El comandante volvió, volvió, volvió. Así lo gritaba la gran mayoría de los venezolanos y venezolanas y revolucionarios del mundo entero. Pero ¿qué se había ido con Chávez y qué es lo que regresó con él? Además del líder, el humano, el revolucionario, volvió uno de los corazones de esta patria, y regresó también la confianza en la construcción del socialismo, tan amenazada en el imaginario popular por los tan temidos grupos de interés y de poder que circundan la esfera gubernamental y que también se cuelan en ella, aprovechando la ausencia física del Presidente Comandante.
Regresó la esperanza de un pueblo que aún necesita de un respiro más, un tiempo más, para que se fortalezca en su total convicción de que el principal y único relevo de Chávez es el pueblo mismo; el pueblo que empoderado pueda sujetar, doblegar y someter los ímpetus de poder de todos aquellos que fantasean en hacerse del discurso del comandante, pero que no pasan de pronunciar apenas un tosco remedo de aquél; discurso lleno de destemplados chillidos pintados de rojo rojito y bajo el cual intentan arropar sus inconfesables pretensiones, para hacer creer, para camuflarse, para simular con estridentes gargantas gritonas y consigneras, que dejan a lo menos oscuras sospechas de autenticidad, sinceridad y hasta probidad.
Regresó un clamor de Ojalá, ¡ojalá, Chávez, ojalá! Ojalá el pueblo reencarne aquellas Tres Rs y Revisemos, Rectifiquemos y Reimpulsemos en toda Venezuela la lucha contra la corrupción, la inoperancia, la ineficiencia, la mentira, la impunidad; en todas las instituciones, en todos los ministerios, en todos los Consejos Comunales, en todos lo estamentos de la sociedad, como bien lo manda el Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer Plan Socialista (2007-2013) y como también lo obliga el nuevo Programa Patria 2013-2019.
Regresó el sentimiento de que sólo Chávez puede ser el relevo de Chávez, y si Chávez es el pueblo, el pueblo es su único relevo.
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