Sí, a una parte bien importante de los facilitadores, maestro/as pueblo, profesores, docentes o con cualquier otra definición como se les identifica, en su gran mayoría comprometido/as con el proceso bolivariano pero incorporados de vez en vez, para poder recibir el dinero en contraprestación por concepto de haber impartido sus clases, orientando o capacitando a los muchachos de la chamba y en cantidad bien inferior a la de cualquier docente del resto del sistema educativo venezolano, amén del tiempo de espera, deben presentar una factura comercial mencionando cual venta de mercancía o prestación de servicio cualesquiera, por supuesto, se indica quién es el destinatario, el contenido, cantidad unitaria y total en horas, quincenales o tal vez mensuales impartidas.
Ahora, si le aplicamos solamente el análisis político ideológico a esta situación de acuerdo al contenido de la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras y detallamos por qué ahora se llama Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista, sin mucho esfuerzo nos damos cuenta de la profunda contradicción que aquí se refleja, pues, estamos viendo la vigencia o reminiscencia de la hoy ilegal tercería y aceptando el desconociendo los derechos y beneficios laborales tales como prestaciones, cesta ticket, vacaciones, acumulación de cotizaciones del S.S.O., etc. etc.; por el contrario, en la práctica, entre otros desconocimientos que respecto a ventajas para lo/as trabajadore/as, reina la aspiración más querida por lo/as patrono/as o entidad de trabajo privado o capitalista, la desregularización de las relaciones laborales.
Todo esto ocurre mientras los maestros se esmeran en enseñarles a lo/as muchacho/as, por una parte, todas las diferencias existentes entre el capitalismo explotador y salvaje que hoy se abalanza contra los trabajadores no solo en Venezuela y el socialismo como alternativa para la liberación de los trabajadores y la humanidad en general.
Ah, se me olvidaba decir que lo/as chama/os capacitándose en el INCES también deben ir a la empresa privada, según, a poner en práctica lo enseñado, donde, sin ser ingenuos, reciben toda la carga ideológica de los ductores, seguramente persuadiéndoles de las fulanas bondades que éstas simbolizan.