Dice Cynthia Machado Zuloaga: “La agencia de publicidad, Ars, envió a los estudiantes a filmar un comercial en la Asamblea Nacional para que Globovisión lo pasara durante todo el día. Como en sus primeros tiempos, Ars les dijo a los estudiantes: “Permítannos pensar por ustedes”, y le escribió el texto para un comercial en cadena nacional, y nosotros hicimos un ridículo de película, amigo Roberto”.
Toma agua. Suspira con rabia. Mira para todos lados. Se pasa las manos por el cabello y se despeina. Está rabiosa Cynthia Machado Zuloaga. Me mira casi llorando de la rabia. Sonrío. Ella se vuelve para llamar al mesonero. Le pide más agua, y un pedazo de hielo, “porque estoy calientísima con los chamos estos que pusieron la gran estupidez en la pantalla del país”.
Dice que va al baño y se levanta. El mesonero se acerca y me dice: “Esa mujer cuando se pone brava es cuando se ve más buena. Es increíble la cara que tiene. Parece que quiere matar a alguien, amigo, así que cuídese”.
Vuelve Cynthia con ese tumbao que tienen las millonarias al caminar y me pregunta qué estabas hablando con el marginal que nos atiende. Y le digo que nada, me estaba preguntando si yo sabía algo de Carlos Ortega o Alfredo Peña y le dije que no.
Ella sonríe. Y muestra su perfecta dentadura. Cuando abre la boca sus labios quedan expuestos a la intemperie. Sensuales. Deseosos. Huérfanos de besos.
Y toma la palabra. “Así no se llega a ninguna parte. Ustedes, los marginales, son mayoría, y siempre han sido mayoría, pero ahora hemos perdido una oportunidad de ganarles con talento. Con inteligencia, porque es cierto, nosotros tenemos la inteligencia, ustedes son muy brutos, pero este muchacho que se quitó la franela, lo que tenía que quitarse era la estupidez, Roberto. En ningún país del mundo le han dado una oportunidad así a la oposición. Les dan el derecho de palabra en la Asamblea y en cadena nacional. Y van los muchachos y qué dicen, un discurso de agencia de publicidad. Nada espontáneo. Nada natural. Así no se llega a ninguna parte, así hay régimen para rato, amigo, y eso es lamentable. Lo que te puedo decir es que esta oposición nos ha salido carísima.
Llamo al mesonero y pago la cuenta. Mientras tanto, ella recoge su bandera de los Estados Unidos que había colocado sobre la mesa, y la mete en su cartera Prada. La tomo del brazo y nos vamos.
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