El profesor universitario Edgar Gómez (UNELLEZ-Barinas), asiduo articulista del portal aporrea.org, ha ido desarrollando, a lo largo de sus escritos en ensayo de opinión, una postura bien delimitada en cuanto al pensamiento moderno de la izquierda latinoamericana, sobre todo en su concepción del mundo académico-universitario.
En una de sus disertaciones Gómez expresa: "A través de la educación y la escolaridad (educación no formal – educación formal) las sociedades –el hombre, ha trasmitido de generación en generación su cultura, religión, conocimientos, sistemas sociales, valores morales –éticos que sí bien han significado beneficios para la sociedad, también es cierto, según Morín, que han causado sufrimientos y desorientaciones por llevar impreso en sus contenidos errores e ilusiones a los largo de la historia humana y de manera aterradora en el siglo XX…"; y continúa: "La educación está impregnada de un carácter complejo y multifactorial, en tal sentido, se impone como misión ayudar al hombre, hoy inmerso en los paradigmas de la información y la sociedad del conocimiento, a emanciparse de las ideas erróneas y de mentiras transmitidas a través de la educación y armarlo en el combate vital para la lucidez que requiere hoy con urgencia…" ("La Educación como proceso complejo", 2010).
En concreto, Gómez advierte el carácter ético de la universidad en su función cultural, pero deslastrándose de los errores de un proceso formativo que tiende a enaltecer la dominación e imponer los elementos de culturas foráneas basadas en la mercantilización y la alabanza al mundo ilusorio del consumismo. Citar la postura de Morin, en cuanto a que el rol de la educación de imponer valores y principios errados de convivencia humana, ha traído consigo la desorientación del conocimiento, es una realidad palpable en Latinoamérica, sobre todo en el Sistema Educativo Venezolano, caracterizado por un proceso democrático-fundacional cargado de vicios y de corrupción, no solamente capitalista, sino corrupción moral y ética.
En este aspecto Gómez resalta que "…el hombre es portador de problemas personales, como insatisfacciones y frustraciones, enfermedades síquicas, depresiones etc., pero además está inmersos en problemas colectivos, como conflictos sociales graves, falta de solidaridad, agresiones y violaciones de todo tipo, grandes desigualdades económicas etc., todo ello anuncia la complejidad que envuelve al hombre y justifica su formación en varios campos del conocimiento, que significaría apropiarse de una parte más grande del conocimiento y no una miniatura expresada en la especialización"; es por ello que se hace inminente, sentencia Gómez, "educar para la esperanza", es decir, "apropiarse de nuevos saberes y conocimientos". Recurriendo a Fernando Savater (de su obra "Ética Ciudadana", 1998), si "…se educa diciendo que el mundo es un desastre, que todos los políticos son corruptos, que el sistema es omnipotente y nunca lograremos cambiarlo, que el neoliberalismo ha secuestrado el mundo y jamás podremos enfrentarnos a sus malévolas intenciones, que todo está perdido; crearemos una sociedad de pesimistas cómodos que se dedicarán a vivir, y culparán de todos los males a la situación cósmica que les ha tocado soportar."
Reforzando esta idea, en otro de sus escritos, Gómez ("La muerte de la constante", 2009), hace alusión que la formación, la adquisión de saberes debe producir una transformación en el hombre y en su entorno; permanecer indiferente a esta realidad "…es contribuir a la muerte de la constante, es llevar la opción de la transformación universitaria al campo de la imaginación, al terreno de las utopías. El tiempo necesario tiende a expirar. Los convocados no dan muestra de absorber el cambio y sentirse parte del mismo, por el contrario, parecieran ser partidarios de sostener las viejas estructuras que producen satisfacción a las personas relacionadas con los grupos que están en el "poder" antes que asumir la opción del cambio, el cual proyectan como estados o momentos de ansiedad, confusión y angustia". En una frase, la educación no solamente es un acto de cultura, sino de revolución permanente.
En un plano más directo, y haciendo mención a la educación universitaria en el ámbito de postgrado, Gómez ("Democratización de postgrado", 2006), resalta que el proceso de formación no solamente tiene la importancia de ser permanente, sino accesible y de calidad; en tal sentido Gómez (en su ensayo arbitrado La educación como complejo proceso formativo", 2011), resalta que la democratización debe conducir a "…una profunda acción pedagógica"; apreciando la educación como "…un proceso complejo, dinámico y multifactorial. Su complejidad radica en las funciones que debe cumplir ante la sociedad que no es otra que formar ciudadanos integrales en el dominio de las ciencias y en actuación ética-moral ante la sociedad, su dinámica está íntimamente relacionada con el avance del conocimiento y es multifactorial por la participación activa de todo y todas en el hecho educativo. En este orden, se considera que la educación es un proceso fundamental para lograr la transformación de la sociedad, y por ende del hombre, como componente dinámico de la naturaleza".
A todas estas, Gómez destaca que "…la educación responde, siempre a la clase que está en el poder, la que diseña el modelo de hombre y mujer que se necesita para perpetuar su dominación para ello moldea los contenidos que aplican los docentes. Como fenómeno social pertenece a la superestructura de la formación económica y social de que se trate y está determinada, en última instancia, por el modo de producción y que tiene un nexo indisoluble con las relaciones sociales económicas, propias de la base de la sociedad..." Esa realidad refiere la asimilación, recalca Gómez, de entender que el producto de los contenidos humanos ha de construirse desde la práctica social, valiéndose en su conjunto, como la cultura local, de la posición de la persona en un contexto histórico concreto, no en razón de un grupo de interés o clase dominante, porque bajo esa premisa no hay educación, sino esclavitud, dominación, destrucción de la identidad de esa persona, sociedad o país.
La educación a través del pensamiento de Edgar Gómez, debe ser una educación donde todas las clases sociales se integren y vinculen a través del poder popular, dominando la mentalidad colectivista y comunitaria; preparando al hombre, en mentalidad y la conducta, para una existencia en razón de la solidaridad, el sentido excelso de la equidad y la satisfacción de las necesidades en cuanto a necesidades básicas se refiere, entendiendo que lo superfluo del consumismo no es una cultura humanista, sino una cultura depredadora, "el hombre lobo del hombre" como expresara Thomas Hobbes.
En este aspecto Gómez destaca: "…la educación un foco de poder, presa de la retórica pública, pero cargada de significativas intencionalidades…"; sin duda, una postura intelectual digna de un pensador que entendiende su lugar histórico en el proceso de transformación revolucionaria, asumiendo el compromiso de impulsar el proceso educativo en una "…sociedad basada en la ganancia, en la opción individual, en el dominio de todas las cosas y sin opción para ser del hombre el dueño y señor del mundo por el creado y pensado..." La educación como transformación del ser humano es vital para la conquista, a juicio de Gómez, del hombre nuevo Guevarista, de ese capaz de entender su papel en la historia y en la vida de las generaciones por venir.