Bien por el Tribunal Supremo de Justicia y ahora por la Asamblea Nacional

¿Golpe suave?, déjenlos que hablen y esto se termina. ¡Qué hablen, Qué hablen, Qué hablen!

Si conocemos la táctica del adversario no hay razón para no derrotarlo. Tal como lo señalara el Comandante Chávez en la concentración del pasado 2 de junio, a Venezuela se le está aplicando otra forma de desestabilización que él califico de “golpe suave”. A diferencia de otras tácticas, en esta se utiliza la ausencia de conciencia de un sector ingenuo de la población con el propósito de ir generando un suave desplazamiento de la legitimidad del gobierno hacia estos simpáticos protestantes.

El autor de este método puesto en práctica en diversas oportunidades contra gobiernos incómodos para los EE.UU., es el filósofo y activista Gene Sharp. Estudioso de las teorías de Henry D. Thoreau y Ghandi ha logrado crear un sistema de manipulación emocional que durante un tiempo logra cierto encantamiento en quienes son manipulados hasta hacer que se responda a la emoción antes que a la razón.

La clave del éxito de semejante estrategia desestabilizadora estriba en dos áreas fundamentales: a) La captación de la emoción y la simpatía hacia las acciones de quienes protestan; b) el rol de los grandes medios de comunicación magnificando y haciendo visibles para el mundo entero el enfrentamiento entre abnegados, frescos, inocentes y simpáticos protestantes contra la realzada fealdad de las fuerzas “represivas”, con sus cascos, escopetas, bombas lacrimógenas, etc., etc.

Sin cualquiera de estas dos condicionantes el plan del “golpe suave” se les desinfla como les ocurrió en el Líbano. Una de las dos variables la tienen servida: la concentración de medios internacionales –incluso por causa de la Copa América- así como la inteligente y macabra campaña del canal Globovisión y los diarios El Nacional y El Universal les garantiza la mitad de la jugada. La otra mitad está de nuestra parte si la sabemos utilizar. La marcha desde la Plaza Brión hasta el Tribunal Supremo de Justicia, no obstante contar con una estupenda cobertura de Globovisión, no pudo evitar que se pusiera en evidencia el Talón de Aquiles de este plan conspirativo: dejarlos hablar, hacer que expliquen lo que quieren, darles la oportunidad de expresar el contenido de sus consignas. Eso fue suficiente para que desde las pantallas de Globovisión emanara un olor a fracaso clamoroso.

La presidenta del Tribunal Supremo de Justicia hizo exactamente lo que hay que hacer para derrotarlos y ponerlos en dolorosa evidencia. Sólo dos cosas tuvo que hacer la presidenta del Tribunal: a) Señalarles que estaban siendo recibidos nada menos que por el máximo tribunal de la República como no lo había sido ningún movimiento estudiantil nunca antes y, b) Sorprenderse –con mirada de madre comprensiva- de que la razón por la cual estaban allí era para “reclamar el derecho a manifestar libremente” y preguntarles si no era eso lo que habían hecho para llegar al Tribunal. A partir de ahí sólo pudieron dar las gracias y retirarse. Ni siquiera los propios “periodistas” sumergidos en el plan pudieron evitarles el ridículo. Por más que se las pusieron bombita no pudieron estos "líderes de la juventud venezolana" artícular una sola respuesta.

Fueron absolutamente incapaces de superar el contenido miserable de sus consignas. Fueron incapaces y lo serán siempre, en la medida en que se les arranque de las manos la imagen de víctimas lindas, con manitas pintadas de blanco, saltitos de bailoterapia y se les ponga a hablar. No tienen absolutamente ninguna posibilidad de explicar porque atropellan los símbolos patrios o han salido a las calles –cuando nunca lo hicieron antes por una reivindicación estudiantil o social- para exigir que les sigan pasando las telenovelas o los refritos de RCTV.

Creo que la decisión de la Asamblea Nacional de recibirlos y darles un derecho de palabra será el fin de este nuevo plan para Venezuela. Harán el más imponente ridículo cuando sean confrontados por estudiantes revolucionarios y deban asumir ante Venezuela y el mundo su condición de hijos de papá, sifrinos y cocos secos.

Déjenlos hablar por favor…Déjenlos hablar y esto se termina.


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Martín Guédez


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