Universidad y plan de emergencia

Desde hace buen rato la universidad venezolana luce perdida, confundida, desentendida y ajena a cuanto ocurre en el país. No ha bastado el impulso, y sobre todo la estabilidad presupuestaria que ha garantizado la Revolución Bolivariana, a pesar de anuncios de paros que en realidad discurren entre el desinterés e ignorancia de la comunidad en general.

No lo vamos a negar, me cuento entre quienes a raíz del triunfo de Chávez, percibimos a las universidades como instituciones referenciales en el logro de avances sustanciales, considerando su histórica combatividad y su reconocida solvencia y capacidad investigativa.

La realidad de algunos datos o índices nos indican de manera convincente el interés gubernamental para atacar flagelos que incidían de manera bochornosa en el acceso a la educación superior. Tal es el caso de creación de universidades y la democratización de algunas, cuyo acceso era restringido.

De manera que el mapa de nuestro país luce hoy con centenares de locales de educación superior que permiten a nuestra población romper con las odiosas restricciones y mecanismos creados para traficar de manera descarada con el llamado cupo. Mecanismo éste que durante décadas se convirtió, mediante los llamados "comités", en una las peores desviaciones del movimiento estudiantil, que a la postre prácticamente lo desmovilizó y fue causa de liquidación.

He señalado el papel democratizador de la Revolución Bolivariana que se extiende a todo el sistema educativo. Como está prohibido olvidar y la derecha se empeña en borrar de la memoria el oscuro y reciente pasado que penosamente vivió el pueblo venezolano. Los universitarios saben muy bien que el pago de sus prestaciones, y de manera especial, los pasivos laborales resucitaron y se convirtieron en realidad a raíz del triunfo de Chávez. Con esos reales ya no se contaba. Estaban perdidos.

Pudiéramos hacer referencia a otros logros valiosos y referenciales a nivel internacional. Digamos más bien, para volver al comienzo de este artículo, que hoy la educación superior está en deuda con el pueblo venezolano. Su arsenal investigativo y conocimientos acumulados muestran mezquindad con lo que los venezolanos esperamos.

La actual hora, caracterizada por una indudable difícil situación económica, nos indica que todos los hijos de la patria debemos aportar nuestro granito de arena para salir adelante ante quienes su subordinan a bastardos intereses. Así, los universitarios, que hace décadas fueron bastiones de lucha al lado del pueblo, no pueden seguir dándole la espalda, hoy cuando más nos necesita.



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Juan Azócar


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