Dos estrategias aparecieron como visiblemente ganadoras el pasado 13
de enero en el acto de presentación de la memoria y cuenta del
Presidente de la República ante la Asamblea Nacional: La diseñada por
Chávez y su equipo, y la de la precandidata María Corina Machado.
El Presidente, consecuente con lo que viene siendo una conducta
desde el arranque del 2011, insistió en su llamamiento a hacer política,
mensaje no solo dirigido a los opositores, sino también a los suyos.
Pero, ¿Qué es hacer política? En primer lugar: reconocer la realidad en
la cual se debe actuar políticamente. Ello implica asumir los cambios
que se han dado y aceptar, básicamente las reglas establecidas en el
Sistema Político. Lo que no significa dejar de tener ideas propias, sino
actuar dentro del sistema, dejando de ser una amenaza latente para su
estabilidad. De la misma manera, reconocer que se actúa en una sociedad
que es y continuará siendo, plural.
En ese sentido, el presidente llamó a compartir, al menos, dos
proyectos fundamentales: La Independencia como noción y la voluntad
hacia la justicia social. La independencia, puesto que sobre el país se
ciernen serias amenazas provenientes de las ansias hegemónicas de
factores de poder de los Estados Unidos. Lamentablemente desde la
oposición se envían señales de estar alineados con aquellos intereses.
Basta con analizar el discurso petrolero de todos los precandidatos de
la oposición para constatar que esto es así; que allí parecen existir
convicciones para retomar una política de adscripción incondicional a
los intereses de los Estados Unidos.
Esto es uno de los puntos de mayor confrontación entre gobierno y
oposición. Son dos visiones que hasta ahora no han encontrado puntos de
acuerdo. De allí el llamado del Presidente.
La oposición insiste
en un modelo político-económico semejante al de los últimos 25 años de
gobiernos inspirados en el Pacto de Punto Fijo. Acá se encuentra otro
punto de fricción entre dos visiones abiertamente confrontadas. Hacer
política acá significaría alcanzar puntos coincidentes que viabilicen el
desarrollo con justicia social y un país igualitario.
En buena medida la pelota ahora se encuentra en el campo de la
oposición. Lo que no quiere decir que el gobierno no deba tomar
iniciativas que reiteren o confirmen que lo dicho por el primer
mandatario no son frases de ocasión.
El Presidente logró reconfirmar que es un mandatario demócrata; que
todo aquello de su condición dictatorial es pura propaganda de sus
adversarios y enemigos. Le habló, además, a todo el país. Su tono y
gestualidad fueron los de un político convencido de que va por el camino
correcto, dispuesto al diálogo abierto. En fin, el Presidente de un
país democrático, plural, complejo; un líder de convicciones profundas.
María Corina Machado es, sin duda, una persona emblemática. No en
balde la representación de la godarría criolla había, días antes del
viernes 13, realizado un acto donde le brindaban público respaldo. Lo
cual reitera que ella es su representante más auténtica; la propia.
Chávez se referenció en ella para dar demostraciones palpables de
cuan dispuesto estaba al diálogo. Le estaba dando el abrazo del oso.
Imaginamos que sus asesores tomaron cuenta de esto y le deben haber
indicado buscar la confrontación con el Presidente. En fin de cuenta
ella persigue nuclear a su alrededor un grupo importante de opositores,
que aun perdiendo el 12 de febrero, le permitan continuar con la
actividad política y le proporcionen peso político a la hora de negociar
con quien resulte electo. Ella tiene muy pocas posibilidades de ganar
las primarias, por no decir ninguna.
Su manera frontal e inusualmente grosera para una persona de mucha
compostura no indica otra cosa que lo deliberado de su reacción. ¿Qué
buscaba con ella? Reiterar que es una mujer con guáramo; enviar una
satisfacción a buena parte del mundo opositor que quisieran hacer algo
parecido para auto complacerse.
Vista las reacciones, lo logró. Se montó en la cresta de la ola.
Otra cosa distinta es que esa acción le redite hasta el 12 de febrero.
En sus aspiraciones tiene que enfrentar a dos personas conectadas con
el ciudadano votante. Nos referimos a Chávez, quien sin duda alguna
mantiene una alta relación emocional con la mayoría del electorado y a
Capriles Radonski, quien puntea los sondeos que se han realizado en
relación a quien ganaría las primarias para escoger el candidato que se
enfrentaría al Presidente.
Capriles Radonski ha logrado establecer una conexión emocional con
la mayoría del electorado declaradamente opositor. Su campaña,
prácticamente, ha sido: no hacer mucho, no hablar mucho, no exponerse
mucho. No obstante, haga o no, quienes decidieron votar por él han
mantenido su posición. Ni Leopoldo López, ni María Corina Machado, que
“muerden” del mismo electorado que él, han logrado disminuirlo. Al
contrario, cuando opere la economía del voto, buena parte de la votación
que estos tienen, se moverá hacia el “candidato ganador”.
Pablo Pérez, que al final resultó el candidato de la cayapa contra
Capriles, arrancó bien, pero no pudo ni supo sostener un ritmo que lo
hicieran un competidor con verdadero chance. Fue rodeado por la
“restauración” como califican en el ámbito de Leopoldo López y María
Corina a los viejos partidos y a sus dirigentes más destacados. Lo de la
maquinaria no es más que un pensamiento nostálgico sobre lo que un día,
indiscutiblemente, fue.
Nos preguntamos y les preguntamos: ¿Cómo verían que el 13 de
febrero el candidato que ha encabezado las encuestas de punta a punta
durante más de dos años, ese día aparezca de segundo o de tercero en la
votación? ¿Qué pensaría usted, perdió o le hicieron trampa?