Un debate necesario se
ha venido dando en el país en torno al tema de la descentralización,
por un lado la oposición venezolana reclama un excesivo centralismo
en la toma de decisiones que supuestamente despoja de recursos económicos
las entidades del Gobierno en Estados y Municipios, y por otro lado
la necesaria reflexión que al respecto ha hecho el Gobierno Nacional
de encaminar el país hacia un proyecto común con las particularidades
de cada uno de los espacios territoriales, e inclusive llevar a lo más
pequeño la toma de decisiones y la acción política concreta, por
ejemplo a través de la transferencia de recursos y competencias a consejos
comunales o comunas.
En este sentido la historia
política contemporánea de Venezuela se vio caracterizada sobre todo
con el advenimiento de la cuarta república en el mal uso de la palabra
descentralización, que devino en la creación de espacios particulares
con políticas particulares que permitieron nuevas formas de caudillismo
regionales y locales, con el sentido estratégico de fragmentar territorialmente
los dominios sobre aquella consigna divide y vencerás.
Pese a las denuncias
de disminución de recursos por parte de la oposición venezolana para
Gobernaciones y Alcaldías se ha demostrado tangiblemente que esto no
tiene asidero, y que por el contrario cumpliendo con lo establecido
en el plano de la Constitución de 1999 se ha creado el Consejo Federal
de Gobierno para cumplir con la concepción del Estado Federal Descentralizado
establecido en el marco constitucional.
Sin embargo el llamado
revolucionario tanto político como legal de construir desde abajo,
muchas veces se ve opacado al emitir soluciones para regiones particulares
desde la aristocracia científica o intuitiva de la esfera política
desde arriba que por estar mas cerca de los círculos de confianza imponen
sus decisiones desde el escritorio o basado en la divagación de la
mera conversación de pasillo, de esta manera surge un peligroso centralismo
que contrasta con los ideales socialistas. Esto constituye un
problema al no dejar que se cumplan de manera eficiente las buenas propuestas
que se desarrollan desde la revolución para subsanar las deudas sociales
que aún no han podido ser solventadas.
Es por ello que aquel
concepto de descentralización malentendida debe irse desdibujando del
quehacer político nacional, y fortalecer una verdadera descentralización
que partiendo de la preposición constitucional de la democracia participativa
y portagónica, permita construir desde abajo soluciones concretas a
las necesidades más urgentes de nuestras ciudadanas y nuestros ciudadanos
y superar por tanto también la visión Caraqueña del país.
“La descentralización
socialista no debilita el Estado nacional, lo fortalece”.
Marta Harnecker
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