Universidad de las Artes: En defensa de la institucionalidad

La crisis llegó a la Universidad Experimental de las Artes, Ojalá que sea pasajera y pueda ser superada con el concurso y la participación democrática y plural de quienes hacemos vida en este importante núcleo de creación y formación universitaria.

Esta crisis es producto o expresión, a mi entender, de una pérdida progresiva y sistemática de institucionalidad que se inició en la gestión del profesor Néstor Viloria (2012-2017) y continúa manifestándose en los actuales momentos.

En pocas palabras no solo en Unearte sino en casi toda la institucionalidad pública, ocurre con suma frecuencia, que quien entra a dirigir una entidad del estado se siente con la potestad y el derecho divino de cambiar todo para muchas veces no cambiar nada y con ello generar profundos daños e inestabilidad en las dinámicas laborales y en los cursos de acción prioritarios. En el caso nuestro, influye negativamente en la calidad de los procesos administrativos, gerenciales y académicos y de formación educativa.

Por lo general, el "nuevo jefe" llámese rector, ministro o director no escucha, no mira, no analiza, no integra; no evalúa, no se reúne con nadie, sólo con el grupete de amigos y aduladores que le rodean y a quienes coloca en cargos relevantes sin que cuenten con la formación, los méritos y experiencia necesaria.

Más aun: desconfía a priori de la experiencia acumulada de la institución y del talento de los trabajadores. Todos somos sujetos de sospecha. Impone su agenda de manera vertical. No traza políticas estratégicas que es su principal misión. Viola, en muchos casos, las leyes y los reglamentos que rigen la institución. Pero eso sí, controla milimétricamente el presupuesto sin rendir cuentas ni contraloría social a la comunidad que representa. Este panorama ha hecho trizas la institucionalidad pública y Unearte lamentablemente, en mayor o menor grado, no escapa a esta realidad.

Paradójicamente, el grupo de profesores que hoy lidera la protesta y pide la cabeza del actual rector, profesor Alí Rojas, formaron parte del equipo de confianza de la anterior gestión. Sobre esta gestión hay un silencio sepulcral y quienes mayoritariamente participaron y son corresponsables directos o indirectos de la misma, hoy apelan a métodos y estilos poco transparentes e inadecuados. Siendo un espacio universitario, llama la atención en el desarrollo de este conflicto, la ausencia de argumentos gruesos y reflexiones de altura conectadas con la esencia universitaria y a tono con los graves problemas que hoy confronta la sociedad venezolana y en particular las universidades.

Ciertamente, el Profesor Alí Rojas ha cometido algunos errores y omisiones, pero no por ello se justifica un ataque tan vehemente y visceral como el que ha recibido. Y lo más grave y delicado de todo: el no reconocimiento que hacen los tres Vice Rectores recién nombrados por el Ministro de Cultura Ernesto Villegas al profesor Alí Rojas Olaya, como autoridad máxima de esta casa de estudios. Mientras tanto, van dos meses sin celebrarse el Consejo Directivo, instancia clave de decisión y gestión de la Universidad.

Haciendo uso simplemente del sentido común: si estos tres Vice-Rectores reconocen como jefe o autoridad al Vice Ministro Alí Alejandro Primera y no al Rector, es mejor que se muden al despacho del Centro Simón Bolívar y dejen el espacio libre a profesores que puedan hacer equipo con el líder y responsable principal de la Universidad. En la misma tónica: si el Ministro de Cultura no avala la gestión del actual Rector solicite la renuncia y no contribuya a propiciar tensiones institucionales innecesarias y desgastantes para la colectividad. ¿Y el Vice-Ministerio de Educación Universitaria? ¿No tiene velas en este entierro?

En resumidas cuentas: un conflicto inútil y de cuestionada seriedad, vaciado de contenido ideológico y visión estratégica, que origina un profundo malestar en una comunidad artística que observa con estupor la intromisión de estilos de confrontación nunca antes visto, y ajenos a la historia, a la tradición cultural y a la esencia de los antiguos institutos de arte. Los mismos que le dieron vida y sustento a la creación de la Universidad Experimental de las Artes a punta de mística, respeto y cordial convivencia, como expresión genuina de una comunidad de aprendizajes, experiencias y saberes artísticos y culturales de elevado trascendencia y significación para el país.

Si se sentaron Donal Trump y Kil Jong- ¿no se van a poder sentar el Rector Alí Rojas y algún representante del grupo beligerante para dirimir en términos respetuosos y democráticos las posibles diferencias existentes?

Muchos son los temas y puntos pendientes para avanzar en el proceso de transformación universitaria, que en muchos casos permanecen engavetados y sin una ruta clara y sustentable de salida. Urge concentrar esfuerzos y energías para fortalecer la calidad de la formación, ofrecer respuestas efectivas ante la coyuntura actual, profundizar en auténticos procesos de cambio en nuestros entornos socioeducativos y comunitarios, y, sobre todo, defender a capa y espada la tan menguada institucionalidad universitaria.



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Nelson Oyarzábal

Antropólogo. Gerente Cultural Profesor Universitario. Articulista

 neloyarz11@hotmail.com

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