El mito de Chávez y el boom petrolero

La siguiente gráfica de la petrolera británica BP (que se puede obtener revisando sus reportes estadísticos anuales del mercado petrolero) recoge los precios promedios anuales del barril de petróleo medidos en dólares de los Estados Unidos, entre 1861 y 2019, a nivel global. La línea oscura da cuenta de los precios nominales de cada año. Mientras que la clara hace lo mismo pero en dólares de 2012, deflactados por el Índice de Precios al Consumidor de los Estados Unidos.

Es decir, la línea oscura nos dice cuáles fueron nominalmente hablando los precios promedio anuales del petróleo para cada año en cuestión. Por su parte, la clara, tomando en cuenta la inflación norteamericana, nos dice cuáles serían los precios si los medimos con dólares de 2012. Veamos:

La importancia de esta comparación reside en que nos permite visualizar en términos reales precios valorados en una misma moneda pero para distintos años. Y la gracia de ello radica en que nos evita caer en una falacia muy típica en los análisis económicos, consistente en dar por hecho que hablar de un monto X para un año Y medido en una unidad monetaria Z, resulta lo mismo que hacerlo para otro año N, sin tomar en cuenta que estamos hablando de monedas de distinto valor al tener poderes de compra distintos. Y el poder de compra se determina deflactando contra el índice de precios, es decir, lo que usualmente llamamos la inflación. Para el caso de la economía global suele usarse el de los Estados Unidos.

A estas alturas de nuestra realidad económica, las venezolanas y los venezolanos entendemos perfectamente esta diferencia entre valores nominales y reales. Así las cosas, si alguien en un mes X gana, por decir algo Bs., 300 mil, y al mes siguiente sigue ganando los mismos 300 mil, sabe que nominalmente hablando tiene el mismo sueldo pero no así en términos reales. Pues al subir todos los demás precios de la economía (la comida, la ropa, el transporte, etc.) dichos 300 mil no tienen el mismo poder de compra y entonces alcanzan para menos. En tal virtud, aunque técnicamente (nominalmente) estemos hablando de los mismos 300 mil, en la práctica (realmente) son distintos, dado que no nos alcanzan para lo mismo, independiente que los estemos considerando en la misma unidad monetaria.

Volviendo a nuestra gráfica, nos daremos cuenta entonces que un barril de petróleo que en el año 1976 tenía un precio promedio de 40 dólares, si lo comparamos con uno de 2004, que resulta también tuvo un precio de 40 dólares, nominalmente hablando pasa que tienen el mismo precio. Pero si tomamos en cuenta el poder de compra de los dólares de 2004 y los comparamos con los de 1976, nos daremos cuenta que estamos hablando de valores distintos, pues considerada la inflación en dicho lapso, tenemos que los 40 dólares de 1976 "valen más", pues contaban con un mayor poder de compra que los de 2004. Y este es un dato no menor.

Yendo al grano, si se compara el ingreso petrolero de la década larga de Chávez en el poder (1999-2012) con los períodos de Carlos Andrés Pérez (en su primer mandato presidencial: 1974-1979) y Luis Herrera Campins (1979-1984), que es cuando se produce el auge y fin de la llamada Gran Venezuela, tenemos que, ciertamente, en los años de Chávez hubo un ingreso ocho veces mayor que en aquella época, pues los precios del petróleo fueron mayores. Pero ello es así nominalmente hablando. Pues en términos reales, tenemos que un dólar norteamericano de la década de Chávez, en promedio, contaba con un poder de compra equivalente a 20 centavos con respecto a los de la segunda mitad de década de los 70 del siglo pasado, es decir, se podía comprar con él apenas un quinto de lo que se podía comprar 30 o 40 años antes. Nótese en la gráfica que un precio de 40 dólares en la década de los 70, desde el punto de vista de su poder de compra, equivale a uno por encima de 100 entre 2007 y 2009.

Así considerado pues, termina pasando que aquello del boom petrolero más grande la historia venezolana resulta un mito, o al menos, una aseveración demasiado hecha al voleo que merece ser discutida con un poco más de calma, objetividad y seguramente también seriedad.

Después hay otras consideraciones que también deben hacerse con respecto a este tema. Y una muy obvia pero igual pasada por alto, es que las poblaciones de las que estamos hablando tampoco son exactamente las mismas. De tal suerte, la población venezolana de la primera década del siglo XXI, es más del doble que la de los años 70 del siglo XX. Tomando en cuenta los datos oficiales del INE, en 1974, la misma se ubicaba en torno a los 12 millones de personas: la mitad exacta del año 2000. Y según el censo del año 2011 –último realizado- para esos años la población venezolana ascendía a unas 29 millones de personas: 2,6 veces más.

