Al fin Maduro se enteró de la crisis

I La Confesión

Repentinamente Maduro reconoció tres hechos (tres desequilibrios de monta) que, hasta el momento, consideraba de muy poca importancia o estaban fuera de la acción del gobierno (o incluso evitaba mencionar):

PRIMERO: La gigantesca sobrevaluación (oficial) del bolívar que estábamos arrastrando. Hasta el viernes 17 el precio oficial del dólar amaneció en 248.832,00 Bs. F (24 veces menos que el dólar paralelo). Ya el día anterior el gobierno había admitido en los hechos que ese precio era ridículo e irreal al elevar el dólar remesa a 4 millones de Bs. F. Pero el último anuncio oficial lo llevó, de golpe y porrazo, a 6 millones de Bs. F (el precio de DolarToday en esos días). Sin duda, la devaluación más grande de nuestra historia.

SEGUNDO: La masiva "emisión de dinero no orgánico" para cubrir el déficit fiscal. Pero ahora, señala el presidente, vamos a "una meta de déficit fiscal cero". Reconoce que ese mecanismo de autofinanciamiento del gobierno es uno de los motores de la hiperinflación que padecemos. Se justifica Maduro de haber fomentado la inflación durante años con una frase: "yo diría que así es la vida y nos tocó jugar así". ¡Tremenda justificación!

TERCERO: La gasolina regalada es insostenible. Que el pírrico precio de la gasolina no sólo es un elemento suficiente para quebrar a cualquier empresa petrolera por más grande que sea, incluyendo a PDVSA, sino que también es la base del contrabando de extracción del combustible hacia Colombia y el Caribe, lo cual es otra sangría de dólares.

Estos tres descomunales desequilibrios fueron tercamente inadvertidos por el gobierno durante los últimos años. No eran las causas de la inflación y del contrabando de gasolina, decía, las causas estaban en la mala fe de los enemigos, en la "guerra económica". Los "sesudos" economistas del gobierno negaban que el aumento de la liquidez tuviese efecto inflacionario y argumentaban que las llamadas "subastas" del DICOM (con un precio del dólar irrisorio y unas cantidades "subastadas" ínfimas) eran un mecanismo de lucha contra Dólar Today y no una obra de teatro.

Es una lástima que tuviéramos que llegar al desastre actual para que la cúpula del gobierno dejara las novelerías. Pero, en principio, es bueno que ahora al menos se hable de economía.

Claro que el "giro" de Maduro no justifica que durante años estuviera desbaratando al país mientras fingía que lo "protegía". Precisamente esos años de deterioro acelerado de la situación económica, esa acumulación de males, esos desequilibrios engordando, hicieron los correctivos más grandes, más inevitables y más dolorosos.

II Los análisis interesados

Evidentemente, esas medidas coinciden con las que propugna el FMI. Sé que este gobierno, que hay que juzgarlo por sus acciones y no por sus palabras, es un gobierno de derecha. Pero no voy a usar la devaluación, el prometido recorte del déficit y el aumento de la gasolina para demostrar la derechización del gobierno. Eso sería un golpe bajo e incoherente de parte de los que hemos sostenido en los últimos años la necesidad de atacar esos desequilibrios.

Hay personajes que antes propugnaban estas medidas y ahora denuncian el "paquetazo" con una demagogia desvergonzada. Con mucha razón las combativas enfermeras en conflicto rechazaron a los partidos y personalidades de la derecha que pretendían ganar prensa dizque apoyándolas; son los mismos que ahorita critican la elevación del salario mínimo y se ponen las manos en la cabeza por un aumento salarial que ni siquiera cubre la cesta básica. Más preocupados por los empresarios que "no pueden producir con pérdidas" que por los trabajadores que sí han estado produciendo, producen y producirán con pérdidas (hasta de su peso físico).

III La incoherencia y la ineficacia

Pero las medidas no son, o no deberían ser, una lista de acciones, se supone que son un plan. Y allí es donde fallan precisamente porque son incoherentes. Y algunas inefectivas.

La más ineficaz de todas es el "anclaje" del bolívar en el petro. Resulta que esa singularidad que es el petro no tiene aceptación general para funcionar como divisa (¿alguien nos venderá alimentos y medicinas en petros?). Y menos para que se pueda decretar su valor en dólares. Sí se puede, me dirán algunos, porque está "anclada" en un barril de petróleo. ¿Sí? Pero el barril de petróleo está en el fondo de la Tierra, y no es fácil sacarlo (pregúntele a Quevedo). Póngase usted la mano en el corazón, amigo lector, y dígame si sacaría esos 60 dólares que tiene guardado en la gaveta de cuando las vacas gordas y lo cambiaría por un petro.

