Ante el anuncio que hicieran los ministros del gabinete al Presidente Nicolás Maduro, colocando sus cargos a la orden, es decir, dejándolo libertad para removerlos *no sé hasta dónde ellos tengan que hacer eso si la Constitución establece que puede hacerlo sin ninguna consideración previa* me permito sugerirle al Camarada Presidente, que ubique como Ministr@ del Poder Popular para la Educación a otra persona. Ojo, este escrito no va con la intención de hacer críticas negativas, aunque si las hay, contra la gestión de Héctor Rodríguez.
Esta consideración la hago fundamentalmente luego de escuchar recientemente al gobernador de Carabobo, durante una entrevista radial con el Ministro de P.P.E., informando que el camarada ministro en la actualidad ejerce una inusitada cantidad de cargos o funciones institucionales y políticas, entre las que se destacan nada más y nada menos que Vicepresidente del área social y Coordinador Nacional de la Juventud del PSUV., que ambas ameritan unas atenciones bastantes arduas y dedicación que pueden definirse como exclusivas como política de Estado la primera (legado de Líder Supremo) y de importancia generacional la otra.
Ahora, se ha dicho hasta la saciedad en todas las esferas sociales y políticas, algunas con toda la sinceridad y buena intención necesarias realmente, que la materia de educación es una cuestión sumamente seria y por ende tiene que ser prioridad para cualquier gobierno, a mi juicio más que lo militar y lo petrolero. En el caso venezolano, cuando se sabe de una problemática bien significativa, a pesar de los 15 años y el empeño del Comandante, aun persiste perjudicando a los principales sujetos, maestros y alumnos.
El nuevo o la nueva Ministr@ tendrá que dedicarle tiempo completo a la educación básica y diversificada sobre todo, mientras Héctor Rodríguez, con sus responsabilidades estará ocupado atendiendo los otros asuntos.
Por ejemplo, se tendrá que revisar fondo las jefaturas de zona estadales que se han convertido en el nudo gordiano del ministerio, para lograr saber hasta dónde la politiquería o el amiguismo han influido en la designación de cargos administrativos, sean estos supervisores o directores que, como se conoce, en una gran mayoría solo vienen sirviendo para congraciarse con los designadores de puestos, desestimulando con ello la participación de quienes tienen cualidad y vocación para empujar la calidad educativa, sobre todo en lo relativo con el nivel de aprendizaje en los estudiantes, cuestión que en los últimos años, está siendo señalado como justificación para la descalificación de los jóvenes liceístas egresados de las instituciones del Estado, cuando a la hora de aspirar a la educación universitaria, trayendo como resultado la frustración que lleva a muchos jóvenes a desertar o caer en la red de los tecnológicos o instituciones universitarias privadas, a lo sumo, porque en otros casos hay un número importante de muchachos que caen en la trampa del ocio improductivo socialmente hablando o el que los lleva a sucumbir en la delincuencia como víctimas o victimarios; si no lo creen o piensan que esta afirmación se trata de una patraña opositora, busquen las benditas estadísticas.