Las apariencias engañan, más aún cuando hay mentiras de por medio. La fuerza de las mentiras es la repetición, hecha tantas veces que llegamos a confundirnos y a creer que lo falso se ha convertido en verdad. Estas ideas nos vienen a la mente cuando abordamos los problemas del deporte, la revolución y sus protagonistas.
En el marco del proceso de revisión, rectificación y reimpulso al cuadrado, el deporte nacional se confronta nuevamente con la disyuntiva de seguir bajo los viejos esquemas o empezar a participar de la revolución de una vez por todas. En este escenario parecen probables sólo dos caminos que evidentemente buscan los mismo, la generación de un Deporte con sentido Socialista: o se desmonta la estructura existente, o se sustituye por un nuevo paradigma deportivo en el que la actividad física y la salud llegue a toda la población. Es por ello que en estos tiempos modernos es imposible analizar el deporte aislado del contexto social que lo crea y lo comercia en función de los intereses de la clase dominante (cuestión que igualmente sucede con toda institución o fenómeno social), siendo deformado y manipulando su esencia, según el provecho de los medios de comunicación y los poderes tras los mismos. El Capitalismo y sus aliados (las trasnacionales del deporte representado por su máximo paladín el Comité Olímpico Internacional) han penetrado ideológicamente lo que quedaba del deporte sano y recreativo; profesionalizando todo lo que se pueda explotar a través de la televisión y otros medios. Comercialización y profesionalización son una llave inseparable del capitalismo en el deporte, ambas son las máximas representantes de la explotación y corrupción que atentan enérgicamente contra los principios educativos del deporte.
Nos preocupa hondamente que en el actual escenario de debate y discusión en la Asamblea Nacional sobre el deporte que tenemos y el deporte que queremos, aparezca la figura del Comité Olímpico Internacional (representado en el país por el Comité Olímpico Venezolano), asumiendo un liderazgo y opinando sobre la nueva ley del deporte, porque el presidente del Comité Olímpico Venezolano señor Eduardo Alvares (ex-ministro del deporte, presidente del IND y del COV en el pasado reciente) dejó una gran deuda con la revolución, al encogerse de hombros y propiciar el congelamiento de la nueva ley del deporte, así como el Plan Nacional del Deporte ajustado a la nueva realidad. Ahora aparece como si fuera la panacea para resolver los problemas de nuestro deporte (lo más sorprendente de todo, es el protagonismo que la Asamblea Nacional y otros alto jerarcas del gobierno le dan a este organismo supranacional), todos sabemos qué valores e interese representa el COV en Venezuela: la mercancía, el mercantilismo deshumanizado, la explotación, el consumismo y el derroche. Dejar a esta institución a cargo de nuestros deportistas y del deporte en general sería simplemente tan torpe como poner a un zorro a cuidar el gallinero. En función de lo señalado anteriormente debemos recordar al comandante Fidel Castro cuando señala que “….el deporte Socialista es sano e incompatible con el consumismo y el derroche, que está en la raíz de la actual e irreversible crisis económica y social del mundo Capitalista…”.
En este sentido, es el Estado venezolano quien está en la necesidad y en la obligación de atender y cambiar el viejo paradigma de su deporte. El nuevo deporte no acepta reforma, queremos con ello significar que la crisis del modelo deportivo no es coyuntural, es estructural. Superada esa etapa, el nuevo modelo tiene que transformarse radicalmente, respondiendo a la nueva realidad nacional, pensando en la contribución que proporciona esta actividad en la construcción del hombre nuevo. Ese sería el papel fundamental de la institución deportiva, la de crear centros formativos de verdaderos deportistas-ciudadanos sanos y útiles a la patria, recordemos de nuevo que el deporte también es un aparato ideológico del estado. Es por ello que considero preponderante profundizar el proceso revolucionario en esta materia, abriendo espacios y canales de participación a través de los consejos comunales deportivos.
Ahora bien, valdría la pena preguntarse ¿estamos preparados para romper con ese paradigma de dominación y explotación capitalista impuesto en nuestra institución deportiva por la transnacional del COI? y ¿estamos dispuestos a crear una nueva organización, sólida e independiente, con decisiones que respondan al interés nacional? En definitiva, todo parece indicar que las instituciones deportivas (particularmente las de alto nivel), no han sido trasformadas en lo más mínimo por el proceso revolucionario que vivimos. Lo que no parece tener respuesta es ¿cuándo vendrá la reforma del deporte nacional? Si hasta la iglesia misma tuvo su reforma en su momento, ¿Por qué no pueden los organismos competentes impulsar estos cambios tan necesarios en esta área?
La concepción del deporte medallero y mercantilista sigue dominando todavía, se estimula de una manera exagerada el deporte profesional, ese que reúne todos los rasgos típicos y reprobables de las categorías y estructuras de la sociedad capitalista, como son: explotación del hombre por el hombre, apropiación de la plusvalía, contratación “leonina” y competencia desleal, entre otros aspectos cuya desaparición no parece vislumbrarse en el futuro cercano. Por lo señalado anteriormente, es absurdo imaginar un deporte mercantilista, alienado, totalitario, dentro de una propuesta socialista. La visión revolucionaria nos permite adelantarnos y detectar los fenómenos negativos que hoy asaltan al movimiento deportivo y deforman sus principios educativos, formativos de salud, recreación y bienestar para todos.
De esta manera, la concepción revolucionaria del desarrollo deportivo estaría apoyada en la primicia de la masividad con calidad humanista, trasformadora, revolucionaria y liberadora, así como en los valores éticos y morales de sus dirigentes, entrenadores y deportistas.
Ante nosotros se blande la espada de la sociedad capitalista, representada por sus organismos y valores, tras nosotros se levanta la pared de un pasado de abandono y explotación al que no queremos ni podemos volver. Necesario es luchar, imperativo es vencer. Sería ingenuo plantear un deporte en abstracto, sin ideología, que ignora los procesos de aculturación, sin ser en sí mismo una herramienta de los factores sociales para la reproducción social o, lo que es deseable, para la transformación de la realidad.
*Docente/Investigador titular- UCV
Ex-Rector de la UDS
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