Hay que ver por debajo del monetarismo. La ilusión de que todo es un problema a nivel monetario es un pensamiento fetichista profundamente de derecha que tomó vuelo desde los 80. La política monetaria es una palanca, pero, como toda palanca (Arquímedes dixit), debe tener un punto de apoyo firme.

La realidad es que seguimos necesitando casi todo lo que importamos. Comida, medicinas, insumos para producir, repuestos para reconstruir los servicios públicos y enfrentar la crisis de transporte. Nos cuesta sobrevivir cuando nuestras importaciones se han reducido a menos de la quinta parte en estos años en "que nos tocó jugar así".

Cada una de las medidas está intrínsecamente limitada. Y también, ya lo estamos viendo, estarán limitadas por la implementación de las medidas.

Al colocar el dólar a 6 millones de Bs. F., ahora 60 Bs .S, es cierto, algunos dólares vendrán por esa vía, pero, dadas las condiciones, es infantil esperar cantidades significativas. En verdad, no se está creando un mercado privado legal de dólares, puesto que se podrán vender dólares a 60 Bs. S, pero no comprarlos.

La idea de "déficit fiscal cero" es otra noción tomada de la derecha, y patrocinada por el FMI. Lo mortal es tener un déficit cercano al 20% del PIB. El gobierno no piensa, por supuesto, llegar a su pretendido ideal de "déficit cero" mañana, ya lo dijo, es una meta, y no lo hace porque cumpliendo de un solo golpe el objetivo se auto elimina, se paralizaría el gobierno, pero además, paralizaría al país totalmente.

Para reducir el déficit, que sí es una meta útil y necesaria, existe una receta simple y conocida: se aumentan los ingresos y se disminuyen los egresos, cualquier contador se lo diría. Ya el gobierno empezó con el aumento de ingresos. Aumentó el IVA. El IVA es un impuesto regresivo, esencialmente injusto puesto que lo pagan por igual tanto el pata en el suelo como el rico. Aún no está claro cómo es eso de que solo se aumentaría el IVA a los artículos suntuarios. Todos los gobiernos, cuando están apretados, prefieren aumentar el IVA que aumentar el impuesto sobre la renta, que sí es un impuesto progresivo, puesto que pecha las ganancias netas y no las operaciones comerciales. Pero como no pueden aumentar el ISR en forma regresiva, cualquier aumento del impuesto sobre la renta afectará el año 2019, y será cobrado en el 2020. O sea, la reforma fiscal debió haber sido hecha hace años. Por eso Maduro y el FMI, cuando hay crisis, prefieren meterse con el IVA, que es pa’ ya. También regresará pronto el impuesto a las operaciones bancarias, otro impuesto regresivo (y muy potente con la falta de efectivo que nos obliga a pagar hasta el pan con transferencia o tarjeta de débito), impuesto del cual nos había librado Chávez.

Los que sí pagarán menos impuestos serán los importadores y las transnacionales que inviertan en el sector petrolero y minero, exoneradas por el gobierno. El ajuste de impuestos es una maniobra al estilo Robin Hood al revés.

Para reducir los gastos, el gobierno debería reducir la corrupción, que, quien sabe, si se come al menos el 10 % de los dólares que nos entran. Sería muy útil llevarlo a menos de 5 %, pero para eso habría que cambiar gran parte del gobierno. También debería tener un plan para resolver el desaguadero de las empresas del Estado, la mayoría de las cuales (no todas) viven injustificadamente del presupuesto nacional. Una lucha contra la corrupción y la ineficacia, una lucha no meramente proclamada, sino efectiva y real, con resultados tangibles, sí sería bien recibida por el pueblo. Pueden empezar analizando cómo es que las importaciones del Estado cada vez compran más caros alimentos y medicinas, por ejemplo.

En síntesis, no se le ve el queso a la tostada. El "plan" global es de inspiración fondomonetarista.

Los meses que vienen lo dejarán claro. Tristemente claro.

 

 



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Orlando Zabaleta

Editor, escritor, articulista, publicista y diseñador gráfico.

 orlandojpz@yahoo.com

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