En la política el piano se toca con las dos manos y con guantes de seda

“…la gerencia de la política debe ser con las neuronas y no con las hormonas…” William Lara

Un fenómeno indeseable que se viene observado dentro del proceso de cambios y transformaciones que vivimos hoy en nuestra patria bonita tiene que ver con aquellos altos funcionarios que aprovechando su investidura y encubriéndose en un manto de revolucionario con “trayectoria intachable” creen que saben tocar las teclas del piano, pero en la mayoría de sus actuaciones lo hacen con una sola mano y muy mal. Muchos de ellos ejercen sus labores de gobierno con resentimiento, odio visceral e imponiendo a rajatabla su mando, se creen todopoderosos, inclusive con derecho a meterse en la vida privada de otros funcionarios (llegando al extremo de intervenir sus teléfonos). Le gusta ser adulados y es por ello que se hacen rodear de personal altamente especializado en estos menesteres, pero ineficientes en el desempeño de las funciones que demanda el cargo oficial para el cual fueron designados.

Estas personas hacen a un lado su compromiso y deber como funcionarios de la revolución y asumen el comportamiento y los vicios que deberían combatir. De esto nacen abusos y desmanes cometidos por algunos de ellos, que han olvidado que son servidores públicos, que están para servir a la patria, no para servirse de ella. En ese sentido la palabra del “Che” resulta aleccionadora: “…el ejemplo, el buen ejemplo, como el mal ejemplo, es muy contagioso, y nosotros tenemos que contagiar con buenos ejemplos, trabajar sobre la conciencia de la gente, golpearle la conciencia a la gente, demostrar de lo que somos capaces; demostrar de lo que es capaz una revolución cuando está en el poder, cuando está segura de su objetivo final, cuando tiene fe en la justicia de sus fines y la línea que ha seguido, y cuando está dispuesta, como estuvo dispuesto nuestro pueblo entero antes de ceder un paso en lo que era nuestro legitimo derecho…”

Es por ello que a medida se va profundizando la marcha de la revolución, esta situación se ha cronificado y lo usual es ver a muchos funcionarios haciendo todo cuanto tienen a su alcance para mantener sus prebendas, aun cuando se declaren más chavistas que Chávez y vociferen en cualquier espacio la ya famosa consigna “Patria, socialismo o muerte”.

Sin embargo, en su acción práctica algunas diferencias. Los primeros son esos Rojos Rojitos “Pura Pinta” que se visten de rojo, usan la imagen del Che y todo símbolo que los relacione con la revolución, pero por dentro no creen para nada en el proceso, son hipócritas interesados en su beneficio más que en la patria. Son hijos de la exposición mediática y de la coyuntura bien aprovechada, pero no más sienten amenazados sus intereses, son los primeros en destruir todo cuanto tienen a su alrededor, no importa si se trata de una reputación o de una institución, pues son burgueses dispuestos a defender los intereses de su clase, que obviamente no coinciden con los del pueblo.

Los segundos se muestran diestros en escalar posiciones de la noche a la mañana, son versados en deportes como alpinismo y salto de altura, sólo que sus marcas se miden en términos de la cantidad de colegas y compatriotas que van dejando atrás en su esfuerzo maquiavélico por alcanzar el poder. Se acercan a los posibles cuadros y empiezan a asesorar, se venden como los que todo lo saben y, según ellos, tienen la varita mágica para solucionar los problemas.

Estos personajes, de una manera muy astuta se las han arreglado para mimetizarse entre los verdaderos revolucionarios y son los primeros que vemos ofreciendo declaraciones contra la burguesía, los terratenientes, el golpismo y el imperialismo. Se ponen boinas, gorras verdes y camisas rojas, encabezan marchas, convocan a trabajo voluntario, llaman con frecuencia a la prensa y se logran hacer invitar en muchos de los programas con alta audiencia de los distintos medios de comunicación del Estado.

Nuestra misión es tratar de que estas caras pintadas no hagan un daño mayor al proceso desde cargos importantes, ahora bien ¿cómo las detectamos a tiempo? El comportamiento, las actitudes y el arribismo de estos camuflajeados nos pueden dar algunas señales. Si podemos reconocer a estos infiltrados y ubicarlos en los diferentes espacios donde se desenvuelven, es posible corregir este cáncer, pero simultáneamente debemos desarrollar con empeño un trabajo político para librar una batalla frontal contra esta aberración. Esta es la tarea urgente de las agrupaciones de masas, del partido y de los verdaderos dirigentes de la revolución.

“…La modestia revolucionaria debe dirigir nuestro trabajo diario y debe ser un arma fundamental de nuestro comportamiento…” Ernesto “Che” Guevara.

*Docente/Investigador titular- UCV

pedrogarciaa@yahoo.es


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Pedro García Avendaño*


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