El madurismo solo sabe darse golpes contra el muro del capitalismo, y dar la espalda a los genuinos intereses de las mayorías desvalidas, disimular y engañar, esquivar responsabilidades, victimizarse sin dar la cara por sus incontables errores.
Hay que sembrar el petróleo, decía Alberto Adriani, hace años, y de eso se trata el plan de plena soberanía petrolera. Es el momento de Rafael Ramirez y del Plan de la Patria de Chávez, para eso hay que desmontar muchas mentiras. La primera es la de querer superar el rentismo petrolero entregando nuestro petróleo a las trasnacionales, dejando que los privados se ocupen del negocio y paguen por él cuatro lochas. La única manera de desarrollar una economía vigorosa es trabajando todos para el bienestar de todos, no beneficiando a unas cuantas familias de ricachones, con los recursos de nuestra principal industria y el apoyo del gobierno. Después de la conciencia política y del deber social, el petróleo es el arma más efectiva para ser independientes y para defender nuestra independencia, en todos los sentidos. Con sus recursos podemos financiar nuestro sistema público de educación y de salud (hoy en el piso), remunerar con justicia a los maestros y profesores, médicos, enfermeras, y demás profesionales que fueron abandonados por el falso desarrollo de Maduro (hacer crecer la economía privada y a una clase de nuevos ricos, complacer a Fedecámaras y complacer a las trasnacionales). Hay que revertir todo lo deshecho y mal hecho por maduro, recuperar el control de nuestra industria petrolera en todos sus procesos productivos, liberar a los trabajadores presos por el inefable fiscal y Maduro y traer al país a Rafael Ramírez para que le dé continuidad a Plan de la patria de Chávez - que estos picaros intentaron falsificar, y que aun así fueron incapaces de llevar a cabo -. Convocar a todos los chavistas excluidos; liberar presos, perseguidos, exiliados, acusados de traición (traición a Maduro), arrancarnos la costra del madurismo definitivamente.
Las contradicciones dentro del madurismo saltan a la vista; la locura electorera de apoyar las motopiruetas ha sido rechazada en casi todas las instancias del gobierno; maduro amenaza a Trump con no recibir deportados y Jorge Rodriguez lo contradice declarando que recibirán y apoyarán a nuestros conciudadanos. Los nervios y la incontinencia verbal de Maduro mantiene en vilo al gobierno. No pasará mucho tiempo para que rectifiquen el ataque que le tienen al presidente de Guyana, que lo señalan como culpable de las decisiones de Trump sobre la empresa Chevrón. Además de no querer reconocer que China, gran aliada de Maduro, explota junto a ExxonMobil el petróleo de la costa en reclamación y que Chevron, la gran salvación de Maduro, tiene vínculos con Exxon. El destino de nuestra nación está en manos de declaradores ineptos e irresponsables.
Proponer a Rafael Ramirez para dirigir la recuperación de nuestra industria petrolera es una señal positiva de Reinaldo Antonio Manríquez Cerda, en particular, y una señal de buenos tiempos para el chavismo crítico, en apariencia tan calmado y confuso. Todavía hay coraje y decencia en nuestra comunidad crítica, capaz de no juzgar y condenar sin pruebas y calumniar a un claro enemigo de Maduro y del madurismo. Rafael Ramírez, después de tantos años luchando al lado del comandante Chávez por sacar adelante el país de forma digna y soberana, debe estar al frente de esta lucha, en la ruta al socialismo.
Comienza a soplar el viento que enciende la pradera, Chávez vuelve.