Como estudiosos del socialismo científico y las luchas populares a lo largo de la historia, sabemos que el culto al partido como fin en si mismo, condujo a buena parte de la izquierda venezolana a agonizar dispersa por su supervivencia durante décadas de derrota en el plano armado, político y electoral. Necesario es rechazar el viejo electoralismo izquierdista y la desunión, porque Venezuela hoy exige que nacionalistas, socialistas y marxistas defendamos las conquistas e impulsemos nuevos avances. Unidos en el bloque histórico definido por Gramsci, hemos de guiarnos en su visión preclara: "Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza".
En época inédita donde el pueblo nos brinda favorables escenarios para el cambio social, vital es fortalecer el destacamento de las multitudes y las ideas socialistas, conduciendo orgánicamente la política al ámbito popular del trabajo, la educación, la cultura y los centros de producción, para convertir la teoría liberadora en efectiva fuerza material asumida por las masas.
Si permitimos que el liderazgo sólo se oxigene en la fraseología revolucionaria o la autopromoción mediática de apóstoles, entonces la deslegitimación y el desgaste de la popularidad serán el destino inevitable; pues a pesar de que la teoría sin praxis puede sobrevivir en el tiempo, ésta queda impotente frente a los retos sociales, deja de ser una opción real de poder para las mayorías y abre la brecha de la regresión histórica.
(*) Constitucionalista y Penalista. Profesor Universitario.
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