En conclusión, cuando cruzamos ambas relaciones –valor real del dólar, crecimiento de la población– tenemos que el dólar de la era Chávez equivale a más o menos 7,5 centavos del dólar de la llamada Venezuela Saudita, lo cual quiere decir que dichos ingresos (ocho veces más, en términos nominales) ponderados por los factores antes mencionados, se invierten y, en realidad, tenemos que el ingreso petrolero en la era Chávez fue equivalente a más o menos la mitad del período CAP I.

Esto no quiere decir que no haya recibido Chávez durante su mandato una gran cantidad de recursos. Ni que no haya habido malos manejos y todo saliera perfecto. Pero lo que no es cierto es que se trate del mayor boom de la historia venezolana, pues en términos reales no es el caso.

Por otro lado, la inversión social y en infraestructura del chavismo fue mucho mayor, no solo por tratarse de un mayor número de personas sino también y sobre todo por una participación mucho más activa del Estado, tanto en la economía como en la cobertura social de la población. Por caso: en la era Chávez se construyeron 3 veces más escuelas, universidades y unidades de atención de salud que en la década de los noventa, proporciones similares a las que puede encontrarse en otras áreas. Y también podríamos hablar del crecimiento de la economía durante Chávez, pero eso ya es harina de otro costal que nos extendería mucho más de lo necesario este texto.

Ya para finalizar, un par de cosas adicionales. Una es que quienes aseguran que el chavismo en la era Chávez lo que hizo fue aprovechar el llamado boom de las materias primas impulsado, entre otros factores, por la demanda creciente china, suelen asumir que el mismo ocurrió por causas naturales de mercado, por lo que no hubo ningún mérito en ello. Y no es así. Es decir, ciertamente el aumento de la demanda china de petróleo es un fenómeno producido por la dinámica de desarrollo adaptada por dicho país en las últimas décadas. No obstante, esto no necesariamente tenía por qué provocar un aumento de los precios petroleros globales, o al menos no en los términos en que ocurrió. Y es que de no haberse producido la Cumbre de Caracas de la OPEP en el año 2000, convocada y organizada por Chávez que incluso para ello viajó por tierra para reunirse con Sadam Husein (en aquel entonces Irak sufría un bloqueo aéreo), el aumento de la demanda pudo haberse dado en situación de dispersión y competencia entre los principales países productores, quienes, en consecuencia, lejos de colaborar y articularse en la política de mantenimiento de cuotas y defensa de precios, como lo hicieron gracias a la mediación de Chávez, más bien hubiesen inundado los mercados, como lo venían haciendo desde los años 90.

De tal suerte, el famoso boom no fue del todo un fenómeno externo aprovechado por Chávez. Por el contrario: en buena medida ocurrió como resultado de una decisión política de Chávez transformada en una apuesta geopolítica, que dio los resultados que todos conocemos.

Por último, si bien es verdad que la tendencia del precio del barril petrolero en tiempos de Hugo Chávez fue al alza (exceptuando el intervalo de 2008-2009, como resultado del crack financiero internacional en dichos años) y que llegó a montar incluso por encima de los 100 dólares por barril, no lo es, sin embargo, que durante todo el período el barril haya estado siempre –ni siquiera mayormente– por encima de ese precio. De hecho, el barril por encima de los 100 dólares para el caso de la canasta petrolera venezolana (que es la que hay que evaluar) en promedio anual es un fenómeno excepcional, que ocupa el último año del último gobierno del presidente Chávez, esto es, 2012, cuando se ubicó en 103 US$. Ciertamente, en 2008, antes que estallara la crisis y también entre 2010 y 2011, llegó a ubicarse incluso por encima de dichos precios, pero fue por períodos cortos, siendo que el promedio del período completo (1999-2012) es la mitad de los famosos 100 US$ por barril: 55. Solo para comparar: el precio promedio durante 2018 de la canasta petrolera venezolana estuvo en torno a los 60 dólares el barril.

En fin, hoy que se cumplen siete años de la muerte del presidente Chávez y nos encontramos atravesando una muy profunda crisis luego de disfrutar uno de los mayores períodos de prosperidad en condiciones de igualdad de nuestra historia, si no el que más, vale la pena no solo recordar sino reconocer y reivindicar el legado en materia económica de Hugo Chávez, que por lo demás, más allá de lo que recen los lugares comunes del economicismo vulgaris de todos los colores actuales y oportunistas de todo tipo, permanece intacto para la mayoría lxs venezolanxs. Hasta siempre Comandante.



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La fuente original de este documento es:
15 y Último (https://www.15yultimo.com/2020/03/05/el-mito-de-chavez-y-el-boom-petrolero/)



Luis Salas

Sociólogo y economista político con Magister en Sociología del Desarrollo Universidad de las Artes y Ciencias Sociales. Profesor universitario. Investigador de la Unidad de Debates Económicos de CELAG.

 salasrluis@gmail.com      @salasrluis76

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