En Latinoamérica por lo general, se ha impartido una especie de educación conductista que en gran medida ha castrado las potencialidades creativas de los hombres. Cabe destacar que éste modelo educativo, quizá en su momento, brindó sus frutos a la sociedad, no obstante actualmente se convierte en la principal piedra de tranca para los avances políticos y sociales que claman las sociedades latinoamericanas; en consecuencia este modelo educativo implantado e importado, nos ha dejado un legado de dependencia y una mentalidad de subordinación ante los poderosos del mundo.
En su contra parte, se ha venido hablando en la región desde los años 60, de un nuevo paradigma de la enseñanza educativa, con unos postulados que pretenden derrumbar la pedagogía tradicional, por medio de la “humanización” del proceso enseñanza-aprendizaje. Son muchos los autores latinoamericanos que han venido desarrollando trabajos que se encaminan en convertir a la Educación Popular (EP) en el método más efectivo, racional y conveniente para nuestras naciones.
Por mucho tiempo se trató de afirmar que el acto de la enseñanza debía estar alejado de toda forma de hacer política, quizá con el objetivo de mantener a los maestros y profesores, al igual que al estudiantado, sumergidos en una especie de letargo, que negaba de raíz la posibilidad, de tan si quiera cuestionar el modelo de desarrollo impuesto, y más aun negarnos la oportunidad de plantearnos nuevas alternativas que permitieran consolidar la plena independencia y la libre determinación de los pueblos del mundo. Para la Educación Popular, la pedagogía es un acto político, en el que se preparan personas para cumplir con determinados objetivos deseados; es decir, la Educación debe estar orientada a formar ciudadanos que luchen en colectivo por la consolidación de un determinado proyecto de país.
Para la Educación Popular, el hecho educativo no debe quedarse en el mero acto de la transmisión de conocimientos, por el contrario la interacción educativa, además de basarse en la retroalimentación, debe ser fundamentalmente transformadora. En este sentido entendemos por transformador, la acción que se ejecuta con la intención de cambiar una realidad determinada. Para lograr este objetivo se utiliza la metodología de la IAPT, la cual hace referencia a que debe sentar sus bases en la investigación acción participativa y transformadora.
Para Paulo Freire, la Educación Popular, busca esencialmente desalienar a los individuos, elevando los niveles de comprensión del mundo, para que la conciencia de las personas se ubiquen en un determinado contexto histórico, además de entender el devenir histórico de su realidad. Una de las preguntas que surgen y con la cual debemos ser bastantes cuidadosos, es la relacionada con ¿cuál es el tipo de conciencia que queremos despertar en los individuos? Lo interesante de todo esto, es que en definitiva debemos replantearnos los modelos de desarrollo que tenemos como patrones a seguir. Valores como la solidaridad, la comprensión del entorno, la construcción y la transformación, son algunos de los aspectos vitales que la EP buscará incentivar entre los participantes de un determinado proceso de enseñanza-aprendizaje.
“Desaprender” esquemas aprendidos con anterioridad, bajo la Educación conductista y alienante que se practica en casi toda Latinoamérica, es uno de los postulados más importantes de la EP, sin embargo todo esto no tendría ni sentido ni efectividad, si no se aplicara la participación plena entre los participantes del taller, quienes como lo dijimos anteriormente dinamizan el proceso de retroalimentación.
La influencia que ejerce entender que el aula de clases es un sitio de encuentro y de debate de ideas que logren generar conocimiento, es de vital importancia, en consecuencia la concepción del maestro ilustre que va al aula a iluminar a sus estudiantes, debe ser derrumbada y reemplazada por el anterior método de interacción en el aula. EP es resumir el proceso de enseñanza-aprendizaje a participación, acción y transformación.
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