutinarias, pero a un costo enorme para el Estado. ¿Cómo se llevó a cabo la reforma? La Ley de Reforma se discutió por dos años hasta su aprobación el 5 de enero de 2010.

En ella se estipuló el incremento gradual de los combustibles, el gas natural y la electricidad antes de finalizar 2015. Sus niveles máximos serían: para la gasolina, el diésel y demás combustibles, no inferior al 90% de los precios del Golfo Pérsico; mientras que el gas natural se incrementaría hasta 75%, la electricidad y el agua su costo total. Además, se estableció la sustitución de los subsidios con transferencias de dinero dirigidas a la población, así como ayudas a empresas iraníes.

La Ley de Reforma estableció que los hogares recibirían por lo menos el 50% del aumento en los ingresos derivados de la reforma. Inicialmente, los beneficios serían cancelados en efectivo (a través de la banca), mientras que en una segunda fase, una parte sería utilizada para apoyar programas sociales y desarrollo de bienes públicos. Compensaciones Se decidió que toda la población podría recibir la transferencia, pero se incentivó a los hogares con mayores recursos a no aplicar. El método para registrar a los beneficiarios fue el de realizar una solicitud de aplicación simple, que era verificada posteriormente por las autoridades.

De esta forma, más de 61 millones de personas habían recibido la compensación antes de la fecha del inicio del incremento de precios (un 80% de la población del país). Unas semanas antes de la fecha del incremento de precios, se inició el proceso de transferencia de efectivo, utilizando un método progresivo por provincias que era ampliamente publicitado en los medios de comunicación. Cada transferencia consistía en 800.000 riales, multiplicados por hasta seis miembros del hogar, y fueron depositados a 21 millones de beneficiarios en cerca de 19 millones de cuentas bancarias, a lo largo de las 31 provincias del país. Al mismo tiempo, las autoridades anunciaron claramente que el acceso a los depósitos quedaba congelado hasta el día en que se incrementaran precios de la energía

La información como elemento primordial

La reforma fue precedida de una extensiva campaña de relaciones públicas, orientada a informar a la población sobre el creciente costo de los subsidios de energía y los beneficios de la reforma. Se realizaron campañas en todos los medios con el fin de demostrar el desperdicio de energía asociado a los bajos precios y resaltando su falta de equidad social. Históricamente, en la mayoría de los países, la eliminación de los subsidios a los productos básicos se traduce en pérdida de ingresos reales que afecta desproporcionadamente a los hogares más pobres. Por esta razón, las autoridades iraníes hicieron hincapié desde el principio en que no se trataba de eliminar los subsidios, sino de cambiarlos por ayudas a los hogares. Implementación de la reforma de la gasolina Los ajustes tuvieron siempre la estabilidad social como elemento clave del éxito en la aplicación de la reforma.

Se realizaron pequeños ajustes al esquema de incremento de precios, así como asignaciones de subsidios específicos a grupos vulnerables: por ejemplo, los camioneros iraníes fueron duramente golpeados por las medidas de ajuste, por lo que el gobierno aplicó aumentos de precios limitados, con raciones de diésel preferenciales más altas. La reforma afectó el consumo de manera positiva: en el primer año después de las reformas, en comparación con la tasa de crecimiento del consumo anual previo del 10% para los productos energéticos, el consumo de fuel oil* disminuyó un 36,4%, 5,6% la gasolina, 9,8% el diésel y 2,9% el queroseno.

También disminuyó la electricidad, el GLP y el agua, en un 1,7%, 10,6% y 6% por ciento, respectivamente.

¿Y el caso Venezuela?

El panorama venezolano es muy parecido a la Irán "pre reforma": subsidio de combustible ineficiente y desfasado con la realidad nacional y geopolítica internacional. El tema de la gasolina, como comenté en mi artículo "Venezuela: el por qué y el cómo aumentar la gasolina", debe ser debatido para un posterior ajuste en la adecuación de los precios a nuestra realidad, todo acompañado de políticas de reinversión social e industrial, que impulse la concientización en los patrones de consumo, la reconsideración en la eficiencia de medios de transporte y fomentar el gas vehicular y diésel.

Para lograr todo esto, se requiere un proceso de planificación coherente y un trabajo en conjunto entre todos los entes que intervendrían en el proceso para llevar a cabo un ajuste que el país necesita. Se debe dar especial importancia a la participación popular, escuchar las opiniones de usuarios y transportistas. Es imposible que un ajuste a los precios del combustible llegue a buen término si no están presentes todos los sectores sociales, transportistas y usuarios, a fin de tenerlos en cuenta para la toma de decisiones y para adoptar medidas complementarias, incluso compensatorias, destinadas a paliar algunos efectos de la actualización de los precios del combustible.

Con información de la IEA, IESA y La Vanguardia

*Fuel oil: se usa como combustible para plantas de energía eléctrica, calderas y hornos. Al destilarse se obtienen aceites lubricantes y asfalto, entre otros.

 

jasg2162@gmail.com



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Jorge Sánchez